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Las Palabras


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2014  •  439 Palabras (2 Páginas)  •  115 Visitas

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Habla de que el joven rey estaba sentado en su cámara y que sus cortesanos se habían retirado, inclinando las cabezas, de acuerdo a la ceremoniosa usanza de aquellos días, y dirigido hacia el Gran Salón del Palacio, a recibir una última lección del Profesor de Etiqueta, había algunos que aún conservaban sus maneras vulgares, lo que en un cortesano resulta, vale decir, una muy grave ofensa porque sólo era un muchacho, de alrededor de dieciséis años de edad no sintió pena por la partida de sus acompañantes, y lanzando un gran suspiro se recostó sobre el mullido respaldo de su ornamentado sofá, permaneciendo allí, con la mirada azorada y la boca abierta, como un rubio fauno silvestre, o algún pequeño animal del bosque recién capturado por los cazadores.

Esta era, al fin, la versión que los hombres murmuraban entre ellos. Lo cierto fue que el viejo rey, en su lecho de muerte, movido a remordimiento por su terrible pecado, o meramente deseando que su Reino no pasara a otra línea sucesoria, mandó a buscar al muchacho, y en presencia del Consejo lo reconoció como su sucesor. Y parece que tras ser reconocido, desde el primer momento mostró signos de una extraña pasión por la belleza, la que estaría destinada a ejercer una gran influencia sobre su destino. Aquellos que le acompañaban, en el grupo de habitaciones dispuestas para su exclusivo servicio, a menudo hablaban del sollozo de placer que brotó de sus labios cuando vio los delicados vestidos y las ricas joyas que habían sido preparadas para él, y de la casi salvaje alegría con que echó a un lado su grosera túnica de cuero y su rústica capa de piel de oveja.

Acerca de él, muchas curiosas historias fueron relatadas durante este

período. Se dijo que un importante Burgomaestre, que vino a ofrecerle un florido discurso en nombre de los habitantes de la ciudad, lo sorprendió contemplando de rodillas, en real adoración, una grandiosa pintura recién llegada de Venecia, y que parecía como si anunciara el culto de alguno de esos nuevos dioses. En otra ocasión, fue echado en falta durante varias horas, y después de una prolongada búsqueda se lo halló en una pequeña cámara de una de las torres del lado norte de palacio, mirando, como en estado de trance, una gema griega tallada con la figura de un Adonis. Había sido visto, según se rumoreó, oprimiendo sus calientes labios contra el rubio mármol de una estatua antigua que había sido descubierta en el lecho de un río durante la construcción de un puente de piedra, y que estaba firmada con el nombre del esclavo bitinio

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