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Pedagogia

giovanna20148 de Junio de 2014

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Para comprender qué es esto de la educación escolar, la docencia y el aprendizaje y cuáles son las razones generales para afirmar la existencia de una “crisis”, es imperioso volver algo más de trescientos años. En 1679 aparece publicada la primera edición latina de la Didáctica Magna, de enormes consecuencias en el devenir del pensamiento pedagó- gico moderno. La modernidad en Pedagogía se inaugura con esta obra fun- dante, completa y universalizante. La Didáctica Magna se posiciona respon- diendo al desafío que la modernidad planteaba respecto de la educación del cuerpo infantil. La Didáctica Magna es fundante porque en ella se inauguran aquellos elementos de la escuela que después habrán de parecernos “naturales”. Por ejemplo, el maestro debe enseñar a un grupo de alumnos, los alumnos deben estar distribuidos por “grados”, deben organizarse sistemas de edu- cación simultánea, etc. La Didáctica Magna es el libro de pedagogía que parece constituir una suerte de monumento que expresa y al mismo tiempo honra el origen del pensamiento pedagógico moderno. Muchas obras pedagógicas la antece- dieron, no solamente en el tiempo, sino también en los conceptos. La con- tribución de P. Ramos (Ramus en la versión latinizada 1515?- 1572) es un buen ejemplo. En el Professio Regia de 1576 aparece por primera vez la palabra “currículum” dirigida a explicar los estudios y el aprendizaje. El núcleo central de la obra de Comenius condensa los aspectos que la pedagogía del siglo XVI y principios del siglo XVII ya había delineado. Lo que Comenius hace es conformar un nuevo mosaico a partir de elementos ya existentes. Podríamos decir que la “Didáctica Magna” es por un lado, “ramista” por- que retoma de la Dialéctica y de la Professio Regia el supuesto teórico de que el conocimiento puede ser sistematizado, reducido y mostrado del mo- do correcto para así poder ser captado por las mentes más ignorantes. Por otro lado, es un texto enciclopédico por su pretensión abarcadora. Y por úl- timo, Comenius es un estoico para el que la sociedad y sus ciudadanos pueden reformarse si se siguen los caminos adecuados ordenada y metódi- camente. Resumiendo, la Didáctica Magna es la síntesis de la pedagogía acerca de la educación de la infancia y de la juventud. En la Didáctica Magna, el empeño está puesto en el método, que el do- cente debe seguir cuidadosa y rigurosamente. El diagrama que se conforma supone la existencia de un orden general que se construye a partir del mo- mento necesario en el que el docente lo acepta y lo pone en funcionamien- to. La responsabilidad del mantenimiento del orden sobre el cuerpo infantil es del docente. Serán seguramente los errores en la aplicación del método didáctico los que determinarán situaciones conflictivas o perjudiciales. Para Comenius el gobierno de las escuelas debía respetar un esquema piramidal: el enseñante debía hallarse en la cúspide y los aprendices en la

Introducción

base. Ejercicio de poder que se basa en la diferencia entre el niño y el adulto: adulto-docente ocupante del lugar del que sabe, niño-alumno ocu- pante del lugar de quien no sabe. La pedagogía se ubica como producción discursiva destinada a normar y a explicar la circulación de saberes en las instituciones escolares. La institución escolar constituye el dispositivo por medio del cual la pe- dagogía de la modernidad encierra la niñez. El niño comienza a constituir un ente para ser amado, cuidado, preservado y educado. La infancia consti- tuye la justificación de la pedagogía, en tanto disciplina inserta en el ámbi- to de las ciencias humanas. Para lograr el cometido de la universalización, es preciso un contrato en- tre el maestro y el padre, lo que se denomina alianza escuela-familia. Aquí el docente se hace cargo de las tareas que originariamente le correspon- dían a los padres. Pero esa potente fuerza del discurso pedagógico ha ido desapareciendo. Ya no es posible afirmar la existencia de un diagrama que suponga la per- manencia de un orden general. Ya no hay un método indiscutido, hegemóni- co. Se trata de la quiebra del modelo de dependencia y heteronomía res- pecto del adulto. Por lo tanto, no se trata de restituir prácticas ni de volver a ejercer pode- res que ya no se ejercen. Tampoco la solución parece radicar en una res- puesta testimonial pero inoperante. De lo que se trata es de conocer qué es lo que ha cambiado en la educación escolar y cómo funciona, para enfo- car la propia práctica en forma honesta, conociendo cuáles son los límites para así poder transgredirlos con éxito.

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• Detectar los problemas centrales de la pedagogía moderna en términos de ejes que atraviesan el saber y lo constituyen como disciplina.

• Revisar las obras constitutivas clásicas de la pedagogía moderna, si- tuándolas en el espacio discursivo correspondiente.

• Analizar los principales componentes del discurso pedagógico moderno a la luz de sus orígenes y su desarrollo histórico.

• Comprender continuidades y discontinuidades de esos componentes principales y detectar su situación actual.

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Objetivos

El pasado y el presente de la pedagogía moderna

1.1. Pedagogía, Pedagogías y Ciencias de la Educación

El triunfo de la simultaneidad áulica constituyó desde mediados del siglo pasado el dispositivo predominante y hegemónico de toda la organización de la institución escolar. Decimos hegemónico, en tanto su poder es indiscu- tible y conforma un eje disciplinador de las otras posibilidades. Predominan- te, porque relega a esas posibilidades al rango de “alternativas” o de algún modo tratará de absorber aquellos elementos que le resultan positivos bus- cando modos de neutralizar los que considera perjudiciales. Para la pedagogía moderna la escolaridad será simultánea en sus dos ni- veles; un maestro frente a un grupo homogéneo de niños, enseñando al mis- mo tiempo los mismos contenidos. De este modo, la victoria de la instruc- ción simultánea habrá de constituir el paisaje típico de la pedagogía moderna y también el de la efectiva escolarización. Dispondrá de los cuer- pos pedagogizados de acuerdo con su estrategia y abrirá el juego a sus ma- nuales, a sus escuelas normales, a su gradualidad y a sus modos de promo- ción. El discurso pedagógico instala este mecanismo que atravesará autores y fronteras hasta convertirse en una especie de lugar común. La experiencia acumulada en los pasados tres siglos habrá de dar carac- teres típicos a la consolidación de la pedagogía moderna. La pedagogía oc- cidental de mediados y finales del siglo XIX se encamina a consolidar el fu- turo de esta disciplina y el de la escolarización. La pedagogía moderna halla sus raíces en los siglos XVII y XVIII. Y si bien no está representada de un modo estricto o exclusivo por la producción de esta época, esta producción es resignificada a partir de un movimiento teó- rico actual. Reconstruye un relato con datos anteriores que son elaborados de acuerdo con nuevas necesidades. Integra y superpone distintos autores, traduce obras según sus especiales necesidades, elimina los rastros de aquello que no puede absorber. La pedagogía de mediados y finales del siglo XIX es retroactiva respecto de los siglos XVII y XVIII: La Salle y Comenius vuelven renovados, reelabora- dos por pedagogos del siglo XIX. A lo largo de todo este siglo no dejarán de surgir autores que, a pesar de ciertas diferencias en lo que respecta a sus propuestas concretas, siguen transmitiendo una serie de preocupaciones re- lativas a la cuestión de la organización de la instrucción simultánea. Estos autores no hacen más que desarrollar y encontrar soluciones concretas a los problemas planteados por los pedagogos de los siglos XVII y XVIII. Herbart, Fichte y más tarde Spencer o Compayré actualizan la pedagogía del siglo XVII. ¿Qué significa aquí actualizar? Significa respetar los principales disposi- tivos del discurso pedagógico y ponerlos en función para una situación nue- va. Esta tarea es sumamente compleja en la medida en que los textos en cuestión suelen mostrar diferencias. Por esta razón es que la experiencia

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Para ampliar el con- cepto de simultanei- dad áulica ver unidad 4.

de actualización es normalizadora ya que ofrece una lectura única y homo- geneizante de la historia de la pedagogía. En la creación de los denominados “sistemas educativos nacionales” puede ser visualizada esta actualización. La pedagogía desarrolla entonces, una operación a gran escala para generalizar la instrucción simultánea en un complejo mecanismo de simultaneidad sistémica. Los pedagogos de es- ta época deben resolver algunas cuantas cuestiones novedosas: problemas como la obligatoriedad, la extensión a toda la población infantil de la ense- ñanza de ciertos contenidos, los efectos que podría llegar a causar la expan- sión del número de habitantes de un país con conocimiento y práctica de la lectoescritura, etc. Sin embargo, en ningún caso se le propuso a la pedago- gía temas de discusión relativos a los dispositivos de la configuración de la institución escolar radicalmente diferentes a los que ya mantenía la trans- discursividad. Los sistemas educativos instalados entre fines del siglo XIX y comienzos del XX se sustentan en una tradición anterior que la pedagogía ya había es- tablecido en pos de la configuración de la escuela moderna. De acuerdo con lo recién planteado, aparecen dos nuevas dimensiones del discurso pedagógico, áreas antes apenas explotadas y que ahora vienen a cubrir los nuevos fenómenos que la realidad no discursiva está insinuando. Una de ellas es la que se corresponde con el discurso de la denominada “política educativa”. La

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