Sheila Cassidy
crismorenotass2 de Julio de 2015
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En el año 1973 y hasta principio de los 90’ se instaura en Chile, y en la memoria de todo su pueblo, el comienzo de uno de los periodos más oscuro y desolador del país. El 11 de septiembre del año 73’ la moneda es bombardeada y el presidente Salvador Allende es asesinado y derrocado del poder brutalmente, dando inicio a uno de los regímenes militares más emblemático de Latinoamérica. El país y su gente enfrentaron en aquella época una represión implacable y una violencia institucional que hoy sólo es posible rememorar mediante aquellas personas que decidieron sacar la voz y dar testimonio de las terribles injusticias y violaciones hacia los derechos humanos de las que fueron víctimas. Un ejemplo de estas valientes personas fue Sheila Cassidy, una doctora británica, arrestada en el año 75’ por prestarle servicio a un militante del MIR mal herido a petición de un sacerdote.
En aquella época el comité pro Paz, compuesto por diversos miembros de la iglesia, proporcionaba asilo y protección tanto social como legal a todas las víctimas de la dictadura militar. La iglesia chilena jamás se mantuvo al margen de lo que acontecía en el país, desde un comienzo asumió una postura activa de lucha no-violenta contra las injusticias que se estaban cometiendo en Chile. Si bien se preocupó de mantener el mensaje de paz y de protección a los derechos humanos, no cesó ante la lucha mediante la denuncia de lo que estaba ocurriendo y a través de la constante ayuda hacia el pueblo. No obstante esta lucha no era igual a la que estaba llevando a cabo el régimen militar, esta lucha no buscaba venganza ni represalias, esta era una lucha cristiana sin violencia, una lucha que buscaba justamente la paz. Dicha visión de ser la “voz de quienes no tienen voz” (Cassidy, 1977, p.89) surgió en las iglesias latinoamericanas y en especial en la chilena luego de la conferencia episcopal en Medellín. La iglesia finalmente disolvía la división que por mucho tiempo existió entre vida y fe (Cassidy, 1977). Respecto a aquello la iglesia no sólo se preocupó de realizar acciones de caridad, ya que esto no solucionaba el problema de raíz, sino que se encargó de crear un sistema de formación de proyectos, tanto laborales como sociales, en pro de ayudar a los más desposeídos. Un ejemplo de esto fueron los comedores para niños y los trabajos ideados para aquellos hombres cesantes que debían mantener a sus numerosas familias.
Sheila, por los curiosos designios de Dios, se vio envuelta en este horrible contexto de un país que además era ajeno al suyo. Ella jamás estuvo inmersa en el mundo político, de modo que si accedió a atender al revolucionario del MIR fue porque como cristiana, era su deber ayudar y a atender a todo quien lo necesite, sea quien fuese esta persona. Fue por aquella buena acción hacia su prójimo, sin miramientos de riesgos sino que entregada al servicio, que Cassidy fue capturada y duramente torturada por la policía secreta chilena conocida como DINA. Esta mujer tuvo la opción lógica y comprensible de odiar a quienes le hicieron lo que le hicieron injustamente a ella y a sus amigas de “tres alamos”, como muchos detenidos y detenidas torturadas Sheila pudo querer vengarse luego de su liberación por el daño irreversible que le causaron a su vida. Sin embargo, Cassidy no odiaba a nadie, por el contrario sentía lastima de aquellas personas pues ellos jamás podrían experimentar la libertad de espíritu que ella vivió. Como ella misma declaró:
“El daño hecho sobre la personalidad del torturador debe ser mayor que el causado a la persona torturada, porque debe ser en realidad muy difícil expulsar de una memoria sobreexcitada la vista y el sonido de esos hombres y mujeres torturados, en una noche en que el sueño se niega a venir" (Cassidy, 1977, p.131).
Ella y todas las personas torturadas podían dormir con su conciencia tranquila, mientras
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