La criogenización.

La criogenización

El hombre a lo largo del tiempo siempre ha tratado de llegar ser inmortal, pero el problema es que siempre la muerte toca a cada hombre. Frente a la muerte de una persona querida, por enfermedades desconocidas, accidentes, nadie puede declararse indiferente; se quiera o no, en la muerte de otra persona, de una u otra manera cada uno ve la suya y se pregunta si con la muerte, el hombre cae y se disuelve en la nada o por el contrario sobrevive a ella. Si después de la muerte no hay nada, ¿Qué sentido tiene la vida? Si el hombre está destinado a desaparecer total y definitivamente con la muerte, ¿De qué vale entonces vivir, comprometerse, si todo está destinado a desaparecer en la nada?

Algunas personas creían que la sangre era uno de los métodos por el cual uno podía llegar a ser inmortal, tal es el caso de la condesa Isabel Bathory, de la nobleza rumana, la cual pensaba que bañarse en sangre humana la llevaría a ser inmortal, para esto contrataba a los campesinos como sirvientes los cuales solo tenían como propósito ser asesinados. Cuando ya no encontraba “voluntarios” los secuestraba. Pero hoy en día la realidad ha cambiado, tanto así que el hombre ha logrado desarrollar mecanismos por el cual uno puede darle la batalla a la muerte. Tal es el caso de la muy poco conocida criogenización.

La palabra criogenización proviene del griego “kryos” cuyo significado es la palabra frio. La criogenización es un método por el cual se somete a una persona a condiciones de frio intenso con el objeto e preservar su cuerpo. En otras palabras el término correcto es criopreservar.

La criogenización siempre ha sido vinculado con el tema de la inmortalidad por la gran mayoría de personas que conoce el tema, que solo en partes tienen un poco de razón. El verdadero objetivo de los investigadores y practicantes del proceso de criogenización siempre será la preservación del cerebro, a fin de mantener las funciones vitales de la estructura biológica cerebral, considerada como la más relevante para la instancia de reanimación.

Es comprensible que estas personas tengan como objetivo primordial al cerebro, puesto que, si bien un organismo no puede funcionar sólo con él, el cerebro es el verdadero CPU de gran parte de las funciones vitales de un cuerpo con vida. Asegurar que los circuitos neuronales del cerebro sigan emitiendo señales y reservando información vital relacionada con la conciencia, aumenta considerablemente las posibilidades de que un cuerpo supuestamente “resucitado” o implantado, reciba alguna señal que le proporcione ciertos indicios de que puede volver a funcionar como un cuerpo vivo.

Por una parte cabe señalar que las primeras insinuaciones, de que la vida podía ser preservada se remonta al año 1773, en una carta del muy famoso estadounidense Benjamín Franklin (inventor del pararrayos). Después

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