Mas Alla Del Cargo Y El Abono
anagalan18 de Julio de 2012
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Hoy en día resulta muy difícil triunfar en el ámbito profesional, las personas que han finalizado un logro académico es evidente que han conseguido una victoria, mas no el éxito. El éxito va mas allá de conseguir un título, bienes, un trabajo, en cualquier profesión es una balanza entre el desarrollo profesional y el humano.
Los abogados tenemos como en cualquier otra profesión necesidades materiales y psicológicas; ¿pero a que se traducen estas necesidades? Involucran relaciones sociales, los abogados tendemos a manejar nuestro éxito por las relaciones sociales que logremos, y si bien es parte de esto, es solo una porción de nuestro éxito y nuestra felicidad. La familia, la salud física, mental y espiritual forman parte de la estructura de un abogado triunfador, aquel que logra tener una familia, hijos, conservarse en buena condición física, ser emprendedor y positivo, cuidar de sus creencias y religión en las cuales puede encontrar esperanza y consuelo, hará de él una persona íntegra y por consiguiente exitosa, que habrá alcanzado un equilibrio físico y emocional.
Tomo comienza una vez que tenemos un titulo y una cedula en mano; cuando por fin nuestra primera meta está cumplida. Para ejercer la profesión se necesita carácter, vencer miedos y salir a probar suerte; caernos y levantarnos cuantas veces sea necesario, la realidad se palpa fuera de las aulas y no se compara ni siquiera un poco con el abrigo que nos brinda la universidad. Formarse una buena reputación es imprescindible para el abogado puesto que de esto dependerá que sea contratado. Puede ofertar un servicio de calidad, pero si el pago de honorarios resulta demasiado oneroso, la demanda de trabajo se verá disminuida. Ahora bien, se trata de cobrar honorarios con mesura permitiéndonos competir en el ámbito laboral, exigiéndonos un buen servicio donde cliente y abogado ganemos paralelamente.
Mantener una empresa hoy en día resulta difícil, se debe proveer día a día las estrategias optimas para mejorarlo, innovarlo, administrarlo, etcétera. De igual forma el abogado debe preocuparse por contar con la tecnología necesaria, instalaciones adecuadas, un contador eficiente, un equipo de trabajo acorde a sus necesidades; encontrarnos preparados para las adversidades que puedan surgir, porque el abogado tiene como objetivo motivar la esperanza y abrir diversas posibilidades, meta que se alcanza con conocimiento y voluntad para aplicarlos.
Los valores son otro aspecto muy importante para la formación de un abogado, estos deben cimentarse desde la universidad y son precisamente los profesores los comisionados para perfeccionar estos valores entre sus alumnos: la honradez, la honestidad, la justicia son palabras claves para la formación de un abogado, este deberá conducirse siempre con verdad, procurando la justicia, que aunque no está en sus manos impartirla si tiene el deber de reclamarla, pues recordemos que somos los depositarios de la confianza de nuestros clientes los que ponen en nuestras manos cosas materiales tan importantes como es el patrimonio, o sus derechos fundamentales como la libertad. Pero tan importante son los valores que aprendemos en la escuela como los que nos enseñan en casa; en el núcleo familiar desde pequeños nos inculcan valores para vivir en armonía en casa, en la escuela, en el trabajo, etc. Y estos valores aprendidos en diferentes entornos sociales tienen como objetivo en la vida una convivencia donde gobierne la armonía. Quienes carecen de valores no puede existir en ellos calidad humana entendiendo la calidad humana como una mezcla curiosa: La dignidad de sentirnos nosotros mismos y la humildad de reconocer que podemos ser mejores. Consiste en cuidar las relaciones con los demás, en rehacer nuestros afectos y en tener una filosofía, una actitud y un estilo de vida que sea realmente el que nosotros sintamos en nuestro interior. Debemos de ser conscientes que el mundo material no posee ningún valor por sí mismo, depende de la aplicación que hagamos de él y la felicidad que genere al compartirlo. La calidad humana debe llevar inherente a ella lo más valioso, el cultivo de la bondad personal, el deseo de hacer bien las cosas de acuerdo a las leyes universales, mejorar cada día un poco más uno mismo y en colaboración con los demás, cumpliendo así, la evolución individual y colectiva, a fin de lograr un mundo mejor para todos los seres vivos de este maravilloso planeta llamado tierra. La calidad humana no se mide por el éxito ni por el prestigio. Si por el deseo de ser seres humanos más éticos y morales cada día, más conscientes y más capaces de ser útiles a los demás y a nosotros mismos.
Aunque como ya se menciono, la calidad humana nada tiene que ver con el éxito, si resulta gratificante la terminación feliz y exitosa de un negocio. El éxito es la culminación a propósitos previamente establecidos, es la recompensa psicológica de todo ser humano, tiene mucho que ver con la salud mental del individuo y la superación personal. Los objetivos cada vez serán más grandes, y por tanto, más gratificantes al momento de culminar lo que hará de todo ser humano una autoestima fuerte.
El éxito debe enfocarse en cuatro dimensiones laboral, social, familiar y espiritual; cuando alguna de estas se encuentra débil no se puede hablar de éxito, ya que el éxito es un todo, ni tampoco podemos enfocar el éxito a una sola cosa, como por ejemplo, puede ser que laboralmente nos encontremos en el mejor momento como profesionistas; trabajando para una empresa de gran renombre, con el puesto que habíamos soñado toda la vida, pero tal vez nuestra situación familiar este pasando por una crisis que no te permite disfrutar de las metas culminadas laboralmente, por tanto el éxito no cabe para este sujeto quien solo trabajo en el aspecto laboral dejando de lado todos los demás. Más allá de su formación académica, de su experiencia y de sus conocimientos profesionales, el éxito demanda a sus miembros valores como la capacidad de trabajo en equipo, la honestidad, la integridad, el entusiasmo y la creatividad en la dedicación a las tareas encomendadas de los cuatro campos en cuestión.
Existen diversos tipos de valores entre ellos se encuentran los valores intelectuales, materiales, espirituales pero no se trata solo de acumular información o aspirar bienes materiales por el mero hecho de acumularlos, es más bien, acumular riqueza ideológica, técnicas que nos facilite alcanzar nuestras metas más fácilmente. Los valores espirituales forman una parte esencial de los abogados hoy en día, y es que se tienen plasmados por escrito como debe ser la conducta interna y externa de un abogado, tan es así que existe un decálogo del abogado mismo que aborda diferentes aspectos importantes que resultan imprescindibles.
El decálogo del abogado es un buen manual a seguir para que un abogado llegue al éxito, pero se tiene que ser más concreto cuando hablamos de metas, tener metas no sirve de nada cuando no se tiene un plan de vida, cuando no marcas tiempos para alcanzar dicho propósito, se debe ubicar la meta, planear el cómo ¿Cómo? Y trabajar en ello, solo así podremos ver el fruto de nuestro esfuerzo.
Empezar de cero puede desanimarnos un poco, pero al principio las metas deben ser pequeñas fáciles de alcanzar, porque resulta muy frustrante tener una meta que sea inaccesible a nuestras posibilidades y esto desalienta hasta al más emprendedor, ante todo las metas deben ser realistas, personales, especificas pues no basta con querer ser buenos abogados, resulta más claro proponerse ser magistrado de la suprema corte de justicia.
Para lograr nuestras metas necesitamos:
Auto motivación que es la energía que surge de nuestro interior y está basada en nuestros deseos y valores más importantes, compromiso es el estar dispuestos a pagar el precio por alcanzar nuestras metas, adaptación y flexibilidad, el mundo cambia constantemente y no tenemos control sobre la conducta y sentimientos de la gente que nos rodea por lo tanto, cuando surgen imprevistos o las cosas no son como pensábamos, es necesario tener la capacidad de hacer los cambios que se requieran, auto-control de las emociones que son parte de todos nosotros pero es necesario distinguir cuándo tenemos que controlarlas, para actuar de acuerdo a la razón, organización pues es casi imposible hacer muchas cosas al mismo tiempo, por ello tenemos que llevar un orden en nuestra conducta y establecer las prioridades necesarias.
El triangulo del éxito nos muestra al individuo tal y como es un reflejo del interior y exterior. Comenzando por el conocimiento entendido manejar la sabiduría en la medida de nuestra capacidad, desenvolverse en un ambiente laboral de calidad aplicando nuestros conocimientos y desarrollando nuestras habilidades, teniendo en cuenta que podemos hacerlo y la voluntad de realizarlo. La habilidad se traduce a la capacidad y disposición de nuevos proyectos, tener gracia y destreza para ejecutar acciones que nos lleven a alcanzar nuestras metas, la actitud hace la diferencia entre un exitoso y el mediocre. Por ejemplo un abogado litigante que cuando lo ves en un tribunal tiene una actitud torpe, se tropieza, se nota inseguro. La persona puede tener todos los conocimientos y habilidades necesarios para su función, pero no tiene la actitud que se necesita tener para ser exitoso. Enseñar actitudes de un buen abogado litigante nos enseña a ser eficientes con el manejo de un despacho, a ser leal con los involucrados, clientes, miembros del equipo. A ser cautelosos con los riesgos, a ser previsores, a anticiparse a los problemas que vendrán, y esto es lo más difícil de enseñar y de aprehender.
Nuestra empresa es un área importante de analizar, si trabajamos adscritos a alguna dependencia
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