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La Liebre Y La Tortuga


Enviado por   •  5 de Marzo de 2015  •  375 Palabras (2 Páginas)  •  1.115 Visitas

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Portada › Artículos › Ocio › Cuentos infantiles

Fábulas para niños. La liebre y la tortuga

Fábulas infantiles para educar a los niños

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Las fábulas son cortas y breves narraciones literarias, normalmente en verso, que terminan siempre con un mensaje de enseñanza o moraleja de carácter instructivo para los niños.

Sus personajes casi siempre son animales u objetos ficticios, como en 'La liebre y la tortuga'. Las fábulas son una buena vía para entretener y educar al mismo tiempo, a los niños, mientras ayuamos a desarrollar su imaginación.

La liebre y la tortuga

Fábula de la liebre y la tortuga, sobre el esfuerzo

En el mundo de los animales vivía una liebre muy orgullosa y vanidosa, que no cesaba de pregonar que ella era la más veloz y se jactaba de ello ante la lentitud de la tortuga.

- ¡Eh, tortuga, no corras tanto que nunca vas a llegar a tu meta! Decía la liebre burlándose de la tortuga.

Un día, a la tortuga se le ocurrió hacerle una inusual apuesta a la liebre:

- Estoy segura de poder ganarte una carrera

- ¿A mí? Preguntó asombrada la liebre.

- Sí, a ti, dijo la tortuga. Pongamos nuestras apuestas y veamos quién gana la carrera.

La liebre, muy ufana, aceptó. Todos los animales se reunieron para presenciar la carrera. El búho señaló los puntos de partida y de llegada, y sin más preámbulos comenzó la carrera en medio de la incredulidad de los asistentes.

Confiada en su ligereza, la liebre dejó coger ventaja a la tortuga y se quedó haciendo burla de ella. Luego, empezó a correr velozmente y sobrepasó a la tortuga que caminaba despacio, pero sin parar.

Sólo se detuvo a mitad del camino ante un prado verde y frondoso, donde se dispuso a descansar antes de concluir la carrera. Allí se quedó dormida, mientras la tortuga siguió caminando, paso tras paso, lentamente, pero sin detenerse.

Cuando la liebre se despertó, vio con pavor que la tortuga se encontraba a una corta distancia de la meta. Salió corriendo con todas sus fuerzas, pero ya era muy tarde: ¡la tortuga había ganado la carrera!

Ese día la liebre aprendió, en medio de una gran humillación, que no hay que burlarse jamás de los demás. También aprendió que el exceso de confianza es un obstáculo para alcanzar nuestros objetivos

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