Luna Para Iracundos

Ahogar el desamparo en este poema

no fue precisamente el dilema,

el problema fue sacarme del corazón

los celos de la histeria y la razón.

Tampoco fue difícil derrapar al ralentí

de una amargura al frenesí.

Dimití del pasado con un bypass de luto

que frenando a cada minuto

me solivianta al espejo y al retrato

de un niño viejo y celibato.

Entonces ordeno de nuevo el tablero

jugando al juego del torero.

De nada sirve cerrar todas las persianas

cuando el cabreo te toca la ventana

como una golondrina que no canta

por un nudo en la garganta.

No espero que mis ripios den la hora

ni se acuerde de mi la aurora

cuando el olvido deje una postal

de sarcasmo y un mal

recuerdo envilecido en el postigo.

Pero ruego que conmigo

mueran mis quebrantos y querellas,

y aunque tenga que por ella

anestesiar la piltra donde anida la lujuria,

negar lo que me pida hacer la furia

cambiándome de andrajos y bombín

y decir que por fin llego el fin

de mudarme a los faldones del frac

renegando el tictac

del reloj que cuelga en la pared

hambriento y podrido de sed.

Que acaso, el destino no tiene atajo?

que no me sesguen el sueño,

...