ORATORIA JURIDICA
BERIA9 de Febrero de 2014
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LOS SIETE SECRETOS DE UN BUEN ORADOR
Hacer una exposición oral –tanto si es delante de un gran auditorio como delante de los compañeros de trabajo en una sala de reuniones- puede ser motivo de estrés. Tener credibilidad y saber expresar las ideas de manera clara, concisa y atractiva, no sólo realza la propia imagen sino también la de la organización a la que se pertenece. Por el contrario, si el público percibe al orador como poco elegante, mal preparado y aburrido, puede verse perjudicada seriamente su imagen y aun su carrera profesional.
¿Qué hacer, pues, para salir airoso? He aquí siete actividades con las que poder obtener confianza y seguridad al dirigirse a un auditorio –tanto si es la primera vez como si, teniendo alguna experiencia, se carece de seguridad.
1. Conocer los objetivos, los recursos y el público
Si el propósito es informar al auditorio, hay que darle información nueva y útil. Si, además, se desea persuadir, entonces hay que hacer que los oyentes crean en el mensaje o participen de él. Se debe ser muy claro acerca de los objetivos. En otras palabras, hay que tener claro cómo terminará el discurso y también: ¿quiénes compondrán el auditorio?, ¿compañeros de profesión o clientes potenciales o…?, ¿por qué asistirán?, ¿cuál es su actitud respecto a su objetivo?, ¿qué conocimientos tienen y qué necesitan saber? Dar cierta información a un auditorio indebido limita los posibilidades de alcanzar los objetivos.
Conocer los recursos que están a su alcance también es importante. ¿Forma parte de un equipo o panel?, ¿de qué hablarán los demás?, ¿cuántos oyentes habrá?, ¿qué recursos audiovisuales hay disponibles?, ¿cuánto tiempo se tiene para hablar?, ¿a qué hora del día será el discurso? La respuesta a estas preguntas son factores cruciales para ayudar a confeccionar el mensaje.
2. Prepararse adecuadamente
Una vez clarificado el objetivo, llega el momento de preparar el discurso. El primer paso es recoger toda la información necesaria, aunque no es cuestión de abrumar al auditorio. El material pertinente hay que organizarlo de modo que haya una progresión lógica de las ideas. El mensaje tiene que ser fácil de captar.
Primero se debe preparar el contenido del discurso, su “cuerpo” y dejar la introducción y la conclusión para lo último, La introducción que sea impactante, haciendo hincapié en los “beneficios” que reportará la escucha; la conclusión final debe ir “cargada de fuerza” y ser memorable.
3. Hacer un borrador
Este borrador final debe ser un resumen en el que, con distintos colores, aparezca la información esencial para el auditorio.
Siempre se debe dejar una copia del borrador en casa o en el despacho, así podrá mandarse por fax en caso de una emergencia. O mejor todavía, tenerla también en el disco duro del ordenador.
4. Practicar, practicar, practicar
Se aconseja hacerlo al menos unas tres veces, leyéndolo en voz alta y cada vez con un tono distinto para no perder la espontaneidad. Nunca intentar aprenderlo de memoria; la memoria falla y más en situaciones de estrés. ¡Retener ideas, no palabras o frases! Decir el discurso cambiando las palabras no las ideas. Así mismo ayuda practicar delante de alguien. El ideal: grabarse en vídeo.
5. Llegar con antelación
Asegurarse de que todo en la sala está en orden: micrófono, proyectores,… En cualquier caso hay que llevar alternativas: plan A con ayudas; plan B sin ayudas.
6. Usar las “tres uVes” comunicativas
Visuales, Verbales y de Voz (tono de voz). A pesar de que las tres son importantes, para algunos de los oyentes lo que se diga no será tan importante como la manera como se dice; habrá otros que se dejarán influenciar más por la imagen o por los expresiones faciales o corporales. La credibilidad
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