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Dionicio Veramendez


Enviado por   •  10 de Enero de 2015  •  5.685 Palabras (23 Páginas)  •  512 Visitas

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PUNTILLISTA NAIF

DIONICIO VERAMENDEZ.- Nació en Guarenas, estado Miranda el 09 de Octubre de 1936. Es el antepenúltimo hijo de Narciso Veramendez García, de profesión agricultor y comerciante en unión matrimonial con Eduviges Martínez de Veramendez, de oficios del hogar. Tuvo una familia numerosa de 23 hermanos y hermanas, descendientes de la misma unión conyugal.

A los tres meses de nacido su familia se traslada a Caracas, y se residencian en la casa Nº 6 de la calle Cúcuta, Santa Marta, Monte piedad, en la actual parroquia 23 de enero. Su padre quien había sido propietario de haciendas de café y cacao en Guarenas, por deterioro de los negocios se vino a menos y estableció en caracas un puesto para vender periódicos en la esquina de las gradillas.

Desde pequeño, Dionicio se deleitaba observando lo que le rodeaba, especialmente cuando salía a pasear, hacer mandados a la bodega o cuando vendía heladitos para conseguir algo de dinero. Recuerda con nostalgia cuando quedo muy impresionado al subir por una escalera del patio trasero de su casa y descubrió el hermoso paisaje escondido detrás de los muros de su casa.

Muchos personajes de sus obras son recuerdos de esa infancia como, cargadoras de agua (vecinas que subían y bajaban rítmicamente por el cerro con el preciado líquido sobre sus cabezas). A pesar de las limitaciones económicas de su familia tuvo una infancia muy feliz, llena de juegos, papagayos, dulces, música y tradiciones.

Veramendez tenía una especial fascinación por las metras o canicas de vidrio, que coleccionaba y atesoraba por sus diversos colores. Poco a poco Veramendez comenzó a verse atraído por la pintura, estimulado por su madre, a quien solía dibujarle las fotos del almanaque de Shell colgado en la pared de su evitación. En la escuela Diego de Losada, la personalidad del pequeño Dionicio provoco algunas críticas de su maestra de tercer grado quien lo consideraba un niño “bochinchero y distraído”. Otra de sus maestras por su parte, le diría una frase que marcara su rumbo artístico: “Veramendez, el dibujo hágalo bien, no lo calque”.

Desafortunadamente su padre decidió retirarlo de la escuela y pronto comenzará a ayudarlo en el puesto de periódico. Entre 1945 y 1948 Veramendez trabajará los domingos y días feriados sacando y recogiendo las sillas de la plaza bolívar de caracas desde las seis de la mañana hasta el medio día, hora en que culminaba las actividades de la retreta. El joven Veramendez también se ofrecerá para transportar las bolsas de mercado de las amas de casa que hacían sus compras en el antiguo mercado de San Jacinto. Gracias a sus ahorros (ganando de 8 a 5 bolívares al día) ayudó a sus padres a comprar el traje con el que hizo la primera comunión.

Veramendez incursionó también como declamador y cantante, pues, asistía con frecuencia al programa del “Bachiller Bartolo” animado por Amador Bendayan, en la popular estación de Radio Continente.

El 5 de Agosto de 1948 fallece su padre en Caracas. Pocos meses después, Veramendez obtiene su primer premio escolar de pintura con la obra Simón Bolívar en el Pico Bolívar. Luego de la partida de su padre se dedicó a lustrar zapatos en el edificio Colimodio, en la parroquia La Candelaria donde un cliente le hizo una oferta de empleo como Office Boy.

Trabajo por temporadas para la compañía Wilson y Newton representantes de líneas de freno Werner Locker, y repartió su tiempo entre la pintura y el boxeo aficionado, deporte que lo apasionó por la disciplina que exigía y la fama que podía alcanzar. A sus 16 años, Veramendez tuvo algunos triunfos y reveses como boxeador. Por un tiempo, Veramendez se debatió en pinceles y guantes, pero tuvo que colgarlos en 1959, pues, se le hacía muy difícil entrenar en el Nuevo Circo y La Pastora respectivamente, luego de mudarse con uno de sus hermanos y su madre al barrio El Carpintero, en Petare. Allí pintaba al aire libre en la platabanda de su casa, pero recibía pedradas, burlas y comentarios de algunos vecinos de lugar como: “Te vas a morir de hambre”, “Estas loco”, “Los pintores con consiguen trabajo”, etc.

En 1959 se compromete con Gregoria Rodríguez y poco después se muda a los Frailes de Catia. Al año siguiente, Veramendez se dedica a la elaboración de carteles y avisos. Pinta por encargo y retoca retratos familiares en blanco y negro. Ese mismo año, Veramendez vivió una experiencia reveladora: Camino a casa de su madre en Petare viajaba en un autobús que pasaba por sabana Grande y repentinamente sintió que ese era su lugar, que allí sí comprenderían su trabajo.

Sabana Grande se convirtió entonces en el sitio perfecto para ver las galerías de arte y venta de cuadros, emblemáticas extensiones del mundo bohemio. En una de esas tiendas galería, Veramendez decidió comprar un día sus primeros pinceles, tubos de tinta y caballete de pintar, todo por 13 bolívares. Es así que el artista se convirtió en asiduo visitante de Sabana Grande donde se dedicaba a lustrar zapatos y pintar.

Ahí será conocido como El Pintor Limpia Botas, pues, exhibía sus pinturas mientras limpiaba y pulía zapatos. Vendía sus pinturas en 50, 80 y hasta 200 bolívares cada una. Cuando la venta era buena dejaba a un lado los menesteres de limpia botas y se dedicaba a pintar de ocho a diez días.

Los temas y personajes de Veramendez durante esta época fueron: “Escenas del Barrio, Manos Encadenadas que se Liberaban, Imágenes de Cristo Cargadas de Sufrimiento y Sacrificio”. Representaba sentimientos de rabia, frustración y tristeza que el artista acumuló frente a las críticas, humillaciones y violencia de aquellos que no lo comprendían.

Su técnica favorita siempre fue el puntillismo y, para la época, los materiales que más utilizaba para la elaboración de sus obras era el guache y el esmalte brillante sobre cartón piedra.

En 1967, el periodista Iván Claudio entrevista a Veramendez y a su madre en la humilde casa de Petare para un reportaje que fue publicado en la revista Bohemia, bajo el título “Ex boxeador, limpiabotas y pintor”. Gracias a ese reportaje conoce al marchante de origen armenio, Antonio Derderian que lo visita en el Taller Libre de Arte (TLA) y muestra gran interés por su trabajo. Derderian le compró varias pinturas y le propuso convertirse en su representante artístico. En la galería Bellini, propiedad de Antonio Derderian, se realizó con éxito la primera exposición individual de Dionicio Veramendez a la que asiste gran cantidad de público con la presencia de reconocidos artistas, críticos e intelectuales del medio cultural, por lo que el artista abandona el oficio de limpiabotas.

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