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Andrea aggasi


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2015  •  Biografías  •  616 Palabras (3 Páginas)  •  130 Visitas

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Hola,

Es un honor estar aquí con todos ustedes.

Tengo la intención de contarles dos cosas muy breves, solo dos.

La primera la he llamado, sentir que si llega!

Si no mal recuerdo, en la preparatoria me nació la inquietud de escribir, y como a veces pasa, a mi me paso, la inquietud de escribir tenia nombre y apellido.

Que después se perdió la inquietud de escribir, la de nombre y apellido también.

Que ahora, además de nombre y apellido, tengo más motivos para escribir.

Que tuve miedo al empezar a escribir ya más en forma, si, y mucho. Que no sabía que escribir. Que pensé y repensé que no servía para esto. Que siempre tuve el gusanito de escribir. Que intente una vez tomar un curso, de esos gratis donde te enseñan a escribir. Que resulto ser solo un curso para fumar, en una sola clase me había fumado toda mi cuota semanal.

Que la inspiración no me llagaba y no me llega aun. Que llore cuando escribí esto. Que me gusto cuando termine de llorar. Que tengo letra fea. Que el escribir es algo que se siente que llega, pero no llega solo.  Que llega con coraje. Que llega con tristeza. Que llega con orgullo. Que llega con alegría. Que llega con soledad. Que llega con egoísmo. Que llega con generosidad. Que llega y se queda.

Cuando escribo, pienso en que me llegara la inspiración, pero no llega.

Entonces, pienso que me llegara la imaginación, pero tampoco llega. De repente, sin saberlo, y ya con un grado de desesperación, siento que no me llegara nada, y así, de repente, me llegan cosas, cosas mías, mis miedos, mis sueños, mis tristezas, mis anhelos. Cosas de otras personas, sus sueños, sus miedos, sus tristezas, sus anhelos, sus corajes, sus alegrías.

El ejercicio de escribir y como todo ejercicio que hagas o te dediques en la vida, está en sentir, sentir que si llega.

La segunda parte la he llamado “me imagino”.

Mis padres recibían a su tercer hijo de cinco que tendrían, era un 22 de Junio del 79, dia lluvioso.

Jóvenes los dos, mi Papá de 25 y mi Mamá de 20. Ahora mismo, diríamos que muy jóvenes para tener ya el tercer hijo, sin embargo eran otros tiempos - como se dice cuando no encontramos más argumentos explicativos -.

En ese momento, mis padres con la llegada de su tercer hijo, estarían alegres, preocupados, despreocupados…  no lo sé con exactitud, solo me lo imagino.

Me imagino, que ni por la cabeza les paso, que a su hijo algún día le iba a gustar escribir, me imagino que mi Papá, no pensó que su hijo de pequeño, lo seguiría a todos lados, que le encantaría ir a tras de él, caminando, aguantándole su paso rápido, ese paso que todavía conserva y que me lo he adjudicado como una herencia de él que es solo para mí.

Me imagino, que tampoco pensaron que su hijo a la edad de 11 años casi se rompería la pierna en dos pedazos, por andar brincando  la acequia nueva en un día caluroso con sus primos y hermanos, ni tampoco se imaginaron que su hijo en un acto de generosidad, regalaría sus ahorros a un “loquito” que andaba en el rancho, ni tampoco creo que se imaginaron, que unos seminaristas intentarían convencer a su hijo, para que se fuera al seminario y llegar a ser sacerdote.

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