CONSUMO DÍA DE LAS MADRES

CONSUMO DÍA DE LAS MADRES

Cuando éramos niños la preparación del regalo del día de la madre era una planeación detenidamente ejecutada, ya sea un dibujo o un caramelo, el valor sentimental era lo primordial para las madres;  con el paso del tiempo, se tira el dinero por la ventana para obsequiar una bonita prenda de vestir, algún caro electrodoméstico, un celular último modelo, una visita a un lujoso restaurante o cosas más “simples” como unas flores y chocolates, una serenata, una comida casera o una llamada a larga distancia que esconde un “te amo, mamá”.

El día de las madres solía un ritual sagrado, se celebraba a la madre como fuente de fecundidad, significado que se ha ido perdiendo, convirtiéndose cada vez en un ¿quién gasta más? el día de las madres hoy en día se conmemora en la perversión. El mercado utiliza este gran acontecimiento e incita al consumo, “llévate esto y dale un lindo regalo a mamá por su día especial” es uno de los muchos anuncios que se pueden escuchar. La labor de una madre dura los 365 días del año, y a cambio obtiene un solo “día especial”.

Algunas madres de la actualidad han aprendido a “medir” el afecto de sus hijos a partir del precio del regalo que estos les obsequien, esperando algo lujoso para reemplazar ese afecto perdido, sintiéndose ofendidas si revisen algún presente por debajo de sus altas expectativas; cabe destacar, que menos mal son pocas las que piensan así, otras madres, sólo esperan que sus familiares se apiaden de ellas y recuerden ese día irlas a visitar, darles un abrazo, un beso, que sientan que ese ser que estuve durante nueve meses en sus vientres, vuelvan a sus brazos; esperan salir a comer un helado, ver una película, que por lo menos que dentro de los 365 días se acuerden de que ellas también necesitan amor incondicional.

Una de las incógnitas que se abarcan en ese día es: ¿por qué tiene que haber un día, una celebración para darle un obsequio a mamá o decirle que se le ama? Algunos hijos, sobrinos, nietos, etc. toman este día como en plan de disculpa, cuanto mayor sea el sentimiento de culpa, mayor será el precio del obsequio. Más allá de celebrar la maternidad se celebra un “gasto” para demostrar el amor que uno dice tener. Poco a poco, las flores van viendo reemplazadas por otros objetos “más preciados”. Aunque, a veces, tiene que ver con la situación, la sobrina por quedar bien le regala algo ostentoso, el hijo sin dinero le regala todo su tiempo, el nieto que la ama como a su propia madre viaja desde tan lejos sólo para verla, no todo tiene que ser consumismo, otras veces sólo es celebrar debidamente el evento.

El día de las madres ha perdido su razón de ser; no es recordar su existencia, es hacerle saber el valor que tiene la misma; pensar ese ser visto como una súper heroína, como cuando de niño te caías y empezabas a llorar dando un llamado alarmante para que te salve de todo mal y ella se acerca  amorosamente con sus grandes poderes de protección y te carga, te abraza y arrulla, como si con solo estar en el calor de sus brazos, sentir que todo estará bien; como cuando de adolescentes estamos confundidos y perdidos, ellas están ahí para aconsejarnos y apoyarnos; cuando se quema la comida por primera vez y le llamas pidiendo ayuda; cuando el gran día de ser el turno de tener un ser al que cuidar y proteger, llamarla llorando, porque no se sabe que se puede hacer. Todo esto no tiene valor que un regalo pueda tener, más que una madre al tener un hijo (sobrino, nieto, etc.) entre sus brazos.

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