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GUION TEATRAL LAS TRES PREGUNTAS


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2017  •  Síntesis  •  914 Palabras (4 Páginas)  •  585 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CAJAMARCA

FACULTAD DE EDUCACIÓN

DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN PRIMARIA[pic 2]

DOCENTE:                 Andrés Valdivia Chávez

ALUMNA:

  • Rodríguez Solón, Blanca Araceli

TEMA:                         Guión teatral.

ASIGNATURA:         Comunicación Artística y Expresión Corporal

ESPECIALIDAD:        Educación Primaria

CICLO:                         III ciclo

CAJAMARCA - 2015

LAS TRES PREGUNTAS

(Un salón del palacio. El lugar en el que el Rey recibe las visitas).
(Entran la Princesa y un joven de aspecto humilde, llamado Juan).
JUAN.- No saldrá bien.
PRINCESA.- Sólo tienes que decirle a mi padre que quieres casarte conmigo. Y que yo te quiero.
JUAN.- ¿Y si no le gusto? Tú eres la princesa y yo el jardinero.
PRINCESA.- Dile que cuidarás de mí como de una rosa.
JUAN.- ¿Y si me encierra en el calabozo?
PRINCESA.- Mi padre es un buen hombre, campechano, pacífico y bondadoso.
REY.- ¿Dónde está ese cocinero? Lo haré asar a fuego lento.
JUAN.- ¡Ay, santa Margarita! (Sale Juan).
PRINCESA.- ¡No seas cobarde! (Entra el Rey).
REY.- ¿El Rey un cobarde?
PRINCESA.- No te lo decía a ti, papá. Hablaba con mi novio.
REY.- Ah, bueno. Una pelea de enamorados. (Sale el Rey).
REY.- (Que entra al instante. Muy nervioso). ¿Cómo que tu novio? ¿Quién es ese bigotudo, ese descamisado, ese villano?
PRINCESA.- Ha venido a hablar contigo.
REY.- (Más calmado). Eso es otra cosa. ¿Es el príncipe Abelardo?, ¿el general Pancracio?, ¿o acaso el otro príncipe, Casimiro?
PRINCESA.- Se llama Juan. Ahora lo hago entrar. (Sale la Princesa).
REY.- No conozco a ningún príncipe Juan. ¿Tal vez un almirante? (Entra Juan, empujado por la Princesa).
REY.- (A Juan). ¿Por qué llevas esos ropajes de pobre? ¡Comprendo! Vienes de incógnito, para que nadie sepa que eres un príncipe.
PRINCESA.- No es un príncipe, papá; es jardinero.
REY.- ¿Un rico mercader con muchos jardines?
JUAN.- No majestad, soy el jardinero de palacio.
REY.- Largo de aquí.
PRINCESA.- Papá… Nos queremos.
JUAN.- (Con voz muy débil). La cuidaré como a una rosa.
REY.- ¿Roca? ¡Mi hija no es una piedra!
REY.- ¡Silencio! No la cuidarás ni como rosa, ni como roca; ni tampoco como oca. No os casaréis.
PRINCESA.- Si no me caso con él, no me casaré con nadie. Además, mamá lo sabe y está de acuerdo.
REY.- ¡Traición en mi propia familia! ¿Tú madre, eh? (El Rey, pensativo, da vueltas por el salón. Habla para sí mismo). La reina está de acuerdo. La que me espera si me opongo sin más explicaciones. (Se detiene de improviso y habla a los presentes). De acuerdo. Os casaréis. (Con voz grave). Os casaréis si tu novio responde correctamente a tres preguntas.
PRINCESA.- Papá, no es justo.
REY.- Si es incapaz de responder a tres preguntas, ¿cómo puede aspirar a ser rey?
JUAN.- Acepto, majestad.
PRINCESA.- ¿Aceptas?
REY.- Bien dicho, muchacho. Atento pues a las tres preguntas.  Primera: ¿cuánto pesa la tierra de todo el mundo? Segunda: ¿cuánto valgo yo? Y tercera: ¿qué pensamiento tengo yo ahora?
JUAN.- ¡Vaya!
REY.-Y mañana a esta hora tendrás que responderlas.
(Salen el Rey).
JUAN.- Menudo lío. ¿Qué vamos a hacer ahora?
PRINCESA.- No te preocupes. Tengo una idea. (Sale la Princesa).
JUAN.- Temo cuando dices que tienes una idea. ¿Qué idea? (Sale Juan).
(Se cierra el telón y aparece el rey).
REY.- Yo estoy aquí. ¿Dónde estás tú, Luján?
(Entran la Princesa, vestida con las ropas de Juan, y éste con las de la Princesa).
PRINCESA.- (Con voz grave). Me llamo Juan y no Luján.
REY.- Vamos a lo que vamos. Al pan, pan. (A Juan vestido de princesa). Hija mía, ¿qué te pasa hoy?, ¿has engordado o has dormido mal?
JUAN.- (Con voz aflautada). La emoción no me ha dejado dormir, papá.
REY.- Hablas como tu abuelo, cuando se cayó al pozo y pasó allí tres días.
PRINCESA.- (Como Juan). Vamos a lo que venimos, majestad.
REY.- Bien dicho, muchacho. A ver, ¿cuánto pesa la tierra de todo el mundo?
PRINCESA.- (Como Juan). Majestad, si me quita usted antes las piedras…
REY.- (Después de una sonora carcajada). Bien dicho, muchacho. Si no se quitan antes las piedras, no hay manera de poder pesar la tierra. (Ríe). Bien, la doy por buena. (Juan y Princesa se abrazan).
REY.- Ante todo moderación. Vamos a por la segunda: ¿cuánto valgo yo?
PRINCESA.- (Como Juan). A Jesús, el hijo de Dios, lo vendieron por treinta monedas de oro. Usted valdrá un poco menos, digamos veintinueve monedas de oro.
REY.- Bien dicho, muchacho. Este chico me está gustando. (Mira a Juan vestido como princesa). ¡Hija mía!, qué fea estás hoy. Perdona que te lo diga.
PRINCESA.- (Como Juan). Vamos a la tercera.
REY.- Eso es, eso es. A ver, ¿qué pensamiento tengo ahora?
PRINCESA.- (Como Juan). Majestad, usted piensa que habla con Juan… (Ahora con su voz normal)… Y con quien habla es con la Princesa.
REY.- ¿Qué significa esto?
PRINCESA.-
Es el amor, papá. Lo que le falta a uno, trata de completarlo el otro.
JUAN.- Y las respuestas han sido correctas.
REY.- Pardiez, eso es cierto. (Se pasea meditabundo por la habitación).
Además, tu madre está de acuerdo, claro. (Sigue con su paseo).
PRINCESA.- Papá…
REY.- Está bien, lo doy por bueno. Si habéis resuelto este problema, bien podréis resolver otros. Podéis casaros si queréis.
JUAN.- ¿De verdad?
REY.- Sí, palabra real, Pero, por el abuelo Pancracio, id a vestiros como Dios manda. No vayan a decir que el nuevo príncipe se viste con ropas de mujer. (Juan y Princesa se abrazan y salen). ¡Ay, el amor!
(Sale el Rey).
FIN

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