Biografia De Cervantes
patriciayuget19 de Julio de 2013
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MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA
“ SU VIDA”
Se sabe muy poco sobre los primeros años de la vida de Miguel de Cervantes, aunque se puede afirmar que nació en Alcalá de Henares en el año 1547 (probablemente el 29 de Septiembre, día de San Miguel), pues fue bautizado el 9 de Octubre de dicho año en la Iglesia de Santa María la Mayor. El licenciado Juan de Cervantes, abuelo de Miguel, tuvo cargos en varias ciudades (Alcalá de Henares, Cuenca, Guadalajara...) y residió de nuevo algún tiempo en Alcalá, donde luego quedaron su mujer y varios hijos, cuando él se fue a vivir a otras partes y obtuvo nuevos cargos. Juan de Cervantes tuvo entre otros a Rodrigo, padre de Miguel. Rodrigo de Cervantes, cirujano de profesión, alcalaíno de origen cordobés, y Leonor de Cortinas, hija de labradores de Arganda eran los padres del genial autor que ostentaba entre sus hermanos el cuarto puesto. Le habían precedido Andrés, muerto recién nacido, Andrea (1544) y Luisa (1546), y le seguirían Rodrigo (1550) y Magdalena (1552) . Su padre aseguró en varias ocasiones poseer ejecutoria de hidalguía aunque no hay certeza de su pertenencia a dicho grupo social, que constituía el primer peldaño de la escala nobiliaria. Sí sabemos, en cambio, de sus constantes apuros económicos. De hecho, la infancia y adolescencia de Miguel parecen haber estado presididas siempre por acuciantes dificultades monetarias. Prueba de esto es que Rodrigo sufrió prisión por deudas y embargo de sus bienes cuando se fue a vivir a Valladolid con toda su familia en 1550. A pesar de alegar su hidalguía pasó varios meses en la cárcel y el siguiente destino de la familia de Cervantes -de Cortinas fue Sevilla, cuando en 1564 se mudaron allí. También sostuvo aquí un pleito el cirujano Rodrigo y también le embargaron. De los años que pasó el joven Miguel en esta ciudad poco se sabe; únicamente que es posible que estudiara en el colegio de la Compañía. Lo que sí se sabe con certeza es que asistió en Madrid al Estudio de Juan López de Hoyos, pero eso ya nos sitúa en el otoño de 1566, fecha en la que su familia se establece en Madrid. De este período son las primeras obras conocidas de Miguel: un soneto a Isabel de Valois en vida de esta reina; otras composiciones de Cervantes a la muerte de esta señora se imprimieron en la Relación verdadera ... (1569) que del triste suceso publicó López de Hoyos. Esta obra contiene un soneto-epitafio, una copla castellana, cuatro redondillas y una elegía en tercetos de cuatro primicias poéticas que definen desde sus inicios la poesía cervantina como característicamente renacentista, dado que confluyen en ella la vieja herencia cancioneril, la lírica tradicional y la nueva corriente italianizante y garcilasiana. Las tres tendencias se armonizarán sin fisuras en el quehacer poético cervantino, que le había de acompañar hasta su muerte.
A finales de 1569, Cervantes aparece atestiguado documentalmente en Roma al servicio del monseñor Julio Acquaviva, quien muy pronto sería cardenal, sin que sepamos a ciencia cierta las causas de su viaje a Italia. Posiblemente abandonó España para escapar de la justicia porque, en efecto, desde septiembre de 1569, se persigue a un tal Miguel de Cervantes bajo la acusación de haber herido a Antonio de Sigura. Y, aunque no hay nada que permita relacionar a nuestro autor con el herido, es muy probable que ésta sea la causa de su repentino e inexplicable viaje, dada la coincidencia de fecha y nombre, que hace improbable la casualidad. Si a esta consideración añadimos que el castigo implicaba la pérdida de la mano derecha y diez años de destierro, resulta obvia la necesidad de poner el mar de por medio. Con todo, siempre nos quedará la incertidumbre.
A pesar de su función allí, otro servicio atraía más a Cervantes: ingresar en la milicia donde fue encuadrado junto a su hermano Rodrigo en 1571 en la compañía de don Diego de Urbina, del tercio de don Miguel Moncada. Era el momento en que se acababa de formar la liga del Papa, España y Venecia contra el turco. Cervantes participa en la batalla de Lepanto el 7 de Octubre de 1571, a bordo de la galera Marquesa, donde demuestra una valentía cercana al heroísmo, dado que, a pesar de encontrarse enfermo y con fiebre, y no obstante las recomendaciones de sus superiores para que se quedase bajo cubierta, pide a su capitán que le deje pelear en el lugar más peligroso de la nave, y lo consigue, puesto que se le asigna el lugar “el lugar del esquife”, esto es, el lugar del pequeño bote que ocupaba la popa de la galera, y, por tanto, uno de los que ofrecían mayor riesgo en caso de abordaje. La dureza del combate se saldó en la galera cervantina con 40 muertos y 120 heridos, entre estos últimos Cervantes, que recibió tres arcabuzazos, dos en el pecho y uno en la mano izquierda; y, aunque sanó completamente de las heridas recibidas en el pecho, no sucedió lo mismo con la tercera, que le quedó anquilosada, y de la cual no podría hacer uso para siempre, por lo que quedó inmortalmente marcado con el sobrenombre de “El manco de Lepanto” y del que estaría orgulloso de por vida, consciente de la extraordinaria trascendencia de dicha victoria contra los turcos, porque su manquedad -dirá en el prólogo al Segundo Quijote - no nació en una riña tabernaria, “sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros”; y ello a causa de que: “aquel día (...) -pondrá en boca del Capitán Cautivo- fue para la cristiandad tan dichoso, porque en él se desengañó el mundo y todas las naciones del error en que estaban, creyendo que los turcos eran invencibles por la mar: en aquel día, digo, donde quedó el orgullo y soberbia otomana quebrantada”.
Una vez curado de sus heridas, volvió a la milicia en abril de 1572, esta vez en la compañía de Manuel Ponce de León, del tercio de don Lope de Figueroa, y participó en las expediciones de Ambarino, Túnez, Corfú y La Goleta, entre otras de menor importancia. Pero harto de ser sólo “soldado aventajado”, y tras conseguir que las dos máximas autoridades españolas en Italia (esto es, el Virrey, el Duque de Sessa, y el capitán General, Don Juan de Austria) le firmaran sendas cartas de recomendación y reconocimiento de sus méritos, decidió regresar a España en el verano de 1575, con la probable intención de que le nombraran capitán, y quizá también acuciado por las dificultades económicas de su familia. En todo caso la desgracia quebró sus propósitos, porque la galera Sol, en la que regresaba a la patria en compañía de su hermano Rodrigo, fue abordada por la flotilla turquesa del renegado albanés Arnaute Mamí el 26 de Septiembre, a la altura ya de las costas catalanas, frente a Cadaqués o Palamós. Así comienzan los cinco años de cautiverio en Argel.
CAUTIVERIO DE ARGEL
De la lucha en la galera Sol y del Argel de los cautivos quedan también numerosos recuerdos en la obra del escritor (entre ellos dos comedias: Los tratos de Argel y los baños de Argel) . La conducta de Cervantes durante el tiempo de su cautiverio es de una abnegación sin límites. Se dedica a organizar planes de fuga para sí y para los otros cautivos. El primero era huir por tierra a Orán, pero el moro que se había comprometido a guiarles les abandonó en el camino y tuvieron que volverse para recibir más cadenas y encerramiento. Mientras tanto, la familia de los dos hermanos cautivos trataba de allegar fondos para redimirlos: lo que se reúne no basta para los dos (las cartas de recomendación que le encontraron hicieron creer que Miguel era hombre de importancia; y así pedían 500 escudos por él) . Cervantes prefiere que todo el dinero se junte para la libertad de Rodrigo, como se hace (1577) . Pero el hermano rescatado lleva a España petición de ayuda para un nuevo plan de fuga ideado por Miguel: catorce caballeros estaban ocultos en una cueva de los alrededores de Argel (que el mismo Cervantes había buscado); se trataba ahora que desde España mandasen una fragata. La fragata vino, pero en el último momento todo fracasó; todos fueron sorprendidos y presos en la cueva. Cervantes se adelanta y dice frente al gobernador turco Hasán Bajá:
“ Ninguno de estos cristianos que aquí están tiene culpa de este negocio, porque yo sólo he sido el autor de él y el que los a inducido a que huyesen”
Fue cargado de cadenas y permaneció así en prisión cinco meses.
Tercer intento de evasión, (ahora sería por tierra): un moro llevaba unas cartas al general español de Orán para pedir su ayuda; nuevo fracaso. A Cervantes, como autor de las cartas, el rey le mandó dar dos mil palos; pero muchos intercedieron por él, y no se realizó el castigo. La familia, mientras tanto, en Madrid, se mueve para conseguir el rescate. Nada se consigue. En 1579 la madre de Cervantes entrega a los padres trinitarios 250 ducados y doña Andrea 50.
En septiembre de 1579, cuarto intento de huída. Con dineros del mercader valenciano Onofre Exarque se compra una fragata para la fuga: se trataba de liberar a unos sesenta cristianos, “la gente más florida de Argel”. Todo se descubre por traición del doctor Blanco de Paz; al traidor le dieron, en premio, un escudo de oro y una jarra de manteca. Cervantes se presenta al bey y vuelve a echar sobre sí toda la responsabilidad del intento; es encerrado en “la cárcel de los moros que estaba en su mesmo palacio”; el bey forma intención de llevarle consigo a Constantinopla. En mayo de 1580 llegan a Argel los padres trinitarios de la redención. Fray Juan Gil entabló amistad con Cervantes, cuyo rescate era difícil por la fuerte suma que pedían por él. Hasán Bajá había terminado
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