El Cancionero
denisse120218 de Abril de 2013
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El cancionero
¿Dónde halló Amor el oro, y en qué vena,
de esas dos trenzas rubias? ¿Y en qué espinas
cogió las rosas, y esas matutitos
escarchas, que de sangre y vida llena?
¿Dónde las perlas en que forma y frena
las honestas palabras peregrinas?
¿En dónde esas bellezas tan divinas
de su frente que el cielo más serena?
¿De qué ángeles procede, de qué esfera
el celestial cantar que me está hundiendo
tanto que a poco más seré desecho?
¿De qué cielo esa luz alterna
de los ojos que, paz y querrá siendo,
con hielo y fuego afligen a mi pecho?
Francesco Petrarca
La divina comedia
A la mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una selva oscura, por haberme apartado del camino recto.
¡Ah! ¡Cuán penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor, temor tan triste que la muerte no lo es tanto!
Pero antes de hablar del bien que allí encontré, revelaré las demás cosas que he visto.
No sabré decir fijamente cómo entré, tan adormecido estaba cuando abandoné el verdadero camino. Pero al llegar al pie de una cuesta, donde concluía el valle que me había llenado de miedo el corazón, miré hacia arriba y vi su cima revestida de los rayos del planeta que nos guía con seguridad por todos los senderos...
Dante alihgien
El quijote de la mancha
«Dime: ¿no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos dela, quedan todos los recitantes iguales.
-Sí he visto ?respondió Sancho.
-Pues lo mismo ?dijo don Quijote? acontece en la comedia y trato de este mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero, en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.
-¡Brava comparación! ?dijo Sancho?, aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.
Miguel de cervantes
Lazarillo de torres
Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo", y rio mucho la burla.
Pareciere que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba. Dije entre mí:
"Verdad dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar como me sepa valer."
Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza, y como me viese de buen ingenio, holgabas mucho, y decía:
"Yo oro ni plata no te lo puedo dar, más avisos para vivir muchos te mostrare.
Es como un discusión entre hijo y padre está bastante bien. Aquí el ciego hace el papel de padre, es el primer amo de Lázaro y él no sabe lo que le espera...
Anónimo
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