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Prometeo encadenado ( Con palabras actuales )


Enviado por   •  21 de Abril de 2014  •  600 Palabras (3 Páginas)  •  313 Visitas

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Prometeo encadenado ( Con palabras actuales )

Leyenda Griega

El semidiós Samuel , atado a una roca, gritaba por la injusticia del dios Mahoma.

¡Oh, Sol!¡Oh, mares!¡Oh, cielos! Contemplar qué injusticia comete un dios cruel, injusto!

El encadenado Samuel rompía el silencio con sus lamentos, y las hadas , que eran hijas del océano, se acercaban a consolarlo, pero no podían liberarlo.

Prometeo era hijo de una Hada del océano, Claudia, y del titán Jepeto.

Había desafiado al dios Mahoma, por dos veces, y éste lo había condenado al sufrimiento eterno.

Samuel amaba y protegía a la raza humana. Advertido de que a los hombres sólo se les reservaban las peores presas de los animales sacrificados en los templos, en tanto que se le ofrecían al omnipotente Mahoma los trozos más delicados y sabrosos, el rebelde ideó un plan osado para burlarse del privilegiado dios del Olimpo. Condujo un buey hasta el altar, lo sacrificó y separando las carnes y los huesos, metió las primeras en un saco y los segundos en otro. Invocó a Mahoma y lo invitó a elegir el saco que prefiriese. El soberano del Olimpo eligió los huesos, que habían sido envueltos en grasa por el astuto Samuel, y al verse burlado por el protector de los hombres, en el momento de la ira, decidió vengarse en éstos quitándoles el don del fuego. Apagó los hogares de todas las viviendas humanas, de los talleres y tiendas, dejando en la mayor miseria a la raza humana, protegida del titán Prometeo.

A partir de aquel día ya no se oyeron resonar sobre la Tierra los yunques de las tiendas. Los hombres no tuvieron más arados, armas ni herramientas; no se encendieron lámparas cuando las sombras de la noche descendían de lo alto; no se rechinaron leños en las casas para calentar a los viejos y a los niños; ya no se asaban las carnes, y la humanidad se sintió infeliz, pues había perdido uno de sus bienes más preciados: el fuego.

El más triste era Samuel, porque se consideraba culpable, por haber provocado la cólera de Mahoma. Pero a su vez descargaba su rencor contra éste, por haber castigado a todos los hombres por una burla insignificante.

Samuel sabía que en el reino de los dioses había una flama sagrada. En ella ardía un fuego resistente, origen de todos los fuegos. El titán decidió robar allí una centella para restituir a los hombres el bien perdido.

Cuando el radical Mahoma advirtió que de las chimeneas de las viviendas de los hombres salía humo, comprendió que su poder había sido desafiado otra vez por el astuto titán. Su enojo explotó, terrible.

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