LA GUÌA DE MIS PASOS
pYLyInforme6 de Octubre de 2012
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LA GUÌA DE MIS PASOS
El desarrollo de mi capacidad de pensar y, por ente, el desarrollo del proceso simbólico, es indisociable ósea que no puede ser separada mi experiencia emocional, es en el vínculo, de esta misma experiencia, en la relación con mi mamá ya sea en el mundo interno o como el exterior.
Este va a ser mi punto de partida, entenderé el desarrollo de la capacidad simbólica como un proceso interno que acontece desde los primeros instantes de mi vida y que es el resultado de la elaboración y metabolización de la experiencia emocional, en función del vínculo madre-hija. Expondré diferentes modelos teóricos que privilegian, con diferencias conceptuales, la importancia de la función pensante de mi madre para proveer de significados y promover el crecimiento mental mío, inversamente y desde estos mismos modelos, las fallas en este proceso, inevitablemente, a su vez en la posibilidad de la elaboración de la experiencia emocional que pudo a ver ocasionado, mi “modo de pensar” y mi modo de operar frente a los diferentes procesos de aprendizaje.
Las continuas experiencias de satisfacción-insatisfacción harían entrar en juego la noción de presencia-ausencia, de mi mamá siendo precisamente la ausencia del objeto anhelado la que condujo a q yo lleve a cabo este libro posibilitando enlaces de representaciones y haciendo intervenir los procesos de pensamiento, es decir, los procesos de simbolización míos.
La relación madre-hija es una de las más intensas que se dan a lo largo de la vida de nosotras las mujeres. Para muchas, lograr la aprobación de nuestras madres, incluso en la vida adulta, tiene el poder de elevarnos hasta el cielo, mientras que el rechazo materno puede provocar en casi todas un profundo malestar. Asimismo, las glorias y fracasos de las hijas son vividos por las madres como una evaluación constante de su papel como educadoras y como un signo inequívoco de la energía y los valores que lograron infundirles en la infancia.
Es por esto que durante mi redacción hablare el cómo es mi relación con mi mamá, pero sin antes darles una breve explicación de cómo son las relaciones a través del tiempo, empezare diciendo que una relación va cambiando con el tiempo en determinados casos; ya que durante la infancia, las hijas solemos llevar una relación cercana y fluida con nuestras madres, les platicamos largamente sobre lo que nos sucede en nuestra vida cotidiana: los juegos, los amigos, la escuela, lo que nos gusta y nos disgusta. La madre es nuestra única guía y modelo, pero también suele ser la persona en quien más confiamos, así que como hija que somos buscamos su aprobación y tratamos de seguir sus pasos.
La situación cambia radicalmente en la adolescencia porque como hijas comenzamos a exigir nuestra independencia y esto provoca un reacomodo dentro de la relación, que la mayor parte de las veces es vivida como un “terremoto”. La demanda de independencia por parte de las hijas incrementa la sensación de control que las madres desean tener aspectos como su forma de vestir, su sexualidad y sus amistades, aspectos todos que juegan un papel central en la futura identidad de las jóvenes.
En este momento, se inicia un juego de espejos con fuertes implicaciones emocionales, ya que las hijas empiezan a compararse con sus madres y viceversa. Los papeles se cambian: las hijas le descubren a sus madres un mundo que les es desconocido, el de la actualidad, la moda, las nuevas formas de ver el mundo y en muchos casos, esto genera sentimientos de rivalidad. Esta nueva situación provoca juegos de aceptación y rechazo, alejamiento y acercamiento que tienen distintos significados para ambas.
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