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Tratado De Andres Bello


Enviado por   •  18 de Junio de 2014  •  3.268 Palabras (14 Páginas)  •  335 Visitas

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Introducción

La mayoría de las experiencias integracionistas que se han desarrollado en América Latina, luego de finalizada la II Guerra Mundial, han estado centradas fundamentalmente en la creación de un sistema avanzado de libre comercio, en función de influir en el crecimiento económico de los países miembros y paralelamente propiciar una mejor inserción de éstos en el Nuevo Orden Mundial. Sin embargo, a pesar de los notables esfuerzos realizados en aras de alcanzar estos objetivos, en diversos estudios se ha podido determinar que los avances en esta materia no han sido muy alentadores, salvo por supuesto, algunos casos muy puntuales. Uno de los esquemas de integración en América Latina, que a principios de la década de los setenta tuvo la virtud de profundizar el proceso de integración más allá de lo estrictamente económico, fue el Pacto Andino (PA), hoy en día denominado Comunidad Andina de Naciones (CAN). En tal sentido, los países miembros de este bloque subregional, junto a Venezuela, comprendieron en ese entonces la imperiosa necesidad de promover y programar el desarrollo de la educación, la ciencia y la tecnología a través de un proceso de integración que tuviese como eje central lo cultural. Por consiguiente, y sobre la base de esas premisas, en 1970 los países andinos suscriben el Convenio Andrés Bello (CAB) a efectos de darle celeridad a este proceso.

Actualmente, luego de treinta y tres años de su suscripción, el CAB ha dejado de ser un mero acuerdo de cooperación entre países, para pasar a convertirse en un organismo internacional e intergubernamental, rebasando las fronteras andinas.

En este trabajo se presentarán algunos de los logros más significativos de este organismo durante su trayectoria, y los principales obstáculos que ha tenido que enfrentar a efectos de profundizar la integración cultural no sólo en el área andina, sino también en el resto de Latinoamérica.

El Convenio Andrés Bello de integración cultural, educativa y científica

El CAB surgió por iniciativa de los países andinos, en aras de desarrollar la integración educativa, científica, tecnológica y cultural de la región andina, bajo la premisa de que estos aspectos beneficiarían la integración económica emprendida preliminarmente en el Acuerdo de Cartagena.

Entre sus principales disposiciones el Convenio se planteaba como tareas la de planificar la educación, la ciencia y la tecnología en concordancia con las necesidades que se producían en la integración económica. Este planteamiento se puede corroborar en el Artículo vigésimocuarto del mencionado tratado: «Planificar la educación y la investigación científica y tecnológica en consonancia con las necesidades de la región y principalmente las derivadas de la integración económica de los países signatarios» (v. Fernández, 1973).

Como se puede observar, el pensamiento que prevalecía dentro del CAB en sus inicios reflejaba claramente la concepción de que la integración cultural era un sustento o una plataforma para que la integración económica generase en definitiva los beneficios que esperaban las naciones signatarias lo cual evidenciaba el peso relevante que aún tenía el aspecto económico en los supuestos desarrollistas de la época. No obstante, no se puede negar que el pensamiento latinoamericano, y en especial el pensamiento integracionista de la región andina, logró grandes avances en este sentido, ya que durante los años setenta los procesos de integración en el ámbito cultural finalmente comenzaron a tener una mayor presencia en los modelos desarrollistas, en comparación con los modelos emprendidos en las décadas anteriores, y prueba de ello es precisamente la creación del CAB.

Por otra parte, el tratado suscrito por el CAB en 1970 fue derogado en 1990, con la suscripción de uno nuevo según la resolución N° 05/90. Este nuevo tratado fue firmado el 27 de noviembre de 1990, con el firme propósito de adecuar los esfuerzos integracionistas del Convenio al contexto mundial (Henríquez Guajardo, 2000). En tal sentido el CAB ha dejado de ser un mero acuerdo integracionista, para pasar a convertirse en un organismo de integración de carácter internacional e intergubernamental, con personalidad jurídica internacional, lo cual quiere decir que posee la facultad para suscribir diversos acuerdos con Estados y organizaciones del mundo entero sin mayores restricciones. Además, también tiene la capacidad de iniciar cualquier tipo de procedimiento jurídico que considere necesario, como queda expresado en el Artículo 9 del nuevo tratado (CAB y Parlamento Andino, 1999).

En líneas generales, muchas de las disposiciones de 1970 se mantienen en el nuevo tratado, pero de una manera más puntual que en el anterior, especialmente en lo que se refiere al reconocimiento de los estudios cursados en los niveles de primaria y secundaria en todos los países miembros, incentivos al otorgamiento de becas de modo recíproco, promoción y difusión de las actividades culturales de los Estados miembros a través de los diversos canales que deparan los medios de comunicación social, etc.

Entre las novedades que se observan en el nuevo tratado está el notable enriquecimiento de la estructura organizacional del Convenio, además queda de manifiesto el alto nivel de especialización de sus órganos y demás entidades.

Otro aspecto que es importante señalar, es que el tratado del CAB contempla entre sus disposiciones la posibilidad de que cualquier Estado que desee adherirse al Convenio pueda hacerlo, una vez que efectúe su solicitud, y que la Reunión de Ministros de Educación del Convenio Andrés Bello (Remecab) dictamine su aprobación tras haber realizado la evaluación preliminar. A treinta años de su suscripción, el organismo ha incrementado notablemente el número de países miembros. Actualmente lo conforman Bolivia, Ecuador, Chile, Perú, Colombia, Venezuela, Panamá, España, Cuba y Paraguay.

Principales logros

Desde su suscripción, el CAB ha impulsado la integración en tres áreas en particular: la educación, la cultura, y la que comprende la ciencia y la tecnología. Es interesante observar que el CAB, en procura de evitar una concepción abstracta de integración cultural, asumió el compromiso de atender lo cultural de modo separado de dos esferas igualmente culturales como lo son la educación y el área conformada por la ciencia y la tecnología, en virtud de que cada una de ellas tiene un objeto de conocimiento distinto y por ende una lógica diferente de estudio. Esta distinción, a juicio de la coordinadora del área educativa del CAB, Martha Vargas, facilitó notoriamente la posibilidad de adaptar la programación según

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