El Valor De La Lectura
rodrigde4 de Julio de 2013
902 Palabras (4 Páginas)312 Visitas
La lectura como fuente de socialización, puede suponer el mantenimiento del orden establecido sin trabas críticas, pero también puede formar un individuo más crítico y libre, que no acepte sin más lo que se le impone. No es casual que los gobiernos autocráticos teman a los lectores y hagan hogueras de libros para destruir un instrumento de revolución; los nazis quemaron libros, las dictaduras persiguen a los intelectuales y prohíben la edición y la lectura de determinados libros; en la memoria de muchos españoles se encuentran las vivencias sobre la prohibición de leer a muchos autores y la exigencia de leer textos moralistas y de formación nacional. Y es que, efectivamente, leer puede ser un instrumento de sometimiento o una afirmación individual que nos puede hacer libres, solidarios, críticos e independientes. No se puede controlar al que lee libremente, tal es el caso de los indígenas mexicanos que se encargan de labrar la tierra, por lo tanto el gobierno no tiene el interés de preparar académicamente a estas personas por la conveniencia de que sigan realizando esa labor.
El lector descubre a través del texto otras realidades y puede llegar a interpretar de forma crítica la suya propia. De esta manera, no puede controlarse el orden establecido, lo que pone en peligro el sometimiento del individuo a las instancias de poder: instituciones, ideologías políticas o religiones. Por ello, aún hoy, no es extraño observar lugares donde se quiere controlar la lectura y actitudes contradictorias en algunas instancias de poder que, mientras recomiendan la lectura, no ponen los medios necesarios para facilitar y generalizar los comportamientos lectores; pues la lectura generalizada y libre, supondría personas más formadas, más críticas y, sin duda, más independientes.
Pero la lectura y la escritura son fenómenos construidos socialmente, a los que se les añade una serie de capacidades que han de tener un valor social, con un significado cultural dentro de su contexto. Por ello, el proceso lector no se reduce a saber leer y escribir, sino que también son sus objetivos la adquisición del razonamiento abstracto y del pensamiento independiente y crítico.
En nuestra sociedad, por mucho que se trate de fomentar la lectura placentera, a la actividad lectora se le suele dar importancia por su dimensión instrumental. La lectura suele asociarse con la actividad intelectual, con el aprendizaje, con el estudio y, básicamente, con la transmisión de información y la adquisición de conocimientos. Pero también existe, aunque no de forma tan mayoritaria como deseáramos, la idea que asocia la lectura con el entretenimiento, refiriendo a su carácter relajante y de ocio agradable. Así pues, podemos diferenciar la lectura instrumental, que se hace para obtener información (aprender, estudiar, saber el funcionamiento de algo,…), de la lectura ociosa, por el hecho de que la última se elige de forma libre y voluntaria, con el objetivo de leer por leer, por entretenimiento y autosatisfacción, aunque también pueda aportar conocimiento sin que, en ningún caso, éste sea su objetivo primordial.
Podemos preguntarnos si la lectura es una actividad imprescindible cuando un número considerable de personas, en torno a la mitad de la población, no leen y no parece que ocurra nada. El éxito social no depende del nivel cultural. El éxito social pasa por el consumo y la lectura queda relegada en un segundo plano, como conducta individual, que sólo realizan las minorías. Nuestra cultura tiene su base en la economía y los medios de comunicación nos venden modelos de conducta basados en el consumo y en actitudes superficiales.
Los lectores no son modelos sociales. Sin embargo, un hogar con libros sigue siendo más distinguido. Para que una persona se motive en el desarrollo de sus hábitos lectores es necesario que interprete la lectura
...