LA REVOLUCIÓN MEXICANA
milahp28 de Enero de 2015
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LA REVOLUCIÓN MEXICANA
Uno de los acontecimientos de mayor trascendencia del siglo pasado, particularmente para América Latina, fue la revolución mexicana, iniciada en 1910. México estaba gobernado por el general Porfirio Díaz (1830-1815) que durante largos años –desde fines del siglo XIX- imponía su férrea voluntad en el país. La constitución política era mellada; las libertadas ciudadanas, recortadas; la represión de las protestas contra su régimen opresor se acallaban con dureza. La riqueza nacional, sobre todo el petróleo, era absorbida por el capital extranjero. Y aunque le interesaba el aspecto material de la economía, el aspecto moral del país iba hacia el precipicio. Los asesores del presidente se inscribían en la corriente filosófica del positivismo y se les conocía como “los científicos”, entre los cuales hubo algunos intelectuales connotados.
Previos fallidos motines, la revolución estalló el 20 de noviembre de 1910, año en el que Díaz, una vez más, se impuso en las elecciones. Pero como el alzamiento popular avanzó, se vio obligado a dimitir en 1911. Francisco I. Madero fue el iniciador del movimiento, en torno del cual se congregaron los luchadores por la libertad y la justicia social. Su lema, “sufragio efectivo; no reelección”, tuvo acogida en las mayorías populares, que además del cambio político, exigían rumbo social, particularmente, la liquidación del latifundismo mediante el reparto de la propiedad de la tierra, del que fue abanderado Emiliano Zapata, representante del espíritu agrarista, cuyas palabras “Tierra y Libertad”, calaron hondamente entre los campesinos, víctimas de secular explotación por parte de los grandes hacendados.
Con avances y retrocesos, adhesiones y felonías entre sus caudillos militares y civiles, la revolución mexicana, fue un largo proceso que costó numerosas vidas. Movimiento espontáneo pero vigoroso, con improvisaciones y tanteos, superados por la fuerza vivificante del pueblo, no se guió por una ideología específica, comenzó sin un plan concreto, se hizo sin un programa delineado. Sin embargo, se convirtió en la primera revolución social –no socialista- del siglo XX. De la acción contra la reelección presidencial, la falta de libertad, el avance imperialista sobre las riquezas del país, la explotación del indígena, y después de años de lucha armada y derramamiento de sangre, la revolución pasó a un cause doctrinario y se institucionalizó mediante la Constitución de Querétaro, aprobada en 1917, durante el gobierno de Venustiano Carranza.
En el fragor de la contienda, surgieron, junto a los caudillos militares, espontáneos líderes populares, entre ellos, Doroteo Arango, más conocido por su sobrenombre de Pancho Villa, de firme postura agrarista y antifeudal. La defensa de la soberanía, el rechazo al imperialismo estadounidense, la bandera nacionalista y al mismo tiempo latinoamericanista, la política agraria a favor del campesino y cierta posición anticlerical, estuvieron presentes en los principales caudillos y en decisiones de los gobiernos nacidos al calor de la revolución. El derecho de los trabajadores a sindicalizarse y defenderse, la separación de la Iglesia y el Estado, el pregón de la unidad de América Latina, el reconocimiento de la ciudadanía continental, la defensa de la identidad cultural, el apoyo a la creación artística y el gran impulso que mereció la educación, le dieron a México un nuevo rumbo. Durante el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924), el país alcanzó notoriedad en el campo educativo, gracias al dinamismo de la Secretaría (Ministerio) de Educación dirigido por el maestro José Vasconcelos. Campañas de alfabetización, “misiones culturales” dirigidas a poblaciones del campo y de las montañas, edición de libros, creación de bibliotecas, cultivo y difusión de las artes, apoyo a los pintores –cuyos murales aún se aprecian
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