Benito Juarez Garcia

El amor y la admiración de la belleza, responden a una noble espontaneidad del ser racional. Consideramos el educado sentido de lo bello como el colaborador mas eficaz en la formación de un delicado instinto de justicia. La dignificación, el ennoblecimiento interior, no tendrá nunca artífice mas adecuado. Nunca la criatura humana de adherirá de mas segura manera al cumplimiento de deber, que cuando, además de sentirle como una imposición, le sienta estéticamente como una armonía. Nunca ella será mas plenamente buena que cuando sepa respetar en los demás el sentimiento de lo hermoso.

Aquellos que exigen que el bien y la verdad se manifiesten invariablemente en formas adustas y severas, son amigos traidores del bien y la verdad. La virtud es también un genero de arte; y la enseñanza que se proponga fijar en los espíritus la idea del deber como de la mas seria realidad, debe tender a hacerla concebir al mismo tiempo como la mas alta poesía. Quien ha aprendido a distinguir lo delicado de lo vulgar, lo feo de lo hermoso, lleva hecha media jornada para distinguirlo malo de lo bueno. A medida que la humanidad avance, se huira del mal y del error como de una disonancia;

Se buscara lo bueno como el placer de una armonía. Ninguno mas seguro, entre los resultados de la estética, que el que nos enseña a distinguir, en la esfera de lo relativo, lo bueno y lo verdadero de lo hermoso. La idea de un acuerdo superior entre el buen gusto y el sentimiento moral es exacta, lo mismo en el espíritu de los individuos que en el espíritu de las sociedades. En el carácter de los pueblos, los dones derivados de un gusto fino, el dominio de las formas graciosas, la delicada aptitud de intensar, la virtud de hacer amables las ideas, se identifican con el don poderoso de la

Universidad. Las ideas adquieren alas potentes y veloces, no en el helado seno de la abstracción, sino en el luminoso y calido ambiente de la forma.

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