La guerra federal fue la consecuencia de la guerra de la Independencia

La guerra federal fue la consecuencia de la guerra de la Independencia, de todos los problemas heredados de la época colonial, de casi 20 años de guerra y del paso de una economía mercantilista previa a la emancipación a la subordinación a muchos núcleos de decisión económica, es decir, el país se transformó en un nuevo proveedor de bienes básicos dependiente de las variaciones del mercado mundial.

El hecho que el país se convirtiera en simple productor, permitió los latifundios y minifundios; la ley de 1834 dio grandes porciones de tierra a los prestamistas y especuladores de tierras a tal extremo que las tierras subastadas se compraban al 2,5 % de su valor real; además las injustas leyes que favorecieron el acaparamiento de tierras para una élite hizo que la población desarrollara frustración, hostilidad y agresión. A medida que el poder cambiara de manos se acrecentó el número de rivales que adversaban el sistema republicano, surgiendo diversos levantamientos bajo el comando de caudillos locales que esperaban por sus derechos de igualdad por haber contribuido con la Independencia o bien esperaban que la República recompensara el esfuerzo de algún antepasado que luchó por la libertad. De hecho, líderes de la Independencia poseían haciendas cuya extensión eran comparable a los actuales municipios con lo que se hacía insostenible cualquier intento de hacerlas productivas ya sea por la carencia de implementos agrícolas, por insumos, mala vialidad o bien porque no había quien las trabajara. La sobreestimación de la producción agrícola condujo a un descuido por crear leyes más reales que dieran al gobierno los ingresos necesarios para los gastos.

Otro golpe a los derechos de igualdad fue que la Constitución de 1830 solo permitía el el derecho a ser electo a personas con cierta cantidad de ingresos anuales, a los ricos, los instruidos; las finanzas gubernamentales siempre estuvieron en nivel precario ya sea por los compromisos del país o por la corrupción y la incompetencia, tanto en la era paecista como en el monagato. El consumo per cápita reflejó, según una investigación de Agustín Codazzi, que la clase pudiente gastaba cien veces más que el resto de la población, por eso Páez hace elegir a Monagas intentando conservar el poder a través de alguien de confianza, al mismo tiempo que conjuraba el descontento popular, pero eso le costó la permanencia cuya consecuencia fue organizar rebeliones que se salieron de control dándose a lugar la Guerra Federal; los Monagas, por su parte, hicieron arreglos que en nada revirtieron los daños de los anteriores gobiernos con lo que antiguos aliados se sublevaron uniéndose a los Conservadores. Al abolir la esclavitud, los manumisos quedaron en situación de indefensión y algunos asesinaron a sus antiguos explotadores con la esperanza de sobrevivir con el feudo y se convirtieron en perseguidos por la ley. Surge un nuevo caudillato donde conuqueros, medianeros, colonos y fundadores desencantados por los errores de los Monagas se alzan en armas contra ellos.

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