Mediterraneidad

LA MEDITERRANEIDAD DEL PARAGUAY CONSTITUYE SU PECADO ORIGINAL

Nacimos con el pecado original de no poseer costa marítima. Y de eso se valen nuestros malos vecinos para buscar nuestro vasallaje. La frase la acuñó el eminente jurista, profesor doctor Juan José Soler, según me comentó el ex canciller, Luis María Ramírez Boettner. Fue en Washington en 1941 en ocasión que el último de los nombrados fue designado secretario general de nuestra embajada en el país de las barras y las estrellas. – Y confirmé la especie del pecado original en las memorias de Soler que usted tan gentilmente me obsequió, me recalcó Ramírez Boettner el día de hoy jueves en un supermercado de nuestra ciudad de Asunción.

El tema vino a cuento debido a que los problemas geopolíticos que sufrimos en la actualidad son los mismos que en un muy lejano ayer cuando el 1 de marzo de 1870, tras la muerte valiente del Mariscal, se consolida nuestra independencia. Quizá porque con este acto sublime digno de un guerrero espartano el mundo se entera del genocidio. La protesta generalizada ante la posible polonización del Paraguay arde en los periódicos de los Estados Unidos y de Europa. Y con qué encono y censura para la Argentina y El Brasil. De pronto, la tríplice pasa a ocupar el banquillo de los acusados.

Rutherford Hayes es designado árbitro en tanto Pedro II ni chista, y por el contrario, es obligado a mantener un ejército de ocupación para evitar que Argentina avance en el Chaco más allá del río Verde. El temor de una intervención americana constituía el CUCO para la monarquía esclavista del Brasil empecinada desde el vamos en destruir a una república de hombres libres. Además a ellos ya no le afectaba pues en 1872 habían comprado al gobierno de Salvador Jovellanos con gabinete y todo lo demás. Pero se vieron obligados en gastar sumas siderales para mantener un ejército ocioso en el Paraguay hasta 1876 fecha del acuerdo del arbitraje con Argentina.

Hoy el problema sigue como ayer. Ahora es Argentina la que nos aprieta en la yugular con más intensidad aún, apoyada por legionarios paraguayos de nuevo cuño como Fernando Lugo y comparsa de socialistas del siglo 21. Incluso éste llegó a participar en un acto oficial en Bolivia con tratamiento de su excelencia por parte del gobierno de ese país cuando es bien sabida su destitución en junio del presente año del cargo de presidente del Paraguay.

En consecuencia debemos manejarnos como relojeros suizos, en los más mínimos detalles, en nuestro relacionamiento con el vecindario hostil. Podemos tener razón en lo jurídico. Pero debemos reconocer que el caso se halla politizado a ultranza. Recordamos que el derecho constitucional constituye en una rama del derecho político. Si deseamos tener un rey o una república el caso no entra en el terreno jurídico sino en el político. Y eso ocurre hoy con nuestros vecinos.

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