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El aprendizaje significativo


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2013  •  Tesis  •  1.306 Palabras (6 Páginas)  •  282 Visitas

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Aprender a convivir es una página web dedicada a la capacitación docente relacionada con la educación en valores y la promoción de la convivencia armónica.

En el tema de educación en valores, más que en otros, hemos comprobado que es inútil la repetición sistemática de conceptos, su memorización, su recitado. etc. Años y años la sociedad, principalmente por medio de las religiones y también de las instituciones educativas, nos ha dicho lo importante de “ser respetuosos”, “generosos”, “solidarios”, etc. Pero los resultados están a la vista, y han demostrado fehacientemente que esta forma de enseñar o de educar en valores ha caído por su propio peso.

El aprendizaje significativo surge cuando cada uno, como constructor de su propia historia y de su propio conocimiento, relaciona los conceptos a aprender y les da un sentido a partir de las propias necesidades, las experiencias y los conocimientos que ya posee.

Es el alumno, sea este un niño de Jardín de Infantes o un joven del profesorado, el administrador último de su propio proceso de aprendizaje. Es él el que construye el conocimiento, y por más que queramos y lo intentemos como docentes, e incluso, como padres, nadie puede sustituirlo en esa tarea.

El acto de enseñar está totalmente influido por esa actividad mental individual y constructiva de cada niño o de cada adulto que aprende.

Aprender a convivir parte del concepto de que la función del docente es entonces “facilitar” el proceso, estimularlo. No sólo creando las condiciones óptimas para que los alumnos puedan llevar a cabo esta transformación interna, sino también, orientando esta evolución con el fin de que los nuevos conceptos que se construyan adquieran sentido como saberes culturales útiles para sí mismo y para toda la sociedad.

A nuestro entender, sólo si el alumno consigue establecer relaciones individuales e imparciales entre el nuevo material de aprendizaje y sus conocimientos y experiencias previas, será capaz de darle sentido y de producir un cambio significativo en su conducta, base de nuevos conocimientos, conceptos, ideas y proyectos.

La educación en valores y la promoción de la convivencia armónica se relacionan directamente con la formación de personas autónomas, que siendo conscientes de la importancia que tienen las mismas como variables imprescindibles para poder mantener una buena calidad de vida, se comprometen a su favor desde lo más profundo de su ser.

Este íntimo compromiso se expande hacia la sociedad toda cuando se logra dejar de lado el egocentrismo. Entonces somos capaces de juzgar críticamente y nos ponemos como objetivo de vida el respeto por los derechos humanos.

Si bien es en la familia donde surgen los primeros cimientos de esta construcción, la escuela, por sus propias características, es un ambiente más que propicio para favorecer este conocimiento y son los docentes los profesionales adecuados para facilitarlo. Mucho más aún cuando desde la escuela se toma conciencia de que hay familias que no están capacitadas o no saben cómo hacerlo.

Para crecer como persona y poder llegar a una instancia en la cual no se necesite más al otro como guía (autorregulación) y se puedan alcanzar estos objetivos, es imprescindible que se hagan propias determinadas herramientas sin las cuales se dificulta mucho el camino de esta construcción.

La posibilidad de autoconocerse, la autorregulación, la capacidad de diálogo, de escucha, de empatía..., la expectativa de cambio cuando se observan situaciones contradictorias a los derechos humanos universales, el optimismo basado en la realidad y no en la fantasía, la autoestima, la autonomía, etc. son habilidades sociales que pueden y deben enseñarse desde la escuela.

Sólo si se aprende a ser empático, por ejemplo, se podrá construir de a poco el valor de la solidaridad. Sólo si se aprende a escuchar activamente, se podrá construir el valor del respeto. Sólo si nos esforzamos, aprendemos y practicamos sistemáticamente el autoconocimiento podremos entender la dimensión humana de los otros. Será entonces menos difícil, aceptar sus fortalezas sin rencores ni envidias y perdonar sus debilidades.

A convivir armónicamente también se aprende. Para que

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