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Las Poquianchis


Enviado por   •  14 de Mayo de 2015  •  3.066 Palabras (13 Páginas)  •  481 Visitas

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Nacidas en la ciudad mexicana de Jalisco a inicios del siglo XX (Delfina nació en 1912, de las otras no se sabe la fecha), las hermanas Carmen, Delfina, María de Jesús y Luisa González Valenzuela, habrían de crecer en una familia disfuncional y convertirse en una de las más representativas expresiones de criminalidad femenina en el ámbito latinoamericano.

Bernardina Valenzuela, madre de las hermanas, era una mujer muy religiosa, que rezaba el rosario cada día e infundía en sus hijas un catolicismo devoto y recalcitrante. Entretanto Isidro, padre de las muchachas, era un hombre imbuido en la idiosincrasia machista propia de la cultura latina, que ejercía su poder paterno de forma abusiva y violenta, con ese aire despótico tan frecuente en alcohólicos como él.

Para traer el pan a la mesa, Isidro González trabajaba como “juez de acordada”, encargándose de vigilar durante la noche, recorriendo sobre su caballo las rústicas y polvorientas calles, cosa que, en un tiempo y lugar insuficientemente cuidado por los representantes de la ley, le hacía sentirse como una especie de “amo y señor del orden”, algo así como los sheriff del viejo oeste norteamericano.

La fuga de Carmen

Carmen González Valenzuela de vieja

Cansada del autoritarismo y los maltratos cotidianos de Isidro, Carmen, la mayor de las hijas, se fugó cierto día con Luis Caso, un hombre bastante mayor que ella.

A diferencia de otros padres, el orgulloso Isidro montó su caballo y fue a buscar a la hija rebelde, hasta que finalmente la encontró y entonces, tras sermonearla, gritarle e injuriarla, la agarró de los pelos y la condujo hasta una pequeña y miserable celda, donde la encerró como castigo a su comportamiento “indecente”

Horas después de encerrar a Carmen, a Isidro le llegó una orden municipal en virtud de la cual, junto a dos de sus agentes, partió en búsqueda de Felix Ornelas, un ranchero revoltoso y extorsionador que no mostraba reparo alguno en ocultar su desdén por la ley. Ahora, y cuando Isidro intentó detenerlo, las cosas se complicaron y no resistió la tentación de dispararle a Felix, matándolo instantáneamente, por lo cual tuvo que escapar de la escena y se pasó un año entero ocultándose en diversos ranchos de Jalisco, olvidando antes de huir que Carmen seguía encerrada. Por ello, solo catorce meses después de ser encerrada, Carmen salió libre gracias a la ayuda de un abarrotero obeso que accedió a tal cosa a cambio de que ella le prometiera matrimonio…

Los atroces negocios de las hermanas

De manera similar a Carmen, Delfina, otra de las hijas de Isidro, tenía una relación escondida con un hombre mayor que ella. Al enterarse, Isidro casi la mata con un brutal golpe en la nuca…

Ya en medio de los años treinta, Defina, Carmen y María de Jesús, entraron a trabajar como obreras en una fábrica textil, aunque poco después Carmen entró en una relación con Jesús Vargas, un “vividor” de poca conciencia al que todos conocían como “El Gato”, y con el cual ella, en 1938, se instaló a vivir en una cantina…

Trabajadoras sexuales que las Poquianchis mantenían como rehenes, consiguiéndolas bajo el engaño de que trabajarían de empleadas domésticas con buenos sueldos…

Afortunadamente, la cantina de El Gato empezó a marchar bien, pero éste era tan irresponsable que despilfarró las ganancias e hizo quebrar el negocio; aunque Carmen, que sí era planificadora, guardó algo para sí y lo empleó para abrir un pequeño negocio de vinos y otros licores, el cual inspiró a su hermana Delfina para que instalará un prostíbulo en que metió a jovencitas que se conseguía bajo el engaño de que las haría trabajar como empleadas domésticas…

Fue en El Salto, dentro de Jalisco, donde Delfina puso su primera cantina junto al prostíbulo referido, al cual acudían soldados, policías, y hasta autoridades municipales, cosa que no era sorprendente pues los controles sobre este tipo de establecimiento eran realmente escasos. Así, para contribuir al negocio, las pupilas (chicas que se hospedaban en el prostíbulo y trabajaban allí) de Delfina salían de noche a las calles en busca de clientes a los que intentaban convencer para visitar el burdel, pero en 1948 se suscitó un incidente que marcó la clausura del establecimiento, a raíz de lo cual Delfina fue con sus mujeres a la feria de San Juan de Lagos, donde consiguió ayuda del alcalde para alquilar dos locales en los que reabriría su cantina y su prostíbulo.

El nuevo centro de servicios carnales se llamaba “El Guadalajara de Noche”, y en él participaron las hermanas de Delfina: María Luisa, a cargo de la caja registradora, y Carmen, a cargo de la cocina, aunque ésta última comenzó también, por iniciativa propia, a vender prendas de vestir y otros objetos a las prostitutas, que en realidad no compraban por voluntad propia sino que estaban prácticamente en condición de rehenes y se les obligaba a adquirir tales artículos, endeudándose muchas veces…

Delfina (izquierda) y María de Jesús, dos de Las Poquianchis

Posteriormente, finalizada la feria de San Juan, Delfina desmanteló el prostíbulo y, con un gran capital reunido en 15 días de proxenetismo, viajó con sus prostitutas y sus dos hermanas a San Francisco del Rincón, en Guanajuato, donde, con la ayuda del presidente municipal de San Francisco, Adelaido Gómez, rentó una casona con varias camas y tocadores, y una silla en cada habitación. El nombre, por cuestiones de publicidad, volvería a ser “El Guadalajara de Noche”.

Eran tiempos fructíferos para el prostíbulo aquellos en los que María de Jesús, hermana de Delfina, conoció en León (Guanajuato) a Guadalupe Reynoso, quien llevaba un lujoso vestido con generoso escote, cosa que había conseguido gracias a un burdel edificado en una propiedad alquilada a un homosexual conocido como “El Poquianchis”.

Tras el encuentro, María de Jesús regresó al Salto y, junto a Enedina Bedoya y María de los Ángeles, ambas pupilas (prostitutas hospedadas en el negocio) de su hermana Delfina, instaló después su propio prostíbulo en León, aunque al inicio no tenía luz ni permiso de apertura, pero consiguió los permisos acostándose con Fernando Liceaga (secretario del presidente municipal) y el Dr. Castellanos… Sin embargo el sexo no costeaba todos los sobornos, y tuvo que dar dinero cuando el negocio era amenazado con cierre a causa de disturbios o presencia de chicas menores de edad…

Pagando puntualmente a las autoridades, el negocio era protegido por la Policía y la autoridad

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