El Guernica
juanrexxx29 de Mayo de 2015
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Guernica
José Camón Aznar
Llegamos con
Guernica
, gran composición pintada en blanco y negro y gris en 1937, alápice de la expresividad picassiana. Como Goya en los
Desastres de la guerra
, Picasso simboliza,más que un hecho concreto de la guerra española
—
según él mismo ha declarado alperiodista americano Jerome Seekler
—
, la alegoría de los sufrimientos y de la tenebrosidadde la guerra, encarnando al pueblo en ese ululante caballo que ocupa el centro del friso.Diríase que toda la ruta anterior de Picasso ha sido la preparación para esta explosión deiracundia. Una vez más, el expresionismo es el que consigna unas angustias para las que lapalabra es impotente.Este gran friso es una asamblea de aullidos. Todos los seres, como la leona herida deAsiria, tienen las piernas muertas. Pero les queda el busto y los brazos alzados en gritadoradesesperación. Con la mitad del cuerpo ya fallecido, la cabeza se alza como la copa del dolor,toda colmada de lloro iracundo. Con las bocas desencajadas en un grito que vuela por los
espacios vacíos. Contrasta la alta ‘imploración de estas cabezas, a las que modela la calavera,
con la terrera desesperanza en que se halla sumergido este cuadro. Porque lo que aquí estámuerto de verdad es la esperanza. Parece que estos cuerpos se hallan enterrados desde lacintura y son los brazos los que se levantan frenéticos sin cielo adonde asirse, Picasso hadispuesto de un idioma expresivo como hasta ahora no había conocido el mundo. El mismoGoya tenía que contar con la normalidad morfológica del ser humano. Pero Picasso harebañado todo lo que no fuera nervio herido, línea doblada por la desesperación, gran vientolúgubre que arrastra cabelleras. Todos estos rostros se hallan en trance de ahogo. Ypresidiendo la composición, inmutable y eterno como la crueldad, se yergue un toro, de cuyocuello brota la oreja como un cuchillo. No es el sol el que alumbra este caos de cuellosalargados, sino una bombilla de hogar triste, bajo la que se retuerce ese terrible caballo con laenorme cabeza llena de ese relinche que es como todo el pavor de su tierra.Como todo expresionismo, éste de Picasso es esencialmente pesimista. Incrédulo ypatético, lo único que puede constatar es el castigo a los inermes, la imposibilidad de superar el dolor de los vencidos. La horizontalidad de esta composición en forma de friso acentúa laexpresividad de estas ráfagas, que arrastran cabezas aulladoras desprendidas ya por el dolor como hojas secas.Un acierto de Picasso ha sido el prescindir del color que empastaría y banalizaría tantatragedia. Aquí el juego de blancos y negros es también dramático, destacándose lasexpresiones en su más alta aflicción por ese foco de claridad que cae sobre ellas y las recorta.El negro entintado del fondo evita toda interrupción. Quedan así las expresiones sucedidasen un crescendo de desesperaciones. Y ello le da también ese aire espectral que proporcionauna cierta lógica a la irrealidad de estas formas planas. Picasso ha creado aquí unas criaturassin más módulo que el del dolor que no pueden superar. Grandes pies gafos, de proletario,anchas manos de crucificado, grandes cabezas mondas, de hueso, con toda la emoción y con
toda la inteligencia concentrada en esa boca de ciego como excavada y volcánica deimprecaciones. Es la de Picasso en este friso una pobre y rala humanidad a la que no quedemás horizonte que la muerte. Y la rebeldía iracunda en el último minuto. Es el dolor sinredención. Y si hubiéramos de encontrar algún paralelo a ese cuadro, lo buscaríamos en lasrepresentaciones del averno, con criaturas así de aprisionadas por una desesperación de laque no pueden evadirse.Picasso con esta obra proclama su raíz hispánica. Lleva todos los sentimientos al paroxismo. Yeste humanismo exasperado es el que rompe con sus dientes
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