Infelicidad
glinysg8 de Marzo de 2015
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Muchas personas se imaginan que pueden, a través de una enfermedad o de su propia muerte, hacerse cargo del sufrimiento o de la culpa de otros miembros de su familia. También puede que enfermen, que se accidenten o incluso que se suiciden por anhelar reunirse con algún miembro de su familia, consiguiéndolo gracias a su propia muerte.
Las observaciones y comprensiones obtenidas gracias a las constelaciones y relatadas a continuación, ayudan a penetrar las imágenes que enferman y a superarlas de manera sanadora.
El vínculo y sus efectos
Por destino, todos los miembros de una familia están vinculados a todos los demás miembros. Entre padres e hijos, este vínculo es el más potente. Actúa igualmente con fuerza entre los hermanos y en la pareja. Un vínculo particular, marcado por el destino, nace con aquellas personas que han liberado su sitio para otros en la familia, sobre todo con aquellas personas que han tenido un destino difícil. Es el caso por ejemplo entre los hijos de un segundo matrimonio del hombre y su primera esposa, cuando ella ha muerto en un parto.
Similitud y compensación
El vínculo provoca en los que nacen ulteriormente, los miembros más frágiles, una necesidad de retener al miembro más antiguo y más fuerte o, si ya ha muerto, la necesidad de seguirlo. El vínculo provoca también el impulso, en los que disfrutan de una “ventaja”, de parecerse a aquellos que sufren una “desventaja”. Así, los niños sanos quieren igualarse a sus padres enfermos y los niños inocentes a sus padres y ancestros culpables.
Este vínculo hace que las personas sanas se sientan responsables por las personas enfermas, así como las inocentes por las culpables, las felices por las infelices y las vivas por las muertas.
Aquellas personas que benefician de una ventaja con respecto a otras están a menudo dispuestas a poner en juego y a renunciar a su salud, a su inocencia, a su vida y a su felicidad a cambio de la salud, inocencia, vida y felicidad de otros. Porque abrigan la esperanza de que, gracias a la renuncia a su propia vida y felicidad, conseguirán asegurar o incluso salvar la vida y felicidad de otros miembros de esta comunidad de destinos. Hasta esperan poder recuperar o reconstruir la vida y felicidad de otros miembros, incluso cuando estas vidas han sido perdidas hace tiempo y para siempre, y que todo ha acabado ya.
Debido al vínculo y al amor que lo acompaña, reina en la comunidad de destinos familiar y genealógica una necesidad irresistible de compensación entre la suerte de los unos y la desgracia de los otros, entre la inocencia y la felicidad de los unos y la culpa y la desdicha de los otros, entre la salud de los unos y la enfermedad de los otros, entre la vida de los unos y la muerte de los otros. A raíz de esta necesidad y cuando un miembro de la familia ha sido infortunado, quiere otro miembro de la familia ser igualmente infortunado. Cuando un familiar enferma o se vuelve culpable de algo, otro miembro familiar sano e inocente enferma o se vuelve culpable. Y cuando un familiar querido fallece, otro miembro vivo y próximo a él desea la muerte.
Así es como se alcanza, a través del vínculo y de la compensación, dentro de esta comunidad estrecha de destinos, un ajuste y una participación a la culpa, a la enfermedad, al destino y a la muerte de otros; así es como se llega al intento de pagar con la propia desgracia la salvación de otro, con la propia enfermedad la salud de otro, con la propia culpa o expiación la inocencia de otro, con la propia muerte la vida de otro
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