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Las Cruces Sobre El Agua


Enviado por   •  4 de Agosto de 2011  •  888 Palabras (4 Páginas)  •  2.162 Visitas

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El 15 de noviembre de 1922 es un suceso que parte al Ecuador entre lo que hasta entonces fue y lo que desde ese día comenzó a ser. Por ello la polémica se mantiene entre quienes no creen que ocurriera y quienes saben hasta qué punto es cierto; entre quienes intentan minimizar la importancia del suceso para la historia nacional y quienes hablan de aquella fecha como la del bautismo de sangre de la clase obrera ecuatoriana.

El 15 de noviembre de 1922 es, por eso, realidad y leyenda.

Real porque sucedió. Las crónicas de los periódicos de la época, los estudios y los testimonios posteriores y las referencias históricas así lo confirman. Diferencias de matices existen en cuanto a la magnitud del movimiento obrero y popular y en cuanto al alcance de la represión gubernamental, las protestas contra éste y al malestar que le siguió.

La inmensa mayoría de los historiadores nacionales coincide, sin embargo, en señalar una nítida y precisa división entre el Ecuador anterior a aquel 15 de noviembre, sin organización obrera ni expresión reivindicativa popular, y el Ecuador donde ya comienza a forjarse el movimiento sindical, obrero y campesino, cuyas luchas, frustraciones y conquistas corresponderá juzgar sólo cuando llegue el tiempo.

Leyenda porque traduce algo que es una constante histórica y social del país, una constante que a lo largo del siglo para los ecuatorianos ha sido y es sueño o pesadilla, pasión o indiferencia, pasado de gloria o imposible futuro, verdad de muerte o ficción importada.

En el 1900 el puerto marítimo de Guayaquil concentraba la mayor riqueza del país gracias al auge cacaotero mundial, uno de cuyos principales protagonistas como exportador en el Ecuador.

A Guayaquil se le llamaba la "Perla del Pacifico" y reunía una diversidad insólita de inmigrantes nacionales y extranjeros, que llegaron al puerto atraídos por el fascinante aroma del cacao el extraordinario progreso que, se decía, estaba trayendo la venta del producto en los grandes países capitalistas.

Los terratenientes cacaoteros y sus familias vivían en París. A la sombra de sus posesiones floreció en Guayaquil una burguesía comercial y financiera, que se entretenía en esperar anhelante al inmigrante español o italiano, vestir de seda y plumas, comprar pianos y ser espectadores de las modas artísticas importadas de Europa. Entre tanto, los inmigrantes ecuatorianos, aquellos montuvios e indios de costa y sierra, que llegaron a Guayaquil persiguiendo el mismo olor del cacao y se convirtieron en cargadores, estibadores, escogedores y secadores del grano, levantaron sus casuchas junto a las de los obreros de las primeras fábricas y las de los artesanos. Las diferencias sociales que se establecieron de principio abrieron una brecha enorme entre quienes lo tenían todo y quienes todo

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