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La policía en México - función política y reforma


Enviado por   •  20 de Septiembre de 2021  •  Ensayos  •  18.789 Palabras (76 Páginas)  •  233 Visitas

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La policía en México: función política y reforma

Ernesto López Portillo Vargas

Inseguridad Pública y Gobernabilidad Democrática:

Retos para México y Estados Unidos Smith Richardson Foundation Febrero, 2000. México.


GUÍA DE CONTENIDO

I. INTRODUCCIÓN

II. DIAGNÓSTICO:

II.1 Policía y régimen político (perspectiva externa)

II.2 Desempeño de las instituciones policiales (perspectiva interna) III. PARADIGMA ABSTRACTO DE LA POLICÍA:

III.1 Democracia y seguridad pública (libertad y policía)

IV. DESCRIPCIÓN FORMAL DE LA POLICÍA

V. MODELO DE CONTRASTE VI. REFORMA POLICIAL:

VI.1 Contexto VI.2 Propuesta integral/estructural (diagrama)

VII. COMENTARIOS FINALES

La policía en México:

Función política y reforma

“El simulacro de legalidad en el que México ha vivido durante décadas es la nota definitiva de su naturaleza no democrática: un orden político incapaz de acatar su propia legalidad”. Jesús Silva-Herzog Márquez. México, 1999.

I. INTRODUCCIÓN

La policía es un producto social; es un componente de un proyecto de sociedad que está determinado por circunstancias históricas concretas. Lo adecuado, por tanto, es aproximarse a ella tomando en cuenta las características del contexto que la crean y determinan. La policía forma parte de los principios de organización social que sostienen el paradigma del Estado moderno, pero cada sociedad le ha asignado atributos específicos a lo largo de su historia, tanto formales como reales, que han respondido a las demandas culturales, sociales, políticas y económicas que se crean en su seno.

Este planteamiento nos ofrece tres niveles de análisis, el primero corresponde a la policía representada como un paradigma abstracto, el cual contiene su propuesta conceptual originaria; el segundo se refiere a la construcción formal que adquiere ese paradigma, representada por el discurso político y legal creado por el Estado para justificar la policía, y el tercero lo constituyen los aspectos reales, es decir empíricamente verificables, a través de los cuales ella se desarrolla.

La crítica que hago con relación a los conflictos actuales de la policía en México recupera las tres perspectivas; a través de ellas se presenta un continuo explicativo que une las respuestas a las siguientes preguntas: ¿porqué y para qué nace la policía? ¿Qué fines debe cumplir según se declara desde la perspectiva oficial? y ¿qué fines cumple en términos prácticos? Si ese continuo nos permite evidenciar contradicciones entre unas y otras respuestas, por ejemplo si encontramos que la policía no es lo que debe ser, ello quiere decir que no responde a las demandas que le impone el discurso formal, sino a otras de carácter informal.

La distinción puede entenderse mejor con el siguiente caso: mientras la Constitución dispone que la legalidad debe ser un principio de actuación policial, en términos prácticos, sin embargo, hay elementos suficientes para afirmar que la aplicación de la ley ha sido traducida históricamente en un criterio de oportunidad que deriva de valoraciones aplicadas a situaciones concretas.

Pero si la ley es un referente maleable para la policía, y es aquí donde aparece la relevancia de entenderla como un producto social, ello significa que hay un contexto social que así lo permite. No obstante ello, la valoración generalizada sobre la policía en México olvida esta perspectiva y se construye de manera colectiva una imagen maniquea que la percibe como “desviación” de nuestra sociedad, es decir como manifestación ajena a los supuestos “buenos valores” generalmente aceptados.

Esa percepción me parece insostenible. Cuando se atribuye a la policía una condición desvinculada de los valores e intereses generalmente aceptados por la sociedad, se evaden circunstancias que condicionan el comportamiento policial, y que van más allá de éste. Quizá es el enfoque más sencillo, porque evita vincular el cuestionamiento del modelo policial con el de las condiciones sociales en su conjunto, pero no es riguroso. Por ejemplo, si se tienen elementos suficientes para afirmar que la policía preventiva de la Ciudad de México es corrupta, de igual manera debe estudiarse el papel que gobierno y sociedad capitalinos cumplen en esa situación. Además, debe considerarse la posibilidad de que existan particularidades importantes en la relación que establece cada comunidad con la o las instituciones policiales que ahí actúan.

La policía no representa valores o intereses ajenos a la sociedad; por el contrario, creo que a través de ella algunos de esos valores e intereses adquieren un sentido concreto.[1] Adelanto dos hipótesis que ejemplifican esta perspectiva. Primera: el código informal donde se han establecido las reglas del ejercicio del poder en el sistema político mexicano, repite sus esquemas en la policía. Segunda: los actos ilegales que un policía realiza en sus labores cotidianas, expresan una función asignada a la ilegalidad por parte de la sociedad en su conjunto.

En otras palabras, si se comprueba que en la policía se abusa del poder y se recurre a la ilegalidad, quizá  sucede lo mismo en otros espacios públicos o privados, sólo que con matices distintos.

No intento despojar a las instituciones policiales de su responsabilidad frente a la situación por la que hoy atraviesan. En sentido opuesto, busco aclararla partiendo de un supuesto metodológico que consiste en pensar en dos perspectivas de análisis: externa e interna. La primera aborda la policía como un producto social condicionado por valores e intereses específicos aceptados por el universo comunitario en el que actúa y por sectores del mismo. La segunda se refiere al diagnóstico de las instituciones policiales.

II. DIAGNÓSTICO

II.1 Policía y régimen político (perspectiva externa)

En la justificación anoté que a partir del paradigma de la policía, creado en los orígenes del Estado moderno, las sociedades le han asignado atributos específicos que corresponden a demandas culturales, sociales, políticas y económicas creadas en su seno.[2] Me parece que son las demandas de orden político, derivadas de la naturaleza del régimen correspondiente, las que juegan un papel privilegiado en la construcción de un modelo propio de policía. Es decir, principalmente desde el poder, aunque no sólo desde ahí, se reinterpretan las coordenadas de aquel paradigma en beneficio de los intereses predominantes.

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