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Educacionsexual


Enviado por   •  14 de Agosto de 2014  •  1.914 Palabras (8 Páginas)  •  686 Visitas

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PREGUNTAS GENERADORAS

EDUCACIÓN SEXUAL

ENCUENTRO N° 5

• ¿Qué influencia tiene la familia y la escuela en el desarrollo ulterior de la sexualidad?

La familia es la principal institución en la formación de sus hijos y son responsables de que los hijos e hijas se formen exitosamente como seres afectivos, sociales, productivos, intelectuales y sexuales. En nuestra sociedad, la familia mantiene su rol de núcleo fundamental en la educación de cualquier sujeto porque su influencia es decisiva en el desarrollo psico-afectivo y la conformación de la personalidad de un individuo y por ello no podemos olvidar que la educación sexual constituye un aspecto dentro de la educación integral del ser humano, del cual los padres no se pueden desentender ya que es con ellos con los cuales el ser humano establece lazos estrechos de dependencia y relación, porque son sus primeros maestros.

Los padres también son los primeros artífices de la conciencia moral de los hijos y aunque la educación sexual es parte importante de las funciones de los padres y las madres, esta no es asumida adecuada y efectivamente puesto que una buena proporción de padres y madres dejan al azar la educación sexual de sus hijos, evitando asumir una posición proactiva e intencional y delegan en la escuela y en los medios de comunicación esta responsabilidad.

Muchos padres piensan que si el hijo asiste a la escuela, ellos se pueden desentender de su responsabilidad en la educación sexual de sus hijos; pero es necesario para el/la niño/a y el/la adolescente contar con el apoyo, la confianza y la comprensión a sus dudas y conflictos, que solo un canal de comunicación afectiva y efectiva entre padres e hijos puede lograr.

Ser padres, significa asumir la gran responsabilidad de educar y formar a los hijos de la mejor manera, para que éstos alcancen un desarrollo individual pleno. Ser educadores de los niños pequeños es compartir esa responsabilidad de los padres y con las herramientas que nos proporcionan los estudios profesionales, ayudarles de manera óptima en su educación. Una de las principales preocupaciones de padres y madres, y en general de los educadores de la etapa inicial, es la relacionada con la educación de la sexualidad.

Es pertinente recordar que, la familia es la institución más importante que forma la sociedad, ya que a través de ella se transmiten los valores, normas sociales, culturales y de conducta de una sociedad específica y con características que influyen en la vida del individuo desde su más temprana edad.

Es cierto que también intervienen otras instituciones en la formación integral de las personas, como son los centros de educación inicial, los centros de estimulación temprana y las escuelas preescolares; sin embargo, la familia sigue siendo el pilar y sobre quien recae la máxima responsabilidad al respecto.

La educación sexual es producto, en gran medida, de las experiencias vividas en la familia; este conocimiento se incrementa con la formación escolar, los medios de comunicación masiva y, en general, con toda vivencia compartida con los semejantes. Por esta razón es importante que padres y maestros, familia e instituciones educativas, compartan los mismos valores al respecto, para que los niños reciban de su medio una información congruente y completa que les permita adquirir las bases para un desarrollo sexual adecuado

Como padres y educadores debemos tener muy en cuenta que ésta se inicia desde el primer momento de la existencia del nuevo ser, es más, comienza con la educación de sus padres. Desde que el niño nace, e incluso desde antes, percibe el amor con el cual es acogido por sus padres y por la familia y eso es en sí mismo un primer diálogo íntimo, que conduce hacia la educación de la sexualidad.

La alimentación e higiene, las frases que se le dicen, el afecto con el que se le trata, o como por desgracia sucede en algunos casos, la falta de estos contactos emotivos, deja una profunda huella en el infante. Si consideramos los primeros años de vida como los más importantes en el desarrollo de la personalidad, según lo han confirmado diversos estudios, es evidente que la educación de la sexualidad que reciba el niño desde su nacimiento, es la base para un desarrollo sexual sano.

Cuando el niño nace, no sólo tiene necesidades somáticas y psíquicas, sino también de tipo social, ya que le es indispensable relacionarse y adaptarse a la sociedad, y del éxito que tenga dicha adaptación durante los primeros años de su vida, dependerá sin duda el éxito de su vida social en la adultez.

Por todo lo anterior, nuestro compromiso como padres y educadores es asumir el reto de iniciar cuanto antes la formación de nuestros niños, no sólo en la sexualidad, sino también en la adquisición de valores, que les brinde la seguridad de contar con las bases necesarias para alcanzar un desarrollo íntegro como adultos, con una personalidad conformada en la cual, “la sexualidad es un componente fundamental, una forma de ser, de manifestarse, de comunicarse con otros, en fin, de sentir, expresar y vivir el amor humano

Es indispensable cuando educamos, tomar en cuenta los valores físicos, la salud, para un crecimiento corporal sano, pero también debemos considerar la importancia de educar los aspectos psicológicos, la inteligencia, la memoria, la voluntad, la emotividad, para que el niño se desarrolle como un ser equilibrado psicológicamente; educar para la relación social, para la comunicación y la solidaridad, es también parte obligada de la educación; educar en especial en los valores del espíritu que permiten a la persona tener conciencia de su "yo" espiritual y trascendente. La educación en la sexualidad abarca todos estos aspectos; de alguna manera se basa en la adecuada educación de cada uno de los pilares que conforman la vida del niño y su personalidad y, por tanto, forma una parte importante de esta educación integral.

Los años de la vida del niño en la familia, conforman decisivamente el futuro de la persona en la sociedad. Los padres son los primeros educadores de los hijos y nunca termina su papel de enseñar ni de servir como modelo a sus hijos; la vida familiar y la manera en la que el niño la interpreta, contribuyen a formar actitudes, valores y comportamientos que tienden a durar toda la vida. La guardería, el colegio, otras familias, instituciones sociales y educativas, colaboran e influyen de manera positiva en la formación de niños y jóvenes y pueden ayudar a su maduración, pero definitivamente la experiencia familiar, en especial el amor de los padres, la convivencia con los hermanos y la suave disciplina que se vive en el hogar conforman las bases de la personalidad.

Todos los padres, naturalmente aman a sus hijos y buscan de manera constante lo mejor para ellos y también los conocen mejor que nadie y pueden interpretar sus necesidades; les trasmiten actitudes, valores sobre la vida y la sexualidad a través de un intercambio vital que crecerá en la familia día con día. Los padres en general son las personas que están más cerca de los hijos, quienes los cuidan y los protegen; son ellos, sin duda, los más adecuados para contestar a sus preguntas y guiarlos en los primeros pasos por la vida. Es más, podríamos decir que son privilegiados al tener la oportunidad de contribuir con su experiencia y amor, al desarrollo armónico de sus hijos. En este ambiente familiar es donde se inicia sin duda la educación de la sexualidad, con una base fuertemente arraigada en los estímulos afectivos que recibe el niño o la niña en ella. Esa interacción educativa entre padres e hijos les va dando a aquéllos, responsables y primeros guías de los hijos, la pauta para ejercer su acción educativa, de forma diferente con cada hijo, y de distinta manera según las circunstancias que se presentan a medida que crecen.

La sexualidad, como parte integrante de la persona, presenta diversas facetas. A medida que niños y niñas crecen y se desarrollan, van tomando una mayor conciencia de su pertenencia al grupo sexual y también de las diferencias con los individuos del grupo opuesto; esta circunstancia da constante ocasión a los padres y educadores para hablar con ellos de este aspecto de la personalidad en forma positiva y colaborando a su formación integral, ayudarán a que el infante descubra y haga suyos los conocimientos sobre el origen de la vida, el desarrollo intrauterino, las relaciones sexuales en un marco de amor, el valor de su propio cuerpo y las características que lo convertirán en adulto varón o mujer.

Esta información la debiera recibir el niño o niña en sus primeros años en primer lugar de sus padres y después de sus educadores y maestros dispuestos a hablar con ellos y a explicarles y resolverles sus dudas y preguntas. Es una información que debe darse de acuerdo a la edad y los intereses del niño, con veracidad, respetando su intimidad, en un marco de valores y sobre todo con oportunidad, ya que “más vale un año antes, que un día después”; aunque también se puede afirmar que en el caso de que el niño reciba los conocimientos por otros medios o haya tenido que pasar una experiencia desafortunada “más vale tarde que nunca” para orientarlo y ayudarlo a desarrollar una sexualidad sana. Una educación sexual oportuna se da cuando padres y educadores descubren en qué momento el niño o la niña tiene alguna duda, ha tenido alguna experiencia que le causa conflicto, o bien siente esa necesidad de compartir con ellos sus emociones y sus propios descubrimientos en relación a su cuerpo o al de otros.

Las educadoras y educadores, son las primeras personas que tienen contacto directo y por varias horas con los niños cuando éstos salen de casa para asistir a los centro de educación inicial, a las guarderías o a los jardines de infantes. Normalmente todos ellos son personas con preparación y sensibilidad para educar a los niños y orientar a los padres cuando detectan algún desequilibrio en el desarrollo de sus hijos; sus consejos y opiniones son muy valiosos y ellos pueden resolver problemas de conducta menores o canalizar a los padres con especialistas, médicos, psicólogos u orientadores familiares cuando se presentan problemas de mayor envergadura a los cuales no pueden atender por no ser de su competencia. El contacto constante entre los padres y los educadores representa uno de los medios más excelentes para ayudar a los niños en su educación integral y para detectar en forma temprana disfunciones, problemas y trastornos físicos o psíquicos que pueden frenar el desenvolvimiento sano de la personalidad, pero que atendidos a tiempo encuentran generalmente solución. Ellos pueden orientar a los padres cuando descubren en el niño conductas que ponen de manifiesto algún trauma relacionado con la sexualidad.

Los docentes deben animar a los padres a realizar su propio esfuerzo en la labor educativa y a no pensar que los maestros resolverán todos los problemas que se presenten; orientarlos para que la desarrollen con éxito, colaborando con ellos en la formación en los niños de hábitos de orden, aseo, en la adquisición de habilidades y destrezas para dominar su cuerpo, siendo para ellos buenos modelos que puedan imitar y proponiendo metas que puedan alcanzar. Son las personas más adecuadas para complementar la educación sexual que den los padres, y para cooperar con ellos en la detección temprana de problemas y en la orientación y canalización con expertos en caso de necesidad, ya que “los problemas y los cambios negativos de conducta no surgen de repente. Los padres (y los maestros) deben detectarlos en sus comienzos.

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