Resumen Don Quijote de la Mancha. Biografía de Cervantes
MinaKatzeResumen13 de Abril de 2019
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Biografía de Cervantes
Miguel de cervantes nació en Alcalá de Henares en 1547. Su padre, Rodrigo de Cervantes, alcaíno como él, aunque de ascendencia cordobesa, era lo que en la época se llamaba cirujano. Su madre, Leonor de Cortinas, pertenecía a una familia de labradores castellanos. Apenas tenemos información fiable sobre la infancia y adolescencia de Cervantes, que tuvo tres hermanas y un hermano.
En 1556 la familia se asentó en Madrid, y Cervantes estudió con Juan López de Hoyos en el Estudio de la Villa, una especie de universidad menor. En 1559 se encontraba en Italia, adonde se había trasladado para evitar, con toda seguridad, la persecución de la justicia madrileña, que le buscaban por haber herido en duelo a Antonio de Segura. En Italia estuvo cinco años, casi todos ellos como soldado, y participó heroicamente en la batalla de Lepanto (1571). Recibió tres arcabuzazos en la lucha, dos en el pecho, de los que sanó, y uno en el brazo izquierdo, a consecuencia del cual perdió para siempre el movimiento de su mano, lo que no le impidió seguir en el ejército hasta 1575. Decidió entonces regresar a España, en compañía de su hermano que había estado con él en la milicia, y con el objeto de que se le reconocieran sus méritos de soldado. Sin embargo, a la altura de las costas catalanas fue apresado por galeras barberiscas. Se inicia así el periodo más duro de su vida, pues durante cinco años sufrió el cautiverio argelino. Pidieron una gran cantidad de dinero por su rescate, cantidad que la familia no pudo reunir jamás. Cervantes intentó fugarse cuatro veces y fracasó en todas ellas. Finalmente consigue salir de Argel porque pagan su rescate.
De regreso en España en 1580 intentó que se le reconocieran sus méritos militares pero no lo consiguió y se dedicó entonces a escribir, acabó su primera novela y compuso unas veinte o treinta piezas teatrales que se representaron en los corrales de comedias madrileños.
La literatura no le daba lo suficiente para vivir, por lo que dejó la pluma y las comedias a partir de 1587 para dedicarse a recabar trigo y aceite para la Armada Invencible. No consiguió tampoco que sus nuevas actividades económicas fueran productivas.
Otra vez fracasado, decidió abandonar las tierras andaluzas hacia 1600 y se estableció con su familia en Valladolid.
En añadidura, su familia no gozaba de mucha fama, especialmente el sector femenino y todas esas miserias familiares salieron a la luz, curiosamente, el mismo año de 1605 en que se publicaba El Quijote, cuyo éxito inmenso debió de compensar al novelista después de tantas amarguras.
Después regresó a Madrid con su familia de donde ya no se movió nunca. Murió el 22, aunque se celebra el 23 de abril de 1616, y fue enterrado pobremente, como había vivido.
La insólita obra cervantina
Es un escritor peculiar, atípico, que escribió su obra en dos periodos diferentes, acuciado siempre por la necesidad de buscar un medio estable de vida que no consiguió nunca.
La Galatea (1585), que tampoco obtuvo el éxito esperado, aunque es una de las mejores novelas pastoriles de nuestra literatura y constituye el más cualificado laboratorio de la obra cervantina, donde ensayó temas, recursos y procedimientos que habían de aflorar años después en sus mejores creaciones, sobre todo en El Quijote.
En 1605 apareció El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, obra con la que logró una celebridad literaria inmensa y rápida, quizá inesperada, dados sus reiterados fracasos, aunque largamente perseguida y añorada. En cualquier caso, todo cambió a partir de 1605. Este lanzamiento le proporciono una seguridad y estabilidad nunca antes vista, encontró la serenidad que necesitaba y se puso a la tarea de realizar su gran obra.
Ya era viejo, pues rondaba los 58 años pero no se apresuró a publicar, no se precipitó sino que sereno y tranquilo, con la madurez y la seguridad del triunfo se dedicó a escribir en varios frentes a la vez, con el objetivo de llevar a cabo un plan general de remozamiento de la narrativa española, sin olvidarse del teatro. Lo lógico, lo natural, tras el éxito, hubiera sido el aluvión inmediato de publicaciones; pero no fue así y durante ocho años estuvo sin publicar nada, mientras realizaba su plan de innovación y escribía la segunda parte del quijote, las novelas ejemplares, casi todo su teatro y otras obras. Que se publicaron seguidas, prácticamente una distinta al año, cuando ya estaban perfiladas.
La gestación del Quijote de 1605
Cuando se dispuso a escribir esta obra, no se sentía un escritor muy seguro y buena parte de esa inseguridad ofrece el proceso creativo de esta primera parte, palpable en sus frecuentes vacilaciones compositivas, en sus idas y venidas estructurales, o en sus errores y omisiones.
Tenemos que tener en cuenta que el Quijote se inició como una novela corta, ejemplar (los primeros seis o siete capítulos) y demuestran cómo se fue gestando el Quijote, sin un plan previo, de manera espontánea e imprevista. La prueba de esto es la división de los capítulos, que lo hizo después, decidió después continuar el Quijote y ni se preocupó por arreglar el desatino de la división de los capítulos.
Tras los errores físicos iniciales, coherentes con el héroe de la hipotética novelita, como el de los molinos de viento confundidos con gigantes, el de los gallegos o el de la nueva venta interpretada como castillo, don Quijote deja de equivocar la realidad desde su locura caballeresca de una manera total, y la apariencia misma de los objetos empieza a ser confusa para cualquier observador y no sólo para nuestro héroe: las cosas se difuminan, sus perfiles pierden nitidez y el caballero, en buena lógica, se confunde; pero ya es otra la técnica novelesca de la obra y otro su retrato como personaje literario: el polvo que levantan los rebaños explica que los confunda con ejércitos, las antorchas nocturnas dan un aspecto fantasmal al cuerpo muerto y a sus acompañantes, el ruido ensordecedor de los batanes hace explicable el miedo de los protagonistas, no es raro por tanto, que don Quijote, loco por leer libros caballerescos, se confunda, al fin, con tal falta de nitidez en los contornos.
Este proceso de dignificación del héroe se interrumpe a partir del capítulo XXII pero lo hace sólo temporalmente. El quijote de 1615 lo desarrollará hasta sus últimas consecuencias, haciendo que la realidad misma sea equívoca, y no solo los ojos del caballero. Volviendo a la interrupción del proceso, podemos notar que se debe al inicio de un nuevo sesgo en la novela_ el episodio de los galeotes, en efecto, culmina todo el periodo que había arrancado en el capítulo VII, tras el fin de la ``novelita´´ y lo hace magistralmente, mediante un error moral en el que don Quijote malinterpreta la realidad, pero no por lo que ve sino por lo que oye.
Cervantes se dio cuenta de que el esquema narrativo que seguía se estaba agotando porque resultaba excesivamente mecánico y reiterativo en sus aventuras, demasiado semejantes unas a otras, todas moduladas siempre a partir de un error inicial de don Quijote, que originaba de continuo un enfrentamiento y acababa en fracaso. Por lo que Cervantes decidió dar otro nuevo giro a su relato > y nace así todo lo que sucede en torno a la venta, que discurre entre los capítulos XXII y XLV. Las modificaciones son numerosas (empezando porque don Quijote y Sancho ya no prosiguen su viaje y se quedan estáticos en Sierra Morena, donde han tenido que ocultarse a consecuencia de la liberación de los galeotes), tal estatismo hace que exista un núcleo aglutinador espacial, antes inexistente, la venta de Juan Palomeque, centro genial del nuevo esquema constructivo donde nuestros héroes ya no serán, a menudo, los personajes centrales, y otros ocuparán su lugar, dando entrada de este modo a un cúmulo de historias nuevas y seres diferentes.
En torno a la venta y con distintos grados de integración, se van insertando en la vida de don Quijote y Sancho los siguientes relatos:
Cardenio, loco por despecho, inicia su relato pero no lo acaba, vuelve a retomarlo pero tampoco lo concluye y hay que esperar a la aparición de Dorotea para que el relato concluya definitivamente y tanto los personajes como los lectores tengamos cuenta de lo sucedido.
Dorotea, bella, inteligente, honrada y, sobre todo, discreta (la discreción era la máxima virtud femenina para Cervantes), se define ya por su mera manera de narrar, bien, con claridad y sin flecos, su peripecia, en perfecta coherencia con una novela hecha de novelas, como es este núcleo quijotesco de la venta. Tal autodefinición de narradora excelente prosigue y se confirma en sus actuaciones posteriores, pues ella es la encargada de dar feliz solución a los problemas amorosos de los cuatro personajes. Su talla humana resalta más todavía por contraste con la incapacidad de Cardenio y por el hecho de ser una mujer (no hay que olvidarse de que estamos en una sociedad machista y misógina).
Cervantes, en definitiva, realiza un verdadero alarde técnico y estructural, demostrando su capacidad para mover, simultáneamente, a una treintena de personajes de la más diversa índole social y moral. Todos estos personajes configuran un mosaico social que se parece a un síntesis de la sociedad española de la época o más bien de su símbolo, la Corte, pues no falta ningún grupo social importante de la nobleza. Está asegurada la presencia necesaria de tres pilares básicos de esta sociedad: la administración, el ejército y la iglesia. Finalmente, también aparecen numerosos individuos de las distintas categorías del pueblo llano.
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