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Los Pregoneros


Enviado por   •  7 de Mayo de 2015  •  545 Palabras (3 Páginas)  •  231 Visitas

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En el siglo XIX Lima era una ciudad de agitado y exquisito tránsito. Al caminar de las personas se le sumaba también el puntual discurrir de los pregoneros. Postres, productos de pan llevar y hasta el seviche iban flotando en las avenidas de la mano de obstinados vendedores.

El célebre Ricardo Palma, en su tradición titulada “Con días y ollas venceremos”, cuenta que en sus tiempos, a fines del siglo diecinueve, parecía que “en Lima, la ocupación de los vecinos hubiera sido tener en continuo ejercicio los molinos de masticación llamados dientes y muelas”.

Y afirma que “casas había en que para saber la hora no se consultaba reloj, sino el pregón de los vendedores ambulantes”. Por ejemplo, “la lechera indicaba las seis de la mañana. La tisanera y la chichera de Terranova daban su pregón a las siete en punto. El bizcochero y la vendedora de leche-vinagre, que gritaba ¡a la cuajadita! designaba las ocho, ni un minuto más ni un minuto menos”.

También Manuel-Atanasio Fuentes se ocupó en 1860 de los pregones de la ciudad (1) y tuvo el cuidado de registra cada uno de ellos. Anotó que “los primeros vendedores que aparecen en las mañanas son los heladeros, las tisaneras y los bizcocheros”. Los primeros anunciaban sus productos así:

“¡Eh riqui piñi! [helados ricos de piña] y de leeist [y de leche]”.

Las tisaneras, “negras y sambas”, cantaban esto:

“¡Se va la tisaneee… cebaaa con piña! ¡Vaya con la chicha piñi; muchacha! ¡terranoviiii!”.

Fuentes agrega que “la entonación y palabras de los bizcocheros son muy variadas; algunos solo exclaman ¡se va el viscochee! Otros: ¡Buen pan de Guatemala!”.

En la Semana Santa los bizcocheros ofrecían el famoso pan de dulce. El mismo autor indica que “es imposible concebir la variedad de voces y de tonos con que se repiten los gritos de:

¡Pan de ulce… pan de ulce… buen pan de regalo!

¡Pan de ulce, pan de ulce y de regaalo pan de ulce!

¡De la concición cosa güena” [sic].

Fuentes contaba que “a las nueve o diez de la mañana, se anuncia la almuercera que en una enorme canasta que carga sobre la cabeza lleva varias ollas con frijoles, chanfaina, arroz y sango de yuyo y que convida a los gritos de:

¡Amozáa pué! ¡se

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