El liberalismo, como modelo económico

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En teoría, la aplicación del liberalismo económico es posible en cualquier parte del mundo. Esto es posible gracias a su principal premisa, la cual se centra en la existencia de una “mano invisible” que actúa como regulador del mercado y que, por ende, la característica más difícil de toda economía, la reguladora de precios, esta cubierta a la perfección. Sin embargo, en la práctica, el liberalismo económico no solo es un modelo económico, sino también una ideología política muy marcada, por lo que, al enfrascarnos en un área más conservadora, como es la política, la aplicación de este modelo a nivel mundial tiene muchas dificultades, pero sin dejar de ser factible teóricamente.

El liberalismo, como modelo económico, presenta una gran serie de ventajas, como lo son: el impulso de la creatividad y la innovación, para convertirse en empresas más competentes, una gran oferta de productos, debido a la facilidad de entrada al mercado, la inversión masiva y el establecimiento de nuevas empresas gracias a las escasas barrearas de mercado. Asimismo, en un terreno más político, el liberalismo favorece la independencia económica de las manos del Estado, lo que se traduce en independencia política. Sin embargo, este modelo también tiene una serie de desventajas como lo son: la desatención de los sectores que no participan en la economía, como los niños o los ancianos mayores; la concentración de las riquezas, lo cual genera una mayor desigualdad, pese a que el trabajo creado por las empresas “reduzca” en cierta medida este; las prácticas desleales al no haber un ente regulador con fuerza de imposición como el Estado y la apertura de fronteras a productos internacionales, gracias a su defensa del libre comercio exterior, lo cual es perjudicial para la producción nacional.

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