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LAS CRUCES SOBRE EL AGUA


Enviado por   •  17 de Junio de 2014  •  918 Palabras (4 Páginas)  •  216 Visitas

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PRÓLOGO

Las cruces sobre el agua apareció, en Guayaquil, en 1946. Algunos años después, el novelista chileno Mariano Latorre afirmaba que debía considerársela entre «las

grandes novelas de América Latina». Quizás porque escapa, en parte —y entre otras razones por ser una de las primeras obras de ambiente urbano en el Ecuador—, al

esquematismo de la literatura de ambiente rural. Por ejemplo, los personajes no están «hechos» desde el comienzo sino que se van formando: crecen desde la infancia,

observan la realidad, toman conciencia, actúan. Gracias a un doble personaje central —Alfredo Baldeón, hijo de panadero, mecánico y obrero del pan después, y Alfonso

Cortés, de clase media, estudioso y amante de la poesía y de la música— Gallegos Lara distribuye entre ambos la acción y el pensamiento: ideológicamente identificados y

unidos por una amistad intacta, Cortés puede decir las fiases «literarias», siempre sobrias, que en boca de Baldeón habrían parecido retórica del autor.

Mucho se ha repetido en Ecuador que es «la novela del 15 de noviembre», con lo cual se reduce su envergadura literaria. Es, ante todo, la novela de Guayaquil —

como el Nueva York de Dos Passos, el Buenos Aires de Leopoldo Marechal, el México de Carlos Fuentes—, vista a comienzos del siglo pasado, con la peste bubónica,

los tranvías tirados por mulas, las primeras salas de cine, los trabajos, el desempleo, la miseria. Dado que la acción de la novela transcurre en una ciudad —y sólo Pablo

Palacio y Humberto Salvador lo habían hecho antes, en novelas breves—, a diferencia de lo que sucedía en el campo, en ella viven esos protagonistas que el novelista, que

no había sido ni encomendero ni peón, conoce porque se cruza con ellos, son sus vecinos, los frecuenta y a los que se parece, más y menos, según el caso y la franqueza.

(El novelista urbano, llevado por una honesta visión de la realidad social total o por las exigencias del argumento, hace intervenir en sus obras a algunos obreros y,

generalmente, le sucede lo mismo que le acontecía con los campesinos: los ve de afuera y de lejos, cuando más los muestra en su trabajo, pero los hace pensar, reaccionar,

actuar y hablar como él mismo: puro disfraz exterior, en el fondo).

Gallegos Lara vio, cuando niño, la matanza y a lo largo de su vida corta estuvo, como hombre, como combatiente político y como escritor, junto a quienes pusieron,

ese día y muchos otros días, los muertos. Ellos pueblan Las cruces sobre el agua, viven su realidad en el libro. Dice Alfonso Cortés: «¿Cómo pretender ser felices en un

mundo en que reinan la miseria y la muerte? En nuestro infeliz país, toda alegría se la robamos a alguien. Aquí no podemos ser dichosos sin ser canallas». Y él mismo dirá

después: «Pero qué fuerza saber que nuestro destino es nuestro mundo y que ni se quiere ni se

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