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La Identidad Nacional


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  1.844 Palabras (8 Páginas)  •  317 Visitas

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1. Introducción

En la actualidad, el mundo es diferente, está en constante cambio, y los eventos que ocurren cotidianamente, en nuestro país, están relacionados con situaciones que se presentan en otros luga res del planeta. La globalización tiene responsabilidad en este fenómeno, ya que no sólo abarca aspectos económicos, sino, también, políticos, sociales y hasta culturales; los cuales forman parte de lo que ocurre en la realidad; pero cada vez con mayor intensidad y alcance.

La cultura, la identidad y la globalización mantienen una estrecha relación, un vínculo que no es posible romper porque son parte uno del otro e intervienen en la construcción de cada concepto. Por ejemplo no se puede hablar de identidad, y dejar a un lado la cultura y la globalización, porque en la construcción de la identidad de cada individuo se hacen presentes la cultura y la globalización.

La identidad nacional es un proceso histórico y geográfico, dinámico y en constante transformación, en otras palabras: está sujeta al cambio. Es construida por los individuos y diferentes grupos sociales que nacen o viven en un territorio mediante el discurso ideológico homogenizador y reproductor del imaginario nacional y, por otra parte, la influencia cultural expresada por las interrelaciones con otros países, la cual se ha acelerado por medio del fenómeno de la globalización.

Este último aspecto tiene un impacto profundo no sólo en el campo económico, sino, también, en el intercambio de información, ideas, valores y comportamientos que asimilan las personas por medio de conductas, símbolos y significados que tienen que ver con la imitación de modelos culturales foráneos.

Pero existe un punto en común en el contexto de este ensayo, y es entender que estamos ante un proceso evolutivo, dinámico y complejo, que forma parte de los procesos de socialización que vinculan las prácticas cotidianas de los individuos, mediante la diversidad y el intercambio cultural.

Qué es la globalización?

Como señala Joaquín Estefanía “se trata de un proceso de naturaleza política, económica y cultural, por el cual las políticas nacionales tienen cada vez menos importancia y las políticas internacionales, aquellas que se deciden en centros alejados de la vida cotidiana de los ciudadanos, cada vez más”. (Joaquín E.; 2003: 70)

Estamos de acuerdo con este concepto puesto que la globalización a desplazo la identidad nacional y en vez de ello ha sustituido una identidad internacional, ya que, con los avances tecnológicos, el incremento de las relaciones comerciales, los movimientos migratorios y las transformaciones político-económicas, han provocado no sólo una mayor integración global, sino una relativa interdependencia que alcanza, prácticamente, todos los aspectos de la vida social: la economía, la política, la ecología, la comunicación, la cultura e, incluso, el fenómeno de la identidad.

La globalización acentúa los procesos de cambio social, fenómeno mediante el cual los medios de comunicación masiva, tales como la televisión por cable, satélite, Internet y otros, juegan un importante papel en el intercambio de información y flujo de ideas, conocimientos, valores y, por consiguiente, el entorno cultural se transforma aceleradamente. Desde este punto de vista, a éstos “…se les responsabiliza de promover estereotipos errados de las condiciones de joven, inducir valores y prácticas foráneas que dificultan el desarrollo de las identidades, promover prácticas consumistas, egoístas, y superficiales…” (Garro; 2002:27).

Por tanto, la influencia de los medios de comunicación debe verse como un eje problematizador en la construcción de las identidades nacionales y no solamente de aquellas posiciones que tienden a responsabilizarlos de homogenizar las mentalidades de sus audiencias al ofrecer a todos los individuos los mismos contenidos.

Para algunos sectores sociales, el fenómeno de la globalización cultural incide en la denominada crisis de identidad, ya que han sido adoptadas actitudes y conductas ajenas, por la influencia de la industria cultural y de los medios de comunicación. Garro afirma que “… durante las últimas décadas, gran parte de la sociedad, se encuentra sometida a un acelerado proceso de deformación de sus hábitos, costumbres y actitudes” (Garro; 1977:9). Desde este punto de vista, la globalización se presenta como un proceso unificador al interior de las naciones. No obstante, Leandro plantea que la realidad ha reflejado una serie de contradicciones al interior de los Estados Nacionales, lo cual ha propiciado prácticas discriminatorias hacia ciertos grupos marginados de la sociedad, y considera que:

…a pesar de que el discurso de la globalización se presenta como unificador (de economías, mercados, fronteras, entre otros), en la realidad suceden situaciones bastante distintas, los procesos de xenofobia y de discriminación social en general se agudizan y cada vez se con- vierte más en un mundo polarizado donde sólo existen los excluidos y los incluidos, aunque ambos lugares sean, y quizá esto resulte paradójico, globalizados. (Leandro; 2002:52)

El discurso de la homogenización cultural, basado en principios tales como el individualismo y el consumismo, encuentra en la población joven uno de los sectores más receptivos a las nuevas ideas. Pero los intercambios que se dan por medio del proceso de interacción social, no necesariamente deben verse a la luz de una relación pasiva; esto por cuanto se considera que la juventud participa y aporta en esa relación, gracias al proceso de socialización.

Entonces, si bien es cierto que, dentro de la contextualización histórica del surgimiento de la globalización, lo económico es importante, ésta no es la única variable que debe tomarse en cuenta, pues existen otros elementos importantes como lo social, lo político y lo cultural que inciden en la construcción de los procesos de identidad. Ante esta situación histórica, que nos muestra una integra- ción, es necesario analizar la posición de nosotros los jóvenes en toda esta maraña de cambios, ya que si se quiere determinar los retos del educador en el contexto de la globalización, se debe tener claro el mundo y los problemas que enfrenta la juventud de inicios del siglo XXI.

3. Cultura, educación y juventud

A través de la historia, la educación ha jugado un rol conservador en la conformación de una identidad nacional, en el marco de ciertas normas, y ciertos ritos y valores de carácter nacionalista. El aspecto formativo no sólo debe enfocarse en el resguardo de ciertos valores sociales, sino que el mismo proceso educativo debería ser lo suficientemente flexible y dinámico como para aceptar la realidad cambiante del sistema de la sociedad o de cada grupo humano. Por consiguiente, primero hay que comprender el entorno sociocultural en que vivimos y, luego, propiciar alternativas hacia la formación de personas humanistas, respetuosas del ambiente, y tolerantes de las prácticas culturales de otros grupos humanos y del ambiente en que vive y convive cotidianamente.

Es claro que los procesos de identidad responden a un contexto específico, en el que los individuos y los grupos comparten distintos espacios sociales, por medio de su interacción comunicativa, sus comportamientos y los símbolos culturales. Esos espacios son sitios de dominación y resistencia, de conformismo y oposición, de subordinación o crítica; por eso se afirma que la escuela “…es un sitio cultural y político que representa un espacio de contestación y lucha entre grupos diferentes en el que se construyen y reconstruyen los contenidos culturales y las relaciones sociales” (Denis; 1995: 5).

Por ello, se impone la necesidad de analizar en las aulas los elementos valorativos, los comportamientos y significados de la juventud y que tienen estrecha conexión con las prácticas culturales que incorporan en su cotidianidad. Entonces, es necesario no sólo observar o caracterizar dichos cambios, sino, también, reflexionar sobre la responsabilidad que tiene el docente para practicar una educación inclusiva, vivencial y respetuosa de la diversidad. En este sentido, uno de los conceptos actuales de aula es el referido a aquel espacio donde se construye una pluralidad de saberes con sentido y significado cultural.

Posiblemente, el mundo actual no es fácil de entender para la juventud ya que nos encontramos en un proceso de reflexión acerca de todo lo que nos rodea. Esto por cuanto los intereses económicos mundiales de una sociedad globalizada, quieren a un joven absorto del mundo real, que tenga como prioridad el consumo y no la creación. Ello plantea una visión subjetiva, estereotipada por las telenovelas, los juegos de vídeo, el Internet; los cuales los convierten en un objetivo de mercado y les ofrece sexo, violencia, drogas, modas, entre otras manifestaciones sociales, para estar a tono con la época, haciéndoles creer que lo pasado es obsoleto.

Pero, para Achugar, citado por Rivera , la construcción de las identidades no es un tema de simple análisis, ya que por ejemplo “…el llevar una camiseta con el logo de Guns N’ Roses, escuchar rock extranjero o, bien, comer hamburguesas en Burger King, no quiere decir que no estén identificados con su país” (Rivera; 1997:8). Entonces, no se puede medir la identidad nacional sólo con este tipo de parámetro, lo que falta es comprender la dinámica del cambio social.

La escuela, el colegio, las universidades constituyen uno de los lugares más apropiados para reconocer la forma en que los y las estudiantes, como seres pertenecientes a una comunidad, se identifican con ella o no; pues ahí, tanto estudiantes como educadores, comparten no solamente conocimientos, sino, además, valores y actitudes que forman parte de su identidad. Asimismo, los jóvenes reciben diferentes aportes culturales que los identifican y, a la vez, los diferencian de los demás grupos sociales.

4. Identidad nacional: contextualización histórico-geográfica

La identidad es producto de un proceso que se ha construido y reconstruido a lo largo del tiempo y que tiene estrecha relación con las particularidades culturales propias de cada región geográfica y de las características que identifican a los pueblos en un momento histórico determinado. En esta construcción, la geografía tiene correspondencia con la historia, para interpretar y entender el pasado de un pueblo en relación con los elementos espaciales, sociales, económicos, políticos y culturales que se han modificado a través del tiempo. Meléndez afirma que “…la geografía, conjuntamente con la historia, ha permitido el conocimiento del territorio y del pasado, elementos indispensables en los procesos de construcción nacional. Todo eso se puede observar tanto en los libros geográficos como en los utilizados en la enseñanza de las disciplinas, como también en el material cartográfico” (Meléndez; 2004:81).

Sobre este particular, este autor señala que el surgimiento de una identidad nacional ha sido parte de un proceso gradual que se caracterizó por el surgimiento del Estado- Nación (que se sustenta en el concepto de soberanía y del contrato social entre el pueblo y el gobierno) y la delimitación de las fronteras políticas, lo que fortaleció el carácter de pertenencia a un determinado territorio; además de la construcción de un discurso político-ideológico por parte de las elites dominantes por medio de un modelo homogenizador, fortalecido por el estado a través de la educación y que, a la fecha, ha permitido mantener un imaginario nacional “…que a su vez evoluciona y cambia diariamente, para mantener su relevancia y significado” (Meléndez;2004:27).

La posición de una construcción histórico-geográfica del proceso de identidad es cohesionada por la cultura de cada pueblo, su manera de vivir y de socializar. Entonces, cabe indicar que la identidad nacional permite “…a los miembros de un grupo social que compartan una historia y un territorio común, así como otros elementos socioculturales, tales como un lenguaje, una religión, costumbres e instituciones sociales…”. (Leandro; 2002:54).

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