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Las Barriadas


Enviado por   •  26 de Marzo de 2014  •  4.238 Palabras (17 Páginas)  •  257 Visitas

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José Matos Mar. Perú: Estado desbordado y sociedad nacional emergente. Lima: URP, 2012.

Capítulo 2 De migrantes a ciudadanos: 1940-1990

7. Una revolución urbana (pp. 212-217)

Al finalizar la década de 1980, las barriadas habían acabado de plasmar una verdadera revolución urbana, resultado del titánico esfuerzo y sacrificio de los pobladores de las principales barriadas limeñas en su inserción y acomodo en la gran ciudad limeña.

En total, sobresalieron como grandes actores diez, de un universo estimado actualmente en más de tres mil barriadas.

En menos de cinco décadas, 1940-1990, un vasto sector de la población popular, media y sus descendientes de primera y segunda generación de emigrantes de toda la provincia nacional, pobres y discriminados, constituyeron un conjunto social, cultural, económico y político propio, insólito, que forjó una integración social, cultural y económica nueva con trascendencia no solo en las ciudades sino en el devenir nacional.

Nuevo patrón de asentamiento

La migración había “inventado” una sociedad al desplazar a las masas rurales hacia la ciudad. Además, el éxodo creador no se detendría. Si en 1956 las barriadas limeñas existentes tenían 119 886 habitantes, que representaban el 9.5% del total de la población de Lima Metropolitana, en 1959 tenían 236 716 habitantes, el 14.3%. En 1961, 316 829, el 17.2%. En 1970, 761 755, el 25.6%. En 1972, 805 117, el 24.4%. En 1981, 1 460 381, el 31.9%. En 1984, 1 617 786, el 32.2%. En 1993, 2 188 415, el 34% en 1 147 barriadas, las cuales representaban cerca del 50% de la población total de todas las barriadas del Perú (Gráfico 8). Al 2010, existen más de 7 419 barriadas en el país y en Lima Metropolitana más de 3 mil, con una población que sobrepasa el 36.5% de su población total (Gráfico 9).

Las migraciones más intensas predominaron hasta la década de 1970, después disminuyeron por la reforma agraria de esa década y, en 1980, por el terrorismo y desde la década de 1990 son limitadas. El fin de siglo marca un hito en este desborde demográfico al consolidarse una cierta estabilidad poblacional y un reencuentro de provincianos, costeños, serranos y amazónicos, sobre todo los nuevos limeños modernos con sus coterráneos en sus lugares de origen.

Un trasvase demográfico y social jamás pensado: por lo menos unos ocho millones de habitantes de la provincia, serrana especialmente, trasladados durante setenta años a la gran capital limeña preferentemente y a las principales ciudades de la costa peruana, llevando consigo su cultura y su estilo de vida. El otro Perú en la región más desarrollada se convirtió, junto con sus hijos y nietos de primera, segunda, tercera y cuarta generación, en el gran conjunto de peruanos del futuro desarrollo nacional.

Una presencia cuestionadora

Habían logrado que la barriada fuera el patrón preponderante de crecimiento urbano en todas las ciudades del Perú, una comunidad urbana con su propia personalidad y acorde completamente con lo que es el Perú real, un país andino pluralista y vertical. Lograron también que en muchas ciudades surgieran distritos conformados mayoritariamente por los migrantes del otro Perú y sus descendientes, y que agruparan la mayor población de ellas. Habían conseguido, fundamentalmente, que este modelo tuviera su expresión prístina y estimulante en el centro del poder nacional, la gran lima metropolitana. Habían logrado, asimismo, establecer una sorprendente relación o conjunción con los de arriba, el poder, el Perú oficial. Así como también que las principales ciudades del país siguieran su ejemplo. Habían logrado –solamente con su presencia masiva, ocho millones por lo menos, reclamando su pertenencia a un espacio milenario donde ellos contribuyeron a forjar una civilización– crear las condiciones para que el poder de su cultura fuera decisiva para contrarrestar la cultura tradicional y criolla imperante en un espacio reducido de la llamada república peruana, sentando las bases para el surgimiento de una auténtica y real sociedad nacional pluralista, multiétnica y multilingüe que comprendiera todo el íntegro de su espacio.1

1 La idea del poder de la cultura coincide en mucho con el planteamiento expuesto por Edgar Montiel en su libro El poder de la cultura. Lima: Fondo de Cultura Económica, 2010.

En la sede del poder ampliaron el espacio urbano de Lima Metropolitana y perfilaron una conurbación que tendría 49 distritos, 10 de los cuales surgieron debido a la gesta de las barriadas, comprometiendo en ellos a la mayor parte de la población limeña.

Cambiaron el rostro tradicional de la ciudad capital y del resto de las principales ciudades costeñas, haciéndolas más representativas de lo que es la sociedad nacional andina peruana. Miles de miles de familias del otro Perú poseían vivienda propia y trabajo en el nuevo mundo urbano. Al tomar la decisión de abandonar su vida provinciana pobre, discriminada y en mucho rural, habían tenido éxito. Millones habían salido de la pobreza por propia decisión, y puesto fin al predominio del mundo rural en el Perú.

Su acomodo urbano constituyó una epopeya, al principio lento, insospechado, siguiendo las reglas y ordenanzas establecidas. Después cuestionándolas, organizando invasiones masivas y violentas, pero todas en consenso entre grupos familiares o coterráneos apoyados por sus asociaciones de pobladores y urbanizando la nueva Lima, gracias a ser descendientes de una Patria antigua que fue una civilización con organizaciones e instituciones sociales, culturales, políticas y económicas. Adaptadas plenamente a la realidad de su espacio rico y contrastado y con un sistema de reciprocidades, bienestar y autosuficiencia, solidaridad y cooperación en sus trabajos comunales, el ayni o ayuda mutua individual y de parentesco en la construcción de sus viviendas y la minka o trabajo colectivo de las comunidades para dotarse de servicios. Pero, sobre todo, fuertemente arraigados en su cosmovisión andina y su estructura familiar comunitaria.

Después, trabajaron incansablemente, de acuerdo a sus posibilidades, habilidades y oportunidades, en múltiples actividades lícitas e ilícitas, donde sea y como sea, millones en la pujante economía informal y conformando cada vez más una vasta población educada, capacitada, dando origen a que miles de familias y personas, hombres y mujeres, fueran emprendedores exitosos de pequeñas, medianas y algunas grandes empresas, y comerciantes. Estimularon, a pesar de no existir una política nacional de educación, al surgimiento de miles de centros educativos,

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