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Los fósiles como prueba de la evolución: un problema en los libros y en el aula


Enviado por   •  7 de Agosto de 2020  •  Ensayos  •  6.324 Palabras (26 Páginas)  •  210 Visitas

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LOS FÓSILES EN LOS LIBROS Y EN EL AULA ¿PODEMOS HABLAR DE PRUEBAS DE LA EVOLUCIÓN?

BERI, Christian (UNTREF / DGCyE)

Resumen

Los textos de nivel medio de enseñanza de Biología y compendios de Fundamentos de Biología refieren habitualmente al tema de los fósiles cuando tratan la teoría de la evolución. Convertida en cita obligada, aparece como una de las “pruebas” de la evolución. Pero esta idea confronta con la percepción de lo emblemático y polisémico del concepto de evolución para las disciplinas biológicas y las teorías que la explican a lo largo de la historia de la biología. Se presentan aquellas interpretaciones que responden a diferentes marcos teóricos -evolutivos y no evolutivos- que intentaron conceptualizar el registro como evidencia de extinciones masivas y centros de creaciones sucesivas, así como a teorías que explicaron la transformación de las especies para rechazar la idea de extinción; también se constata que pudo apelarse al registro como sustento empírico de una evolución orgánica lineal y direccionada o como evidencia de la actuación de la selección natural en diferentes niveles jerárquicos. Se analizan las consecuencias de un enfoque histórico más atento a los cambios teóricos en relación al registro y las consecuencias de estas visiones, especialmente en los contextos de enseñanza.

Introducción

Los textos de nivel medio de enseñanza de Biología y compendios de Fundamentos de Biología refieren habitualmente al tema de los fósiles cuando tratan la teoría de la evolución. Convertida en cita obligada, aparece como una de las “pruebas” que indican el hecho de la evolución. Estas expresiones aparecen generalmente vinculadas con nociones históricas sospechosamente consideradas como antecedentes de las ideas evolutivas.

Un análisis historiográfico más atento a las teorías que enmarcan la interpretación de los fósiles, permite reconocer los sesgos que determinan la “carga teórica” de los estudios de estas entidades. Si algo es evidente, es que hay diversas conceptualizaciones que conviven en el análisis e interpretación de los fósiles. El objetivo del trabajo es dilucidar algunos componentes del contexto teórico de los diferentes significados de los fósiles y evaluar la aparente unidad que supone la presentación en los libros escolares del fósil como evidencia de la evolución. Para esto se presenta sintéticamente un panorama de los sucesivos cambios teóricos en la historia de las ciencias naturales que enmarcan la interpretación de las colecciones museísticas, así como el registro de campo con el objeto de reorientar este aspecto de la enseñanza de la biología.

Colecciones de fósiles con significado simbólico: meros caprichos de la naturaleza

La pregunta por los fósiles puede remontarse a la antigua Grecia donde encontramos diversas formulaciones. La escuela pitagórica especula sobre el significado de algunos fósiles marinos como indicios de invasiones de la tierra por el mar. Aparecen también explicaciones mitológicas como las de Empedócles en el siglo V a. C. que atribuía a huesos de mamíferos extintos la existencia de gigantes mitológicos, originando un estudio descriptivo denominado gigantología.

Pero los fósiles no estaban asociados en estas formulaciones a restos de seres vivos y es recurrente la mención de una fuerza formadora, en el interior de la tierra, que daba lugar a los fósiles. Aristóteles desde su visión organicista de la naturaleza, los explicaba como intentos fallidos o juegos de la naturaleza que aparecían de manera espontánea en la tierra.

Hasta llegar a las formulaciones de L. Da Vinci, G. Agrícola y B. Palissy, que intentan relacionar los fósiles con la historia de la Tierra en el siglo XVI (Jahn, I. et al, 1989) debe superarse el primer obstáculo en su comprensión ¿Cómo relacionar estas rarezas, de composición netamente mineral con los seres vivos actuales? Como señala Ruse (1983) a nosotros nos resulta “evidente”, que los fósiles son una muestra clara de la antigüedad de la Tierra, porque damos por sentado que son restos de organismos que dejaron de existir desde hace mucho tiempo, implicando un notable salto conceptual, propio de una perspectiva moderna.

Todavía la conceptualización de los fósiles es coherente con el mundo estático y creado, como manifestaciones de las Ideas platónicas plasmadas en el mundo de la materia inerte, del mismo modo que los organismos serían manifestaciones de dichas Ideas plasmadas en el mundo de la materia animada (Ruse, 1983). La imagen del mundo estático e inmutable, estaba firmemente establecida, signada por los sistemas metafísicos de tipo esencialistas de Platón y Aristóteles y asentadas por el cristianismo y la pervivencia de la cronología bíblica.

La perspectiva histórica de la naturaleza como un marco de interpretación de los fósiles

Es en el período de los siglos XVII y XVIII, en el contexto de nuevas y revolucionarias conceptualizaciones científicas cuando los hallazgos de fósiles, comienzan a adquirir significado teórico por vez primera (Bowler, 1998). Sin embargo, no existían todavía acuerdos acerca de qué debían significar. Estamos en un tiempo de convivencia entre formas de pensar tradicionales y otras claramente modernas. Las primeras representadas por una cronología de la edad de la Tierra basada en los relatos bíblicos y las ideas de la cosmología helenista; las segundas estableciendo una relación entre los hallazgos fósiles en capas y depósitos de la corteza terrestre con cambios ocurridos en la superficie terrestre.

Es muy sugerente la opinión de Peter Bowler (1998) acerca de una noción que paulatinamente se consolida en esta época y es clave en relación al significado de los fósiles: reconocer que la Tierra y sus pobladores han cambiado con el tiempo. Esta concepción representa el principal desafío a la visión tradicional de la creación sustentada por un creador sabio y benevolente.

La relación establecida entre la historia de la corteza terrestre y los seres vivos queda establecida. La pregunta que despierta el reconocimiento de comunidades de organismos diferentes a los actuales, puede remitirse a los tres principios del orden universal que caracteriza a los sistemas teóricos más influyente del s XVIII (Jahn, I. et al, 1989). Estos son el principio de plenitud del universo, el principio de continuidad ininterrumpida de las cosas en la “cadena infinita del ser” y el principio de gradación u ordenamiento jerárquico y escalonado de las cosas según su perfección en una “escala de la naturaleza”. Estos principios guiaron a Charles Bonnet en obras sucesivas (1745 y 1764) a ordenar todos los cuerpos animados e inanimados en una serie ininterrumpida donde todos los peldaños de la escala existen simultáneamente, corroborando la eternidad e inmutabilidad de toda la variedad infinita. En este contexto se comprende la búsqueda de los “eslabones intermedios” de la cadena y las “formas de transición”. El objeto de esta búsqueda se concentra en las zonas fronterizas (Jahn, I. et al, 1989) entre reino mineral y animal, entre plantas y animales, animales y hombres, así como entre formas de vida acuática y terrestre, terrestre y aérea. Por ejemplo, el descubrimiento de la Hydra, un Cnidario de agua dulce con apariencia vegetal y capacidad de regeneración particular, alentó tales esfuerzos. En el caso de los fósiles, fueron integrados como aquellos eslabones en la zona limítrofe entre la naturaleza orgánica y la inorgánica (Jahn, I. et al, 1989).

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