Benito Juarez

Es símbolo da la lucha permanente por la legalidad y la institucionalidad al interior del país y por la paz, el respeto a la soberanía y la convivencia entre las naciones en el plano internacional.

Y es un ejemplo de vida, por su dedicación como estudiante y su constante superación, por lo innovador -en su época- de sus ideas políticas, por la vida sobria que llevó dedicada plenamente al servicio público, por su acendrado nacionalismo en un momento de la historia en que México fue presa del expansionismo de las potencias de la época.

Juárez y sus contemporáneos tuvieron que hacer frente a desafíos de enorme trascendencia para lo que sería el devenir histórico de México: ¿Cómo rechazar la invasión extranjera? ¿Cómo combatir los privilegios y propiciar una sociedad más igualitaria? ¿Cómo resguardar las instituciones de la República? ¿Cómo hacer valer el estado de derecho? ¿Qué tipo de relación había que tener con los Estados Unidos?

Sus acciones y resultados nos dejaron un enorme legado, en materia de organización interna y de política exterior. Desde entonces, la búsqueda de la paz, la defensa de la soberanía, la autodeterminación de los pueblos, la comunicación, el respeto y la cooperación entre las naciones son todos ellos preceptos asociados al legado de Juárez.

Por todo ello, Juárez es punto de referencia especial de quienes dedicamos nuestras vidas al Servicio Exterior y a la conducción de la política exterior mexicana.

La célebre frase juarista: "Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz", que surge en el contexto inmediato a la restauración de la República es un enunciado fundacional de la nueva república soberana y liberal y lo es también de la doctrina de la política exterior de México.

En estos tiempos en los que el enfrentamiento entre nacionalismos –o, como se dice ahora, entre civilizaciones- amenaza la paz mundial y pone en peligro aun los derechos más elementales de los individuos, cuando se enfrentan distintas concepciones de organización social y política entre países y al interior de los mismos, y cuando las bases, los actores y los instrumentos de las relaciones internacionales se transforman día con día, los postulados juaristas siguen teniendo vigencia y actualidad.

Hoy somos testigos y parte de la puesta en práctica de ese llamado jurista al respeto de los derechos de los individuos, cuando vemos nacer aquí en Ginebra el nuevo Consejo de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas, expresión máxima hasta ahora del ideal juarista que en su momento lo llevó a liderear la defensa de las libertades humanas, defensa que sirvió de ejemplo a otros países latinoamericanos, razón por la cual fue proclamado "Benemérito de las Américas".

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