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EL APRENDIZ ESCRITOR


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2019  •  Reseñas  •  439 Palabras (2 Páginas)  •  60 Visitas

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Una mañana de domingo partió nuevamente hasta la misma caleta y esta vez fue más preparado, con comida enlatada, frutas y agua. Demoró tres horas en llegar al lugar, porque no era fácil. Ya en el pueblito se quedó sentado en una banca de la pequeña Plaza de Armas.

Se dedicó a mirar a la gente pasar, a los niños jugando en la placita y a los más encianos esconderse del sol debajo de los árboles. Se acercó a ellos para preguntar por Rubén Véliz, pero nadie lo ubicaba.

Después de comerse una naranja sacó una libreta, comenzó a escribir, reflexionando por largos minutos entre los momentos que usaba para tomar nota.

Buscó refugio debajo de un árbol, acomodándose hasta que lo venció el sueño. Era mediodía, pero se había levantado de amanecida. Estuvo tomando la siesta por un largo rato hasta que unos perros lo despertaron con sus ladridos.

Se incorporó y comenzó su caminata hasta el caserío donde le habían dicho que habían visto a un hombre parecido a Véliz en el primer viaje. Al llegar volvió a preguntar por Rubén Véliz, pero nadie lo conocía. Les mostró una foto que había sacado de internet y unos hombres mayores hablaban entre ellos antes de dirigirse a Miguel.

—Ese se parece al Churraco —dijo uno de los hombres.

—Pero no se llama na' como dice usté que se llama —agregó el otro hombre.

—¿Cómo se llama? —preguntó el joven, inquieto.

—¿Cómo era que se llamaba este sabandija? —consultó el primer hombre.

—Eduardo, Edgardo, Edguardo —trataba de recordar el otro.

—¿Ebardo? —intervino, Miguel.

—¡Ese mismo! —exclamó uno de los tipos, mientras se arreglaba su gorra.

—¿Saben dónde está viviendo? —volvió a preguntar el adolescente.

—Se fue hace tiempo de la caleta, anda para El Barranco —mencionó uno, tratando de hacer memoria.

—¿Eso es muy lejos de acá? —inquirió una vez más el chico, ansioso.

—Como a cinco horas de acá —le dijeron —. Es lejos.

—Si sales a la carretera y esperas que pase alguien tendrás mucha, mucha suerte —vaticinó uno de ellos.

Miguel dio los gracias y se fue sin pensarlo hasta la carretera. Estaba decidido a encontrat a Rubén Véliz y no iba a descansar hasta poder hallarlo.

Estuvo más de una hora esperando que pasara un vehículo, pero la espera dio frutos y se fue en la parte posterior de un camión, entremedio de algas hasta el siguiente pueblo y ahí tuvo que esperar hasta

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