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El Contrato Social


Enviado por   •  9 de Septiembre de 2013  •  411 Palabras (2 Páginas)  •  349 Visitas

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El Contrato Social es un tratado sobre los derechos políticos, y no un debate sobre los gobiernos existentes, y pretende enfrentarse con el difícil problema de mantener la libertad en una sociedad que sea a la vez justa y humana: “El hombre nació libre y, sin embargo, vive en todas partes encadenado”.

Dicho contrato no se propone un retorno a la naturaleza originaria, pero exige la edificación de un modelo social que no se funde en los instintos y en los impulsos pasionales pero tampoco exclusivamente en la razón aislada y contrapuesta a los sentimientos y a la voz del mundo prerracional. El nuevo modelo debe apoyarse en la voz de la conciencia humana en su integridad y debe estar abierto a la comunidad.

Según Rousseau, el principio que garantice esta transformación social está constituido por la voluntad general, ya que sólo es ésta la que puede dirigir las fuerzas del Estado hacia el bien común. Establece así la voluntad general “como verdadero motor del cuerpo social”, en detrimento de la voluntad particular. La voluntad general se configura mediante un pacto libre entre iguales. No se admite la sumisión a terceras personas. Este pacto entre iguales supone la renuncia de cada uno a sus propios intereses a favor de la colectividad, es decir, los hombres voluntariamente renuncian a un estado de natural inocencia para someterse a las reglas de la sociedad, a cambio de beneficios mayores inherentes al intercambio social. Este consentimiento voluntario se materializa a través de un contrato, “el contrato social” en este caso.

La reestructuración social que propone Rousseau debe tener como efecto la total socialización del hombre, con objeto de impedir que surjan y se consoliden intereses privados. El hombre sólo debe pensar en sí mismo cuando piense en los demás. Nadie debe obedecer a otro, sino todos a las leyes que emanan del Estado, las cuales son expresión de la voluntad general. Esta voluntad general debe estar dirigida por una especie de filósofo-rey, el cual debe solicitar y facilitar los esfuerzos de todos, para que todos quieran el bien común y eviten el mal, que se identifica con los intereses particulares. Por lo tanto, el hombre, según Rousseau, sólo debe obedecer a aquella conciencia pública representada por el Estado. La voluntad general, encarnada por el Estado y en el Estado, lo es todo. En definitiva, la defensa del bien común conduce a un vaciamiento del individuo, el cual se ve absorbido por el cuerpo social.

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