Ejemplo de la La lectura como compromiso social

La lectura como compromiso social

No siempre leer implica abarcar significados. Muchas veces, partimos del supuesto que saber leer es sinónimo de entender lo que se lee, el problema estriba en creer que lo primero conducirá necesariamente a lo segundo. Esperamos que la lectura ocupe un lugar de privilegio en la vida de quienes educamos, que lean con regularidad tanto por gusto como en busca de significados y, sobre todo, que estén convencidos de que leer enriquece su experiencia.

El aceleramiento de la vida cotidiana, la influencia de la tecnología, el despliegue de la imagen como ícono de la nueva cultura, atraviesan nuestra forma de leer. Parte del mundo, la gran mayoría, ha cambiado adecuándose a las nuevas maneras de comunicarnos, los procesos históricos dan cuenta de los diferentes modos en que se traza la comunicación y por ende de su ejercicio. Las prácticas lingüístico-discursivas se han transformado significativamente, lo que supone un reto para el sistema educativo, la escuela debe fortalecer aquellas prácticas que se ven afectadas por no ser del todo frecuentes y que son necesarias para el desarrollo personal y social de nuestros alumnos ahora y en el futuro. El desafío no es simple, la lectura lineal es hoy la menos común de las lecturas, todo es breve, fragmentado, veloz, lo que requiere de un proceso de metacognición de nuestra práctica de lectura, de nuestra práctica docente y de la práctica de nuestros alumnos, es necesario estrechar la brecha entre las distintas variables que nos constituyen, lo que queremos nosotros, lo que quieren ellos, los requerimientos de los programas ministeriales, los intereses comunes, los sociales, lo que creemos que necesitan y lo que expresan ellos como necesidad.

Nada es posible sin un bagaje cuantioso de conocimiento. Como docentes no hay una variable que nos permita no pensarnos como lectores adiestrados, la lectura ayuda a poner orden a las ideas, así como alimentarlas para generar otras nuevas, permite contar con una visión aumentada de las condiciones humanas y de las circunstancias que nos movilizan. Todos estos cambios en las formas de leer, interactuar y compartir de las nuevas generaciones, nos llevan necesariamente a la pregunta de ¿cómo abordar e integrar los cambios desde nuestro lugar de mediadores? La identidad lectora de los maestros es componente ineludible de nuestra tarea. Un docente lector es capaz de proponer, crear, discutir, afianzar, pautar, acordar y guiar ideas que permitan un mejor desempeño de la capacidad lectora, no podemos pregonar aquello que no ejecutamos desde nuestro lugar, debemos plantearnos el valor que le otorgamos a la lectura desde lo individual para poder proyectarlo en lo social. Somos ciudadanos, nuestra obligación es involucrarnos en nuestra tarea más allá de los contenidos que desarrollamos en el aula. L a lectura es un aspecto central en la formación de un ciudadano, nos permite abrirnos hacia el otro, es un encuentro con el otro, con la comunidad que nos rodea, con el país que queremos. Borges decía, “de los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”. La imitación es, desde nuestra infancia, una fuente recurrente de nuestro aprendizaje, la lectura como muchas de las cosas más trascendentes de nuestra vida es imitable.

Decidan cómo van a leer: cada uno individualmente por su cuenta; de manera individual, pero

reunidos en un mismo momento y lugar; uno leerá en voz alta y los otros escucharán; uno leerá en

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