Lobo

Lobo

Comenzaba el juego brutal y sublime de un lobo asechando a su presa a lo lejos, observando y estudiando cada moviendo. Éste se daba a la tarea de ganar territorio sin perder detalle de su pequeño alimento.

Observaba, analizaba y se mostraba indiferente a una distancia razonable del pequeño conejo, tenía hambre y como buen depredador ansiaba poder disfrutar de la pequeña presa y que la cadena alimenticia no perdiese su curso.

Sentía hervir su sangre al estar frente a él pero sabía que sería un movimiento estúpido atacar sin haber estudiado a su presa, quería con sus filosos dientes destrozarlo, probar la sangre fresca que de él emanaba. Sabía perfectamente su rol de depredador; la naturaleza le había dado un regalo magnífico y portaba orgulloso sus dientes, era ágil, fuerte y sentía una felicidad inmensa de ser él quién disfrutaría del festín.

Simplemente el conejo constituía un placer sencillo y momentáneo para su paladar pero disfrutarlo costaba tiempo, estrategia e inteligencia.

Aquel lobo seguía los pasos del pequeño y deambulaba vivamente tratando de conseguir a "ese " conejo, aquel que consideraba suyo porque la naturaleza lo había puesto en su camino, el juego implícito que mantenía con él lo llamaba, lo seducía, aunque no terminará de comprender del todo que le atraía tanto de aquella situación.

Él no podía perder más tiempo, puesto que sus dientes le pedían morder, su cuerpo y su propia naturaleza le exigía concluir con aquella caza, misma que se había prorrogado demasiado. Con su mirada asesina atacaba con tal brutalidad el cuello de su presa dejándola sin posibilidad de escape, el pequeño intentaba escapar pero en el intento perdía el aliento y las fuerzas de huir, por primera vez comenzaba a estar consciente de su fragilidad, su raciocinio le permitía entender que sería el final de su pequeña existencia, con los dientes atravesados en su yugular se deleitaba de su propio dolor.

La naturaleza había tomado su curso y el lobo tomó el pequeño cuerpo sin piedad ni reservas. Era un juego en el cual los participantes conocían perfectamente sus roles y ellos se dejaban envolver por una naturaleza que no podían cambiar o en su defecto no harían nada al respecto, el acto del lobo degollando al pequeño era sublime y resultaba vulgar intentar buscar el equilibrio en un hecho inamovible, era como tratar de apoyarse sobre un punto inestable o inexistente mientras la tierra intenta hacerte caer.

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