Aspectos Culturales Observados en una Visita a Bellas Artes

Visita al Palacio de Bellas Artes

Observación de elementos culturales.

Apenas llegar a las afueras del palacio, y una vez superados los encantos de las esculturas de pegasos de la plaza central obra de Agustín Querol, y el altorrelieve “La sinfonía” que alberga esculturas de bronce y hierro forjado, puede percibirse la esencia arquitectónica italiana de Adamo Boari, quien impregnó de su matiz el diseño del Palacio basándose en los estilos Art Noveau y Art Decó, pero no es sino hasta internarse en sus entrañas cuando es posible percibir al mismo tiempo la magnífica obra de ingeniería que se tiene frente a la mirada, misma que en su tiempo fue encargada a Gonzalo Garita, un especialista en cimentación, y es que la obra tiene un aspecto tan sólido, armonioso y tenaz que pareciera indestructible, aún conserva muchos de sus rasgos iniciales a pesar de la gran cantidad de restauraciones, renovaciones y rediseños que han sufrido muchas de sus áreas debido al desgaste natural, y a los terremotos.

Puede decirse, sin temor a un error, que bellas artes está construido integralmente sobre bases culturales, el concreto, acero y mármol blanco de Carrará se conjuntan en sus exteriores, y sobre todo en su amplia fachada de inspiración europea y americana que conlleva motivos desde románticos hasta neoclásicos, sin por ello olvidar los elementos prehispánicos que “mexicanizan” la decoración, como serpientes, coyotes, jaguares y guerreros águila, inspirados por el arte mexica; las esculturas de pegasos en su exterior simbolizan la elevación de los genios de la lírica hacia el “Parnaso”, y descansan en pedestales de mármol blanco mexicano.

En el interior se albergan obras de muralistas reconocidos mundialmente como: Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siquieros, Rufino Tamayo, Manuel Rodríguez Lozano, Roberto Montenegro, Jorge González Camarena, que datan de los años 1928 a 1963. En sus puertas y ventanas se exhiben elementos basados en plantas y animales mexicanos construidos en hierro forjado, además de florones basados en elementos como la amapola, la piña, el girasol y la flor de ocote, también mascarones de animales como coyote, chivo, mono y el perro de Aida, que era la mascota de Boari, y mascarones de figuras humanas que representan las emociones ira, alegría y tristeza, las estaciones del año, y a la tragedia.

Destaca también un majestuoso vitral del dios Apollo y las musas, además de un telón antifuego de 24 toneladas que representa los volcanes mexicanos Popocatepetl e Iztaccihuatl construido íntegramente en cristales opalescentes. El palacio de Bellas artes es declarado en 1987 como un monumento artístico por la UNESCO.

En sus salas se albergan museos y salas de exposiciones temporales y permanentes, y en su amplio hall central se realizan presentaciones musicales, teatrales

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