Ser Integral

¿Qué es el hombre? o mejor dicho, ¿Quién es el hombre? El hombre es un ser libre, social, finito, perfectible, moldeable, inconcluso, educable, en circunstancia, histórico, etc. En definitiva es un ser integral, un entramado que nos hace seres complejos. Pero es ese entramado el que nos hace único y ser lo que somos. Por todo esto es que el conocimiento filosófico del hombre es reflexión del hombre sobre sí mismo, y el hombre puede reflexionar sobre si únicamente si la persona cognoscente, es decir, el filósofo que hace antropología, reflexiona sobre si como persona.

Según el filósofo francés Gabriel Marcel, el hombre es un ser encarnado, abierto, libre y espiritual. Para Marcel, encarnado quiere decir corporal y que está en el mundo y mantiene relaciones con los otros seres mediante su cuerpo. Pero el hombre no es solo cuerpo, es un sistema abierto, es más que su propia naturaleza, y es más que cuerpo y alma. Es un ser libre, no nace determinado, es capaz de ver su condición de persona y el sentido de su vida. Para Foucault, el hombre, es un gran camaleón, un ser capaz de autodeterminarse y nunca acaba de construirse, es aquel que puede obedecer voluntariamente y aquel que puede franquear sus límites, es también el gran misterio, la sorpresa que surge con la historia, el hombre es nada y por eso lo es todo.

El hombre esta inserto en una sociedad y una cultura definiéndolas y a la vez es un producto de éstas, el hombre no es sólo un ser biológico. Entonces, el hombre necesita de la educación para poder asimilar la cultura en la que esta inserto. Esto quiere decir que los conocimientos y destrezas de la cultura son enseñados fuera del contexto en que surgen. Este proceso se da en la escuela, y son los maestros los principales agentes en el proceso educativo. El maestro debe fomentar el interés por aprender, debe proponer formas de mirar la vida, una persona que no impone sino que propone, dando el sentido a la educación.

Hoy en día se dice que en nuestra sociedad no hay valores, pero eso no es posible, porque para que eso sucediera tendríamos que “no ser”, además los valores son jerarquizados de distintas maneras según las sociedades. Sí, podemos hablar de una sociedad sin virtudes, una sociedad carente de hombres virtuosos, puesto que la persona en si misma es valiosa por el hecho de ser, ya que el hombre es el único portador de valores, y estos se inspiran, se magnifican y se pulen. Los principios son valores que recibimos en la primera infancia y forman parte de la conciencia individual. Pero el hombre deja de ser virtuoso en el momento que no desarrolla su máxima potencialidad como ser, su excelencia particular. Es decir, que la virtud es un hábito, entonces, para que el hombre sea virtuoso debemos cambiar los hábitos malos (vicios) por buenos (virtudes). Las virtudes son las praxis de cualquier valor. Hay que hablar de educar las virtudes, pues una virtud es un hábito moral que se adquiere

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