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Rios Profundos


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2013  •  3.110 Palabras (13 Páginas)  •  363 Visitas

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ENSONACION Y MAGIA EN "LOS RIOS PROFUNDOS"

EL limo conductor entre los episodios de este libro traspasado de nostalgia y, a ratos, de pasion, es un nirio desgarrado por una doble filiaciOn que si-multineamente to enraiza en dos mundos hostiles. Hijo de blancos, criado entre indios, vuelto al mundo de los blancos, Ernesto, el narrador de Los rios profundos, es un desadaptado, un solitario y tambien un testigo que goza de una situacion de privilegio para evocar la trigica oposiciOn de dos mundos que se desconocen, rechazan y ni siquiera en su propia persona coexisten sin dolor.

Al comenzar la novela, a la sombra de esas piedras cuzquerias en las que, al igual que en Ernesto (y en Jose Maria Arguedas), asperamente se tocan lo indio y lo espariol, la suerte del nilio esti sellada. El no cambiari ya y, a lo largo de toda la historia, seri una presencia aturdida por la violencia con que chocan a cada instante, en mil formas sutiles o arteras, dos razas, dos cultural, dos clases, en el grave escenario de los Andes. Subjetivamente soli¬dario de los indios que lo criaron ( "Me criaron los indios; otros, mis hom¬bres que estoy") y que para el, ya lo veremos, representan el paraiso Per¬dido, pero lejos de elks por su posicion social que, objetivamente, lo hace solidario de esos blancos de Abancay que lo indignan y entristecen por su actitud injusta, torpe o simplemente ciega hacia los indios, el mundo de los hombres es para Ernesto una contradiccion imposible. No es taro que los sentimientos que le inspire scan el desconcierto y, a veces, un horror tan profundo que llega a no sentirse entre sus projimos en ese mundo, a imaginar que procede de una especie distinta de la humana, a preguntarse si el canto de la calandria es "la materia de la que estoy hecho, la difusa region de donde me arrancaron para lanzarme entre los hombres". Hay que vivir, sin embargo, y Ernesto, que no puede escapar a su condiciOn, debe buscar la manera de

soportarla. Para ello, tiene dos armas: la primera es el refugio interior, la ensofiaciOn. La segunda, una desesperada voluntad de comunicarse con lo que queda del mundo, excluidos los hombres: la naturaleza. Estas dos atti¬tudes conforman la personalidad de Ernesto y se proyectan curiosamente en la estructura del libro.

Por que ese repliegue interior, que fuerzas lleva en si Ernesto que lo ayudan a vivir? Ocurre que hubo un tiempo en que todavia no tenia concien¬cia de in dualidad que malogra su destino y vivia en complicidad inocente con los hombres, dichoso sin duda, al amparo de ese "ayllu que sembraba mafz en la mas pequefia y alegre quebrada que he conocido", donde las "mamakunas de la comunidad me protegieron y me infundieron la impa¬gable ternura en que vivo". Y los dos alcaldes de esa comunidad india, Pablo Maywa y Victor Pusa, son las sombras protectoras que el nifio convoca se¬cretamente, en el internado de Abancay, para conjurar sus sufrimientos. La corriente nostalgica que fluye por la novela proviene de la continua evoca¬cion melancolica de esa epoca en que Ernesto ignoraba la fuerza "poderosa y triste que golpea a los nifios, cuando deben enfrentarse solos a un mundo cargado de monstruos y de fuego". Ese enfrentamiento con el "mundo cargado de monstruos" coincide con su llegada a Abancay y su ingreso al colegio donde se educan los jovenes acomodados de la ciudad. Ante ellos, Ernesto descubre las diferencias abisales que lo separan de los demis, su soledad, su condiciOn de exiliado: "Mis zapatos de hule, los pufios largos de mi camisa, mi corbata, me cohibian, me trastornaban. No podia acomodarme. eJunto a quien, en donde?". Ya no puede volver =as, retornar al ayllu: ahora sabe que el tampoco es indio. No puede pero, a pesar suyo, sin darse cuenta, tra¬tard locamente de hacerlo y vivira como hechizado por el espectaculo de su "inocencia" perdida. Este estado de afioranza y solicitaci6n tenaz del pasado, hace que la realidad mas vividamente reflejada en Los rios profundos, no sea nunca la inmediata, aquella que Ernesto encara durante la intriga central de la novela (situada en Abancay), sino una realidad preterita, decantada, diluida, enriquecida por la memoria. Este determina, tambien, el lirismo acen¬drado de la escritura, su tono poetico y reminiscente, y la idealizaci6n cons¬tante de objetos y de seres que nos son dados tal como el propio Ernesto los rescata del pasado, a travel de recuerdos.

En el ultimo capitulo de Los rios prolundos, Ernesto se pasea por el patio del colegio "mas atento a los recuerdos que a las cosas externas". En verdad, esta es una actitud casi permanente en el; incluso cuando su aten¬don recae en algo inmediato que parece absorberlo, su conciencia, esta con¬frontando la experiencia presente con otra pasada, apoyandose en lo actual para impulsarse hacia eras. Ya desde las primeras paginas de la novela, el nifio lamenta melancOlicamente que su padre decidiera "irse siempre de un pueblo a otro, cuando las montafias, los caminos, los cameos de juego, el lugar donde duermen los pajaros, cuando los detalles del pueblo empezaban a format parte de la memoria". Es Heil suponer que desde entonces hay ya en el una determinaciOn voraz: capturar esa realidad fugitiva, conservar en su espiritu las imagenes de esos paisajes y pueblos donde nunca se queda. Mas tarde, vivira de esas imagenes. Los recuerdos afloran a la mente de Er

nesto ante cualquier circunstancia, como si se tratara de un viejo, y con una precision desconcertante ("el charango formaba un torbellino que grababa en la memoria la letra y la musica de los cantos"): ocurre que es un ser entera

mente consagrado a la tarea de recordar, pues el pasado es su mejor estimulo

para vivir. En eI colegio (es significativo que el Padre Director lo llame "loco", "tont° vagabundo", por no ser como los otros), suefia con huir para reunirse

con su padre. Pero no lo hace y espera, "contemplindolo todo, fijindolo en la memoria". En una novela tan visiblemente autobiogrifica, se puede decir que Arguedas ha trasplantado de manera simbalica a la narraciOn su propia tentativa. Ese nitro que el autor evoca y extrae del pasado, en fund& de una experiencia anterior de su vida, esta presentado en una actitud identica:

viviendo tambien del pasado. Como en esas cajas chinas que encierran, cada una, una caja mas pequefia, en Los rios profundos, la materia que da origen

al libro es la memoria del autor: de ella surge esa ficcion en la que el prota¬gonista, a su vez, vive alimentado por una realidad caduca, va solo en su propia memoria.

Tras esa constante °pencil& de rescate del pasado, Ernesto

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