Tremenda Gripa

TREMENDA GRIPA

“Cierto día, Alejandro se levantó temprano para ir a la escuela. Aunque su mamá le pidió se desayunara, él sólo quiso tomar un pan para desayunar. Al salir de casa para ir a la escuela con su prima Aranza, su mamá le colocó un cubre boca, advirtiéndole que debía tomar precauciones para no infectarse con el virus de la gripa.

Nada más dio vuelta a la esquina, Alejandro se quitó el cubre bocas, aunque Aranza le pidió que no lo hiciera.

Alejandro tampoco hizo caso de los consejos que dio la profesora a los niños del salón para protegerse de la gripa.

¿Sabes que le pasó a Alejandro unos días después?

Comenzó a estornudar y a toser, también le subió la temperatura y le dolían todos los músculos del cuerpo.

Su mamá lo llevó a la consulta del doctor, le hicieron pruebas y lo dejaron en el hospital.

Alejandro lloró y lloró durante horas porque no quería estar allí, y una enfermera muy simpática le dijo:

- No llores Alejandro, todos te avisaron que debías tomar precauciones para no enfermar: colocarte el cubre bocas, no tocar cosas que podían haber tocado las personas enfermas, lavarte las manos con frecuencia, jamás llevar las manos a la boca sin haberlas lavado antes, llevar una alimentación y una vida sana.

No hiciste caso y ahora estás enfermo. Llorando no vas a vencer a la gripa – le aseguró – Debes tomar las medicinas y seguir los consejos de los adultos y verás que muy pronto estarás sano como un roble.

alejandro hizo caso a la enfermera y al doctor y se curó; regresó a su casa y siempre hizo caso de los consejos de los adultos para no volver a enfermar.

Pero hizo algo más; dedicó todo su tiempo libre a elaborar cubre bocas para regalar a todos los niños de la escuela y a recomendar las precauciones que debían tomar para no enfermar.

Ahora, Alejandro estudia mucho porque quiere ser doctor cuando sea mayor, y de ese modo ayudar a muchos niños cuando estén enfermos”.

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