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Carta Encíclica Rerum Novarum, sobre la situación de los obreros

panfilomenosResumen11 de Mayo de 2018

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Carta Encíclica Rerum Novarum, sobre la situación de los obreros

La Encíclica Rerum Novarum, del Sumo Pontífice León XIII, fue publicada el 15 de Mayo de 1891 y constituye la base principal de la doctrina de la Iglesia sobre justicia social. El argumento transversal del documento lo encontramos en las palabras de Jesús:”Amaos unos a otros como yo os he amado”.

Los temas centrales de la Encíclica los podemos resumir en: una especial preocupación de la Madre Iglesia por los desposeídos, la justa relación entre capital y trabajo y la búsqueda de estabilidad social requerida para mejorar el bienestar de las naciones.

A continuación se presenta una breve síntesis del contenido general del documento:

El Papa comienza su exhortación recordándonos que una vez que la pasión revolucionaria por los cambios tomó forma, ha perturbado por largo tiempo a los gobiernos y presionado para que pasara más allá de la esfera política y hacerse sentir en la esfera económica, lo cual no sorprende. Los elementos del conflicto actual son inconfundibles. De hecho, los nuevos desarrollos de la industria y los maravillosos descubrimientos de la ciencia, cambiaron las relaciones obrero-patronales. La riqueza de unos pocos y la pobreza de las masas ha provocado una mayor cohesión entre los trabajadores, todo esto unido a la declinación en la moral cristiana.

La gravedad del estado de cosas actuales afecta en estos momentos todas las mentes con penosa aprehensión; los sabios lo discuten; hombres prácticos proponen diferentes esquemas; se originan meetines populares, legislaciones, y todos los dirigentes de las naciones están consternados.

Sobre las relaciones entre obreros y patronos su Santidad considera que éste es un problema de difícil resolución y no libre de peligros, La frontera entre poderosos y proletarios no es fácil de definir. Debe de haber regulación entre sus relaciones mutuas. La controversia es realmente peligrosa porque en algunos lugares la verdad ha sido torcida y amañada por personas turbulentas, dedicadas a pervertir el sentido común y la verdad para incitar a las masas a la sedición y al desorden.

Acerca los derechos de los obreros el Santo Padre considera que éstos han de desempeñar conscientemente el trabajo que han aceptado y que de ninguna manera han de cometer daño físico a la propiedad o a los empleadores, ni asociarse con pervertidos que promueven esperanzas desproporcionadas que sólo llevan a la destrucción de la justa riqueza y al desastre.

Respecto al derecho de los patronos, León XIII afirma que entre los más importantes deberes de éstos está el dar lo que es justo a cada trabajador, ya que tanto ricos como empleadores deben recordar que no hay ley que les permita, para su propio beneficio, oprimir al necesitado o buscar ganancias abusando de otros.

Ante esto, el Santo Padre nos recuerda que hay siempre un elemento de justicia natural detrás de los acuerdos entre obreros y empleadores.

Al referirse a los impuestos el Papa exhorta a la autoridad pública a no aplicar impuestos excesivos que drenen la riqueza privada concedida por las leyes humanas y por la naturaleza, e invita a que éstos sean aplicados atendiendo al bien común y no taxando más allá de lo justo a empresarios o a individuos.

En lo que respecta a los sindicatos, gremios, uniones patronales y cámaras de comercio, el Sumo Pontífice nos indica que los trabajadores y dueños pueden desempeñar sus roles en la sociedad mediante instituciones con las cuales unos y otros se acerquen en sus intereses.

El tema de la propiedad privada también es tratado por el Santo Padre, y nos recuerda que el derecho a poseer bienes privados no ha sido dado por la ley sino por la naturaleza y, por tanto, la autoridad civil no puede abolirlos sino solamente moderar su uso y compaginarlo con el bien común.

Para concluir León XIII incita a la Iglesia para que nunca, ni bajo ningún aspecto, regatee su esfuerzo, prestando una ayuda tanto mayor cuanto mayor sea la libertad con que cuente en su acción, tomando nota especialmente de esto los que tienen a su cargo velar por el bienestar público. El llamado es a que los ministros sagrados canalicen hacia esto todas las fuerzas del espíritu y su competencia, precedidos por los Obispos, los cuales, con su autoridad y su ejemplo, no han de cesar de inculcar en todos los hombres de cualquier clase social las máximas de vida tomadas del Evangelio.

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