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Un día Pesado


Enviado por   •  29 de Abril de 2013  •  537 Palabras (3 Páginas)  •  287 Visitas

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Un día pesado

Hace mucho tiempo en la sabana africana conversaba, un perico hablantín que pronunciaba las palabras marcando mucho las erres y tenía un bonito color verde, con un pequeño ciempiés que parecía un trenecito y que a veces cuando alguien lo tocaba le daba un buen espinazo. Hablaban de lo bonito que estaba la pradera y la gran cantidad de alimento que encontraban. En eso estaban cuando apareció un pesado y orejón elefante con enormes sables de marfil. El paquidermo venía muy de prisa, tan de prisa que no vio al ciempiés ¡ y que lo pisa!. El pobre solo pudo decir ¡puf! y clavo sus patitas en la pata del panzón._ ¡Hay! ¿Qué me pica? grito elefante enojado. Y se dejó caer al suelo. Fue entonces cuando escucho un pequeño grito que salía de sus patas. _ ¡Auxilio, socorro, sáquenme de aquí! El perico salto de la rama donde descansaba para ayudar al ciempiés, pero también se quejó. ¡Hay que me pica! al sentir las espina del ciempiés, que adolorido no sabía lo que hacía.

¬_ ¿Porque nos has picado? _ preguntó el perico.

_No lo hice con intención es que elefante me ha pisado muy duro.

_ ¡Pues porqué te atraviesas!_ chillo elefante.

_ Y tu porque no te fijas por donde vas, casi me matas; con lo gordo que estas.

Y ahí comenzó una gran discusión. Cada uno hablaba sin poner atención a los otros. No fue hasta que llego una pequeña tortuga con su casa a cuestas y un andar lento y cansino.

_ ¡Alto! Grito, pero nadie la escucho, _ ¡Alto! Grito más fuerte. Al fin la escucharon y guardaron silencio.

¿Qué ha pasado aquí? Porque tanto grito.

El perico le conto todo. Al terminar la tortuga les dijo que lo mejor era ir despacio como ella. Pero ellos reclamaban al ciempiés por haberlos picado y

pedían la opinión de cada animal que pasaba. Así paso una gran jirafa con manchas y largo cuello, un pato medio loco que presumía de nadar, andar y volar muy bien y hasta el fiel amigo del hombre el perro vertió su opinión. Pero la discusión seguía, y más porque se les habían hinchado las patas al perico y al elefante. Querían indemnización de parte del ciempiés.

De pronto un fuerte rugido se escuchó por entre los matorrales cercanos. Era el león que dormitaba cerca y con tantos gritos no lo podía hacer. Así que rugió con ronca voz.

_ ¿Por qué tanto discuten?

Otra vez el perico conto la historia. El león escucho con cuidado y luego de pensar un poco hizo su melena a un lado y les dijo:

_El ciempiés no tiene la culpa de que elefante tuviera tanta prisa, tampoco que no se fijara por donde iba. Tu elefante debes de caminar con más cuidado pues

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