La Maravillosa Granja De Mc Broom
Pauli2911 de Abril de 2013
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Caso real: Monjas endemoniadas
Tradicionalmente, Francia ha sido el país donde se ha producido el mayor número de incidentes relacionados con supuestas presencias diabólicas en edificios de carácter religioso. Uno de los casos documentados más antiguos tuvo lugar en un convento de la localidad de Cambrai, al norte del país, en 1491. La protagonista inicial de los hechos fue Jeanne Potière, una de las monjas, que comenzó a manifestar un comportamiento extraño.
Poco a poco, su conducta anómala se contagió al resto de las hermanas. En un principio se trató de sucesos triviales, como la ocultación de algunos objetos de uso cotidiano. Sin embargo, muy pronto se observó que las religiosas sufrían convulsiones sin explicación aparente. En los textos conservados se describen los rostros crispados de las monjas y cómo sus cuerpos eran sacudidos por violentos espasmos.
También se hace hincapié en que éstas parecían dotadas de una fuerza sobrehumana, capaz de poner en serias dificultades a hombres fornidos que trataban de sujetarlas. Lejos de remitir, los fenómenos aumentaron su intensidad. El convento parecía un manicomio. Las monjas corrían despavoridas, emitiendo sonidos guturales y aullando por los campos colindantes como perros asilvestrados. Aunque contaron con la asistencia de sacerdotes que practicaron exorcismos y de médicos que aplicaron terapias naturales, nada de ello surtió efecto. Finalmente, una de las novicias acusó a Jeanne Potière de ser la culpable de todo lo ocurrido. Tras interrogarla, las autoridades eclesiásticas la condenaron a cadena perpetua por, según éstas, haber cohabitado con el Maligno desde que tenía nueve años y realizar actos monstruosos en el interior del convento.
Más conocidos fueron los sucesos que tuvieron lugar en Loudun, una población cercana a Poitiers. En 1632, los rumores de que un convento de ursulinas había sido invadido por el Demonio se extendieron por el suroeste de Francia. Varias monjas aseguraban haber visto al fantasma de su confesor, que había fallecido recientemente. Al igual que en Cambrai, muchas de ellas comenzaron a sufrir violentos espasmos, hasta el extremo de quebrarse los dientes al apretarlos con inusitada fuerza. Además, las religiosas proferían maldiciones, blasfemias y lanzaban escupitajos. De aquellos hechos se culpó a Urbain Grandier, un sacerdote con fama de arribista y mujeriego. De hecho, durante los exorcismos practicados a las religiosas, éstas declararon actuar por mandato de aquél. Quemado vivo Aunque trató de rebatir las acusaciones, Grandier no contaba con que una de las monjas supuestamente poseídas estaba emparentada con el cardenal Richelieu, el hombre más influyente de Francia en aquella época. El infortunado sacerdote no pudo evitar su arresto. Fue sometido a tormento y, finalmente, quemado vivo en la plaza de Loudun en 1634.
También en España se dieron casos similares. Uno de los más destacados sucedió en Madrid, en el Monasterio de la Encarnación, más conocido como Convento de San Plácido. Los sucesos merecen un especial análisis. Durante el siglo XVII se produjo un notable aumento de las vocaciones religiosas en España, auspiciado en buena medida por las duras condiciones de vida. Las continuas guerras, la hambruna, las malas cosechas y las epidemias provocaron pobreza, frustración y desamparo. Muchas personas optaron entonces por acogerse a la vida clerical, aunque sólo fuera para asegurarse el sustento. En el marco de este fervor religioso inducido por las penurias cotidianas, debemos situar la fundación del Convento de San Plácido, el 23 de abril de 1623. La impulsora de este proyecto fue Doña Teresa Valle de la Cerda, una persona bien conectada con los círculos próximos al poder gracias a lazos familiares. Junto a otras 29 mujeres entró a formar parte de San Plácido, con Jerónimo de
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