ESTRATEGIA Y ELEFANTE
madaris8522 de Mayo de 2015
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Todo comienza como en una fábula:
había una vez, en Indostán, seis homb
res ciegos que querían saber cómo
era un elefante. El primero se apro x imó
al animal y se topó con su larg o
flanco. “¡Qué duro es! —exclamó—.
Debe ser una pared.” El segundo palpó
un colmillo y dijo: “No cabe duda
de que es una lanza”. El terc e ro tocó
la trompa: “Tiene mucho de serpiente”,
supuso. El cuarto tanteó la ro d illa:
“Es como un árbol”, aseguró. El
quinto acarició una oreja y creyó que
era un abanico; y el sexto se aferró a
la cola, imaginando que era una especie
de soga gruesa. Los seis discutían
a viva voz, cada uno con un poco
de razón, pero los seis equivocados
en cuanto a la idea global.
Todos somos ciegos, y la estrategia es
el elefante: nadie la ve en su totalidad.
Para poder aprehender el todo
hay que comprender los 10 elementos
que la constituyen, cada uno de
los cuales representa una escuela de
pensamiento (ver cuadro).
Las 10 partes del elefante
Las 10 escuelas se dividen en tres
grupos. Las que forman el primero
son de naturaleza prescriptiva: apuntan
a la manera en que deberían formularse
las estrategias, antes que al
modo en que son concebidas. La primera
escuela de este grupo es la de
“diseño”, y en los años ’60 sentó las
bases para las otras dos. La segunda
es la del “planeamiento”, que hizo
de la estrategia un proceso distinto,
sistemático y formal. En los ’80 fue
suplantada por una tercera tendencia,
que le dio prioridad al contenido:
la escuela del “posicionamiento”.
El segundo grupo está compuesto
por seis escuelas que se abocaron a
la descripción del procedimiento de
elaboración de la estrategia. Muchos
asociaron la estrategia con el “espíritu
empresarial”, y describieron su génesis
como una creación visionaria
de un individuo. Vinculada con esta
idea se desarrolló otra escuela, la del
“conocimiento”, que busca en las herramientas
de la psicología cognitiva
el modo de penetrar en la mente del
estratega. Cada una de las otras cuatro
tendencias de esta categoría intentó
buscar las premisas de la estrategia
más allá del individuo, en otras
fuerzas y otros actores. Según los defensores
de la escuela del “aprendizaje”,
el mundo es demasiado complejo
como para que sea posible elaborar
súbitamente un plan o una
La estrategia acepta múltiples definiciones.
Su utilidad genera debates
interminables: frente a cada
ventaja se abre un inconveniente
paralelo. Y una decena de líneas de
pensamiento estudian sólo alguna
p a rte de ella, ignorando el re s t o .
P e ro las empresas no pueden permitirse
semejante lujo. Tienen que
considerar a la estrategia como un
todo, y desplegar su energ í a .
Este artículo es un extracto de la
i n t roducción y del último capítulo
del libro Strategy Safari, recién editado
por Free Press. Sus autore s
son Henry Mintzberg, profesor en
el Insead, Fontainebleau, y en la
Universidad McGill, de Montre a l ;
Joseph Lampel, que tiene a su cargo
la cátedra de Management Estratégico
en la Universidad de Saint
A n d rews, Escocia; y Bruce Ahlstrand,
profesor en la universidad de
Trent, Ontario.
Volumen 3 / Gestión 4 / julio-agosto 1998
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