Bryan Gael y la nieve de enero

Mi nietecito y la nieve de Virginia

El pasado viernes, 20 de enero de 2017, el pequeño angelito Bryan Gael Reyes Rivera se nos fue, en silencio y en paz, aunque las circunstancias de su partida hayan provocado una tormenta de preguntas y lágrimas. Sus padres – Bryan J. Reyes Rivera y Ariana Rivera Pedraza – le dieron la bienvenida a este mundo el 21 de marzo de 2016 y, tras un par de semanas hospitalizado para monitorear su corazoncito acelerado por los medicamentos usados durante el alumbramiento, lo llevaron a su hogar en Mountain View Apartments en Woodstock, Virginia. Allí creció y se ganó el corazón de toda la comunidad con su sonrisa alegre y sus cachetitos rojitos. Agradecemos a cada ángel de misericordia que de una u otra forma bendijo su corta vida.

En la madrugada del 30 de enero, día en que trágicamente coincidían su velatorio y el cumpleaños de su primo hermano, a eso de las 12 am comenzaron a caer pequeños copos de nieve. Para la mayoría de quienes nos habíamos trasladado de Puerto Rico para el servicio funeral fue nuestra primera experiencia nevada. Como caribeños y boricuas que somos corrimos afuera (súper abrigados) para tocar la nieve mientras caía, jugar con ella, lanzarnos pelotas con ella, escribir en ella, hacer un ángel de nieve en el suelo (esa fui yo ^_^) y fotografiarnos en ella. Viendo la nieve caer pensé que aquél fenómeno metereológico era como Bryan Gael: hermoso, puro y breve, pero dejando una huella en nosotros para toda la vida. Esa noche le dimos el último adiós terrenal al angelito teniendo en mente que tanto él como la nieve de la noche antes se habían ido, pero para siempre conservarímos el gozo que nos causaron.

Doy gracias a Dios por el regalo de un recuerdo hermoso en Virgina que contrarrestara el motivo que nos llevó hasta allí, pues con la leve nevada nos mostró que aún hay muchas cosas buenas que experimentar, que en medio del dolor todavía hay motivos para reír, que la vida continuará dándonos nuevas experiencias mientras vivamos y que cuando seguimos adelante ciertemente no olvidamos a los que ya no nos acompañarán. Todos guardaremos siempre la memoria de un bebé feliz, saludable y amado que estuvo 10 meses en la Tierra y ahora está en el cielo, entre los ángeles, adonde pertenecen los inocentes. Y determinemos todos vivir de tal manera que nuestra esperanza de llegar un día adonde él está se convierta en realidad.  

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